Ojalá fuera adivino, juas; o supiera lo suficiente de esquí y del mundo como para proponer soluciones a los problemas que tienen hoy los técnicos deportivos, el 77% de los cuales declara no estar contento con sus condiciones laborales. No obstante, de algo estoy seguro, y es de que ninguna de estas soluciones va a consistir, prácticamente jamás, en depositar la propia responsabilidad sobre hombros ajenos como leyes, sistemas de formación y cosas así.
No paro de oír que hay que endurecer el acceso a la formación y que tal y que cual, pero escucho muy poca autocrítica. Por poner un ejemplo, pocas escuelas y profesores confiesan no hacer nada ante el producto completamente desfasado que ofrecen - que solo sirve para los principiantes - pero luego no paran de protestar sobre la falta de alumnos avanzados. Veo a poquísimos reciclarse, hacer cursos, exigir una formación continua o la existencia de una caducidad para los títulos. Incluso algunos se jactan de ni saber que exista Nevasport, cuando resulta que sus clientes sí lo leen y sin duda saben cosas que ellos ignoran arrogantemente. Sin embargo, bastantes exigen que se hagan pruebas de acceso más duras o que se obligue a los profesores novatos a esto o aquello… Se diría que quieren solucionar los problemas de la profesión a través de quienes todavía no pertenecen a ella, en lugar de mirarse al espejo y preguntarse si, tal vez ellos, los que dicen llevar toda la vida, tengan alguna responsabilidad en todo esto.
También hay que echar un vistazo fuera, y comprobar que ya nadie vive de esto en casi ningún sitio, incluso en lugares donde las leyes favorecen la flexibilidad o la seguridad laboral en general. Hasta los profesores franceses o austriacos, que tradicionalmente habían ganado más que nadie, se quejan de que ya apenas llegan a fin de mes entre el coste de la vida y los impuestos. Es un hecho, esto es un oficio de temporada y hay que aceptarlo. Hoy el esquí es un deporte de masas, ocho de cada diez alumnos son principiantes proporcionados por turoperadores a precios de saldo, y el coste actual de la vida hace difícil amortizar una formación para cualquier profesión, así que no digamos para una donde no se meten más de cinco o seis horas al día, que depende del clima y durante solo cuatro meses al año.
Pero hay soluciones; muchas cosas que se pueden mejorar, aunque sea modestamente. Ninguna de ellas, por cierto, consiste en mirar mal a los nuevos concurrentes que llegan con ilusión al oficio. Como la página no da para mucho más aquí hago un recuento de las que ya he comentado en otras ocasiones y algunas nuevas que se me ocurren sobre la marcha:
- Asociacionismo: todos los intentos de asociación han fracasado por unas razones u otras. Unas veces porque la asociación no ofrecía nada tangible, otras porque los asociados potenciales no han tenido la más mínima intención de pensar en sus ventajas, y no solo en sus inconvenientes. Todos tenemos que hacer autocrítica a este respecto.
- Reciclaje y caducidad de las titulaciones. Si se quiere ofrecer una enseñanza de calidad no solo hay que exigirle a los nuevos, sino a los veteranos también, y creo que con más razón. Tal vez los títulos debieran tener algún tipo de caducidad, y ser obligatoria la formación continua de alguna forma como ocurre en otros países. Innumerables escuelas desperdician su cuota anual de formación de empleados sin utilizarla, lo cual choca, cuando menos.
- Abaratar la formación: En este sentido, sería necesario, no endurecer la formación como tanto se reclama, sino abaratarla y hacerla más realista, diversa, eficaz y pragmática.
- Nuevos productos: las clases tradicionales están desfasadas y la gente no está dispuesta a pagar por ellas. No vale quejarse, vale adaptarse a lo que piden los clientes o sencillamente no las tomarán, y ninguna ley puede evitar eso. Es sorprendente que no existan zonas de aprendizaje asistido por el terreno por doquier o que las escuelas que se quejan de falta de clientes, no ofrezcan todo tipo de productos con verdadera convicción y un replanteamiento del negocio razonablemente pensado.
- Resocialización del esquí, búsqueda de una imagen carismática propia e implicación de todos los trabajadores de las estaciones en la conservación de los alumnos, lo que incluye la lucha contra los factores que espantan a los clientes, como el favoritismo o la arrogancia hacia los foráneos, por localismo o falta de profesionalidad.
En fin, sé que esto hoy no va de hacer amigos, pero creo que ninguna de estas soluciones pasa por que alguien allá a lo lejos saque medidas proteccionistas y legisle a nuestro favor, como decía al principio. Eso, además de ser bastante improbable, en el caso de que ocurriese, la experiencia demuestra que solo suele servir para beneficiar a pequeños grupos en perjuicio de todos los demás. Creo que las soluciones están el algo tan sencillo como en aceptar la realidad del sector, hacerse fuertes en la unión y en ponerse a ganar y conservar clientes como locos, a motivarlos y a hacerlos felices con experiencias positivas. Creo que es más productivo y urgente repensar creencias viejas, ser más creativos, y gastar menos energías en echar las culpas o delegar la responsabilidad en otros.
Feliz otoño y ¡buenas huellas!
Carolo, noviembre de 2016