Antes, los profesores eran mejores. Mucha gente lo afirma convencida. Puede ser, pero no olvidemos que la percepción de cada cual es limitada y, sobre todo, que la memoria tiende a sesgar los recuerdos y transformarlos, idealizando el pasado. Lo cierto es que los profesores, ayer y hoy, empiezan sabiendo poco o nada y, con el tiempo, si siguen en el tajo con un mínimo de compromiso, se convierten en buenos profesionales. O al menos en profesionales razonables y más completos.
Admitamos que hay una masa grande de instructores con un nivel muy bajo. Nadie puede negarlo. Pero eso también pasaba antes, solo que no era tan visible. O lo hemos olvidado, sin más. Esto, además, pasa y pasará, no solo en España sino en todos los países, porque, primero, no es nada intrínsecamente malo y, segundo, tiene más que ver con cuestiones generales, universales e intemporales como picos de demanda, temporalidad, legislaciones que generan barreras tanto de salida como de entrada, ausencia de incentivos para una carrera profesional, etcétera, bastante más complejas de las soluciones simples que solemos dar en el bar. Lo dice alguien que pronto hará 40 años en este oficio y ha trabajado en media docena de países, codo a codo con compañeros de diez o doce nacionalidades.
Pero, veamos algunos de los mitos que rodean a esa creencia:
Mito 1. La culpa es de las pruebas de acceso, que tendrían que ser más exigentes
No. Las pruebas de acceso solo miden el nivel de esquí un día concreto. Ni miden las capacidades docentes de esa persona ni, lo más importante, el grado de compromiso que esa persona va a asumir para crecer como profesional. Creer que alguien que esquía bien va a ser un buen profesional, o que se va a seguir esforzando en hacerlo cada día mejor, es de un simplismo que, cualquiera que haya trabajado en esto, no puede comprar. Abundamos en el siguiente punto.
Mito 2. Los demás países son más exigentes
Tampoco. Sorprenderá saber que, entre otros muchos, Austria o EEUU no tienen pruebas de acceso para el primer nivel, que dura menos de quince días. O que un profesor novel en Francia está dando clases remuneradas, supervisado, a las dos semanas escasas de haber empezado su formación. Por el contrario, un instructor español tendrá que haber hecho su prueba de acceso, sus bloques Común, Complementario y Específico (alrededor de 300 horas como mínimo) más 150 horas de prácticas no remuneradas en una escuela. Calculemos qué supone en la vida de una persona esas 450 horas de media, once semanas a 8 horas diarias sometido a evaluación hasta que puedes cobrar tu primera clase. El sistema español no solo no es menos exigente que el resto, sino que lo es muchísimo más, y puede que sea ahí, precisamente, donde esté uno de los problemas que hemos tratado en otros lugares.
Mito 3. En otros países el nivel de esquí es mejor, por tanto, los instructores son mejores
Sí y no. Es innegable que Italia, Francia o Austria tienen canteras de gran calidad por factores con los que no podemos competir: principalmente, la ubicación en plenos Alpes y el fomento del esquí de competición como carrera de por vida. Pero no solo hay instructores allí, ni los de allí son los mejores por llegar al oficio con una base mejor. En todos los países donde he trabajado hay profesores que empiezan con un nivel bajo o muy bajo y, al cabo de una o dos temporadas son excelentes esquiadores. Eso, y justamente eso, es lo que luego les hace ser mejores instructores porque lo tienen todo más fresco, se ponen mejor en el lugar de los alumnos y enseñan con verdadera convicción lo que ven que les ha servido a ellos, de verdad, para mejorar. Con frecuencia, el entusiasmo es mucho más poderoso que todo el conocimiento y la experiencia.
Metámonoslo en la cabeza: el nivel de esquí es solo un factor más en la enseñanza. Una condición necesaria, pero no suficiente. Y, ni siquiera, la más importante, la mayoría de las veces, para enseñar a esquiar a más del noventa por ciento de las personas.
Entonces ¿Cuál es la conclusión?
Este espacio no da hoy para más y tendremos que desarrollarlo, pero ya hemos sugerido en otras ocasiones algunas soluciones. Lo primero es asumir que todo el mundo empieza sin saber y, a partir de ahí, va creciendo profesionalmente. Lo segundo es abandonar la creencia ingenua de que el nivel depende de la formación recibida y no del compromiso y el trabajo atento, responsable y concentrado de cada individuo durante toda su vida. Para ello hacen falta motivos, incentivos, razones por las que llevar a cabo tal sacrificio que, por cierto, ya adelanto que merece la pena. Lo tercero, creo, es dejar de culpar a los profesores noveles y mirar qué está ocurriendo en la industria de la nieve, local y mundial, y en todos sus actores.
Quizás todos tengamos algo de responsabilidad y deberíamos empezar por mirarnos en el espejo, antes de fijarnos en los recién llegados. La conversión del esquí en deporte de masas en los 90, la temporalidad, los picos de demanda, las legislaciones cada vez más complejas e intrusivas tal vez tengan algo que ver en la necesidad de una gran cantidad de profesores noveles en momentos puntuales a los que, de ninguna manera, se les puede exigir una dedicación plena. Y, a pesar de todo eso, con el tiempo, un porcentaje de ellos permanecerá y se convertirán en excelentes instructores, guías y entrenadores. He escrito largo y tendido sobre el tema, de modo que dejo debajo de la firma algunos enlaces.
Por hoy, sin más, animo a quienes estén verdaderamente interesados en el tema, a cuestionar todas estas creencias y a observar los muchos factores que afectan al mundo de la nieve en general, y al de la enseñanza en particular. Podremos analizar mejor los desafíos sin partir de premisas erróneas y, probablemente, los que tengan una visión más amplia y precisa serán los que mejor se adapten.
¡Buenas huellas!
Carolo, enero de 2024
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A continuación, algunos de los articulitos publicados aquí sobre el tema:
Sobre el nivel de los profesores
- Los jóvenes que fuimos
- Entrenamiento continuo para profesores
- Instructores y nivel de esquí
- Nivel de esquí e instructores, y dos
Sobre la percepción de los clientes
Innovación e ideas de mejora
- Ski camps ¿En qué consisten?
- Hermanarse en la enseñanza
- Profesores de esquí
- Resocializar el esquí
- Nubarrones sobre la profesión
Sobre la situación del oficio
- Técnicos deportivos y percepción de sus condiciones laborales
- Buenas noticias de la RFEDI para los Técnicos Deportivos
- Plan RFEDI y la formación de técnicos deportivos, II
- ¿Sabemos colaborar?
- Ética profesional en el mundo de la nieve
La foto de portada está tomada en Kirkwood Mountain en 2003. Entonces, inspirados por su estrategia competitiva de diferenciación (buscaban el nicho del freeride) separaron la escuela en tres: la división familar, la tradicional y la de fuera de pista (llamada Expedition Kirkwood). Para ello necesitaban todo tipo de instructores con los perfiles más diversos. Hoy son una escuela de referencia de la que ya he hablado en varias ocasiones. En nuestro caso, muchos lo están haciendo bien, también; tal vez, en lugar de acariciar recuerdos improbables del pasado, sea más productivo observar a quienes evolucionan con éxito, porque saben aprovechar las oportunidades y adaptarse a los cambios.