Avoriaz es una estación de esquí ubicada en el municipio de Morzine, en los Alpes. Se encuentra dentro del macizo de Haut Chablais, lindando con el Valais suizo. El valle lo atraviesa el río Dranse, que desemboca sobre el lago Lemann. Este río divide el pueblo de Morzine en dos. El río discurre por las laderas de Avoriaz, una pradera dominada por las vertientes donde se encuentrra la estación de esquí con el mismo nombre.
Esta estación de esquí forma parte del dominio esquiable de Les Portes du Soleil con otras 13 estaciones francesas y suizas. La estación tiene 70 km de pista además de 36,5 km de esquí de fondo. Tiene 39 remontes y 49 pistas de esquí. 6 negras, 24 azules y 5 verdes. También ofrece 4 recorridos de esquí de montaña y la práctica del Freeride.
A pesar de no alcanzar mucha altura, con una cota máxima de 2.466 m, es una estación muy visitada. El pueblo se encuentra a 1.800 m. Y todos los años recibe miles de visitantes a la vez que varios metros de nieve fresca.
Aunque esta historia nos lleva más concretamente al pueblo de Avoriaz. Un pueblo con apenas 60 años de historia, con una arquitectura muy singular y unos edificios que parecen salidos de un cuento. Estos edificios remarcan el amor por el arte de cuatro jóvenes que se aventuraron a realizar el proyecto más ambicioso de sus vidas, pero a la vez, el más apasionante.
El acceso al pueblo se hace desde el teleférico de Prodains, que une la parte baja del valle con el pueblo de Avoriaz.
El pueblo se divide en tres barrios, los cuales fueron construyéndose paulatinamente. Estos barrios principales son Dromonts, Crozats y Falaise, aunque también encontramos pequeños sectores dentro de estos barrios como Ruches, Amara, Festival o Hauts Forts.
La estación es muy conocida, y seguramente muchos de los que estéis leyendo esto ya habéis estado allí. La historia de hoy desgranará el origen de esta estación, los diseños y edificios que hacen de Avoriaz un lugar mágico y especial. Tanto si habéis estado como si no, estoy seguro de que este artículo hará que la próxima vez que visitéis Avoriaz lo veáis con unos ojos diferentes.
Los protagonistas de un sueño
Jacques Labro es un joven artista francés, nacido en 1935. Estudia en la Escuela Nacional de Bellas Artes y destaca como un alumno muy talentoso. En 1961, gana el prestigioso Premio de Roma, organizado por La Academia de Bellas Artes del Instituto de Francia. Además de este premio recibió varias menciones como estudiante y el premio al mejor diploma al finalizar sus estudios en 1963.
Labro viaja a Estados Unidos en 1964 para completar su formación en la Universidad de Arquitectura de Berkeley. En esta aventura conoce a dos amigos muy especiales. Jean-Jacques Orzoni y Jean-Marc Roques. Orzoni es nieto de carpintero e hijo de artista, y a pesar de haber estudiado también Bellas Artes, se dedica a la arquitectura.
Durante el periodo en Estados Unidos, los tres amigos se rodean de arquitectos de la fama de Louis Kahn o Frank Lloyd Wright, y les influyen en su estilo además de otras influencias como la del gran Alvar Aalto.
Los tres amigos se convierten en inseparables. Gozan de la misma pasión por la arquitectura y el diseño, además de ser amantes de la pintura y el jazz. Unas mentes jóvenes y curiosas, aventureras y ambiciosas, que reflejan pasión en sus primeros trabajos como arquitectos.
Paralelamente, el esquiador Jean Vuarnet se convirtió en campeón olímpico en descenso en Squaw Valley, California, en 1960. A este gran esquiador se le atribuye la “invención” y el perfeccionamiento de la posición de “huevo” para alcanzar más velocidad, además de ser el primer campeón con esquís metálicos.
A pesar de haber nacido en Túnez, creció en Morzine, en la Alta Saboya. Al regreso de su éxito olímpico se convierte en héroe local. Siendo conocido a nivel mundial, llega incluso a crear su propia marca de gafas de sol.
En 1960 obtiene la concesión de una pradera de montaña llamada Avoriaz, y el municipio de Morzine le encomienda la construcción de una estación invernal en la zona. Ante las dificultades económicas para afrontar el proyecto, Jean Vuarnet, como director de la estación, recurre a Jean Gerbault, director de Vespa Francia y al empresario Gérard Brémond. Juntos crean la Sociedad de Desarrollo de Morzine Avoriaz (SAMA) y la Sociedad Inmobiliaria y de Construcción de Avoriaz (SICA), lo que supuso el capital privado necesario para comenzar con el proyecto.
En 1964, Vuarnet se puso en contacto con el empresario Robert Brémond. En cambio, éste relega el proyecto en su jovencísimo hijo Gérard, licenciado en economía, quien se convierte en el revulsivo que Jean Vuarnet necesita para completar su misión de hacer la estación invernal.
Gérard Brémond era un apasionado del arte y de la música jazz. Y rápidamente le gustó la idea de Avoriaz. Brémond contactó con los tres jóvenes arquitectos de 26 años, Jacques Labro, Jean-Jacques Orzoni y Jean-Marc Roches, a quienes acaba de conocer y con quienes tenía unos gustos muy afines.
Los cuatro jóvenes, amantes de la pintura y de la música jazz, y ninguno más mayor de treinta años, se embarcaron en la aventura más ambiciosa de sus vidas. Con un folio en blanco y una pradera virgen, se les encomienda proyectar una estación de esquí.
“Fue la inconsciencia de la juventud, un factor importante para comprender el estado de ánimo con el que emprendimos este proyecto ambicioso e irreal”
Gérard Brémond
Primeros Pasos
Se conoce que la pradera en el siglo XII perteneció a dos familias. Éstas la donaron a la Abadía de Sainte-Maire d’Aulps que explotó estos pastos durante la Edad Media. En 1557, las familias del valle de Aulos reunieron una Sociedad por la que se dividían la pradera entre distintos propietarios para su explotación agraria.
Muchos años después, en la década de 1960, tres jóvenes arquitectos se encaminan al lugar. Su idea, observar el lugar en el que iban a construir un complejo sin igual, una estación de esquí. Cuenta la historia que los tres jóvenes llegaron de noche, durmieron en un granero, y a la mañana siguiente se quedaron prendidos por el magnífico lugar.
Rápidamente, Jacques Labro, Jean-Jacques Orzoni y Jean-Marc Roches, se pusieron manos a la obra. El talento e inconformismo de estos chicos se comenzó a reflejar en un papel. Mediante croquis, anotaciones y esbozos las ideas comienzan a tener forma.
Proyectan un total de 209.000 hectáreas. Las ideas son claras. Los edificios del pueblo, ubicado a 1.800 m, respetarán la armonía de la montaña y del entorno rural donde se ubican. Pretenden rechazar toda forma geométrica regular, y crear arquitectura en base a formas orgánicas que se mimeticen con el entorno, pasando a formar parte de él. En cambio su estilo no deja de lado la arquitectura tradicional de estos valles, reinventándose pero convirtiendo sus proyectos en arquitectura vernácula (la arquitectura más propia de la región y su tradición).
Las características de una arquitectura vernácula se encuentran en el testimonio de la cultura popular del lugar, donde el uso de materiales y sistemas constructivos son producto de una buena adaptación al medio, además de pertenecer a recursos existentes en el entorno. Los conocimientos adquiridos a lo largo de los años han evolucionado para tener espacios perfectamente habitables según las condiciones del entorno y acordes al clima local.
Las ideas principales: no dejar de lado la tradición, pero desvinculándose de formas geométricas convencionales; preocuparse por la adaptación al contexto montañoso; y finalmente, la sostenibilidad. La revolucionaria mente de estos arquitectos se centró en una arquitectura eficiente y sostenible. Preocupados de hacer viviendas correctamente habitables en un entorno de alta montaña, hostil ante los agentes meteorológicos y el entorno.
Plantean una organización urbana totalmente desprovista de coches. El peatón toma importancia, con recorridos y equipamientos pensados para el recorrido, uso y disfrute de las personas. El planeamiento toma forma según el terreno donde se ubica, las pendientes, (o curvas de nivel en el mapa) condicionan los entramados urbanos.
“Construimos una ciudad inventándola... lo descubrimos todo. Por ejemplo, en la construcción del edificio Araucaria, subimos dos pisos de altura y hubo que demolerlo. En aquel momento, ¡ciertamente no lo dijimos!”
Gérard Brémond.
El equipo de los arquitectos junto a Brémond formó un equipo perfecto. Labro era el creativo, Roches el comunicador, Orzoni era el realista y Brémond como empresario dirigiría todas las gestiones. Juntos montaron el grupo promotor Pierre & Vacances.
El proyecto es impulsado económicamente gracias al “Plan des Neiges” (Plan de Nieve) que son planes creados y desarrollados por el Estado Francés entre 1965 y 1977 para impulsar el turismo invernal y las estaciones de deportes de invierno. Planean la construcción de 23 estaciones nuevas, entre ellas Avoriaz, además de todas las nuevas poblaciones integradas dentro de estaciones (Avoriaz, Les Arcs, Tignes…). También se planeó la remodelación de otras tantas (La Mongie, Val d’Isère, Les Saisies…)
Al fin, en 1966, se reunieron 280 personas en el Hôtel des Dromonts, uno de los primeros proyectos de Avoriaz, para celebrar la Nochevieja en una especie de inauguración. Para ello utilizan este hotel, de formas e imagen singulares, y con unos espacios interiores que no dejaron indiferente a nadie.
El Hôtel Des Dromonts es el primer edificio original construido en el proyecto de la estación de esquí, lo diseñó en otoño de 1964 Jacques Labró y la construcción comenzó en 1965 por SICA (Société Immobilière et de Construction d´Avoriaz).
En los años posteriores fueron apareciendo demás edificios alrededor del hotel, como las residencias Séquoia y Les Mélézes
En cambio, los comienzos no son fáciles, Gérard Brémond afirma que salen en negativo. Para ello se centra en encontrar inversores y atractivos turísticos para que la gente comprenda que Avoriaz es diferente. Entre las acciones para captación de clientes fue la de traer unos renos de Finlandia que tiraban de carros para transportar a la gente. La promoción de esta “atracción” se realizó con los renos recorriendo los Campos Elíseos de París. A día de hoy se puede recorrer la estación en carros pero ya no existen renos, sino que son tirados por caballos.
Otro acto promocional fue la creación de un Festival Internacional de Cine Fantástico. La idea fue de Lionel Couchan a quien Gérard Brémond propuso la creación de un gran evento en Avoriaz. La primera edifición fue en 1973 y que se celebró hasta 1993. Al festival acudieron grandes estrellas como Brigitte Bardot y Natalie Wood. En el año 1973 el Gran Premio inaugural del festival se le otorgó a Steven Spielberg por su película Duelo. Este premio otorgaría en gran medida credibilidad al festival ya que Spielberg comenzaría a ganar mucha popularidad en los años posteriores.
Una Arquitectura singular
Gérard Brémond creó el Taller de Arquitectura de Avoriaz o Atelier d’Architecture d’Avoriaz (AAA) junto con los tres jóvenes arquitectos. El pueblo comienza a cobrar forma. Carreteras, equipamientos, remontes, tiendas… Todo ello proyectado para el viandante, con la ausencia total de tráfico rodado.
La arquitectura tenía unos objetivos claros. Pretendería ser transgresora, rompiendo con los esquemas de diseño para adquirir una libertad total. Sin embargo no perdería su funcionalidad y preocupación por el usuario.
Es una arquitectura orgánica, que basará su diseño en adaptarse a la naturaleza, a adaptar la forma de las montañas, sus materiales y colores. El objetivo es que el edificio pase a formar parte del entorno, y sea un elemento más de composición del paisaje, formando un conjunto unificado.
Esta idea de adaptación al entorno proviene de un gran respeto de estos arquitectos por la naturaleza. Es por ello también que fijarán sus objetivos en que los edificios de Avoriaz sean sostenibles y cuiden y respeten el entorno.
En base a estas tres premisas, libertad creativa, adaptación al entorno y sostenibilidad, comienzan a nacer los proyectos, las viviendas, los chalets y los equipamientos, localizados en un trazado también orgánico y adaptado al terreno existente, en una ubicación especial, al borde de unos escarpados acantilados.
El sol es el principal aliciente de estos edificios. Todos los proyectos basan sus esfuerzos en orientarse al sur jugando con el relieve del terreno. Gracias a ello las salas de estar, y zonas de día quedaban ubicadas al sur, logrando estancias muy bien iluminadas y que tendrían una temperatura más agradable. Al norte se dejan baños, pasillos y habitaciones. Este diseño supone un ahorro energético enorme.
Muchos de los proyectos de Avoriaz se han llevado con los años premios de arquitectura sostenible. En 2011 una residencia se llevó un premio por alcanzar un consumo de 70 kWh/m2/año. Para hacer una comparación, el consumo medio en España por vivienda es de 137 kWh/m2/año.
Después de la orientación, estos ahorros energéticos los consiguen también mediante un cuidadoso diseño constructivo de las fachadas y las cubiertas. Uno de los principales recursos es la rotura de puente térmico, estos puentes térmicos son zonas singulares del edificio por donde el aislante térmico queda interrumpido provocando que se escape el calor (como ventanas, balcones…). Las soluciones constructivas de estos edificios se preocupan por evitar el puente térmico en toda la envolvente.
En este ejemplo de la Residencia Les Mélèzes, construida en la década de los 70, podemos ver el esfuerzo de los arquitectos de orientar los espacios al sur, así como de dar una forma al edificio tal quye quede una superficie mayor que reciba la luz del sol. El norte queda oculto por el propio terreno, y más protegido, con una superficie menor que la fachada sur.
Otra innovación es la utilización de “porte-neige” (soportes de nieve), que es un sistema constructivo para mejorar la impermeabilización y la estructura de la cubierta, así se protege el aislamiento térmico de la transformación y del peso de la nieve.
Es más, muchas de las cubiertas de Avoriaz tienen como objetivo atrapar la nieve, acumularla y evitar que se caiga, tanto por seguridad de los peatones como por diseño propio. En sus cubiertas y fachadas con inclinaciones variadas, las cuales imitan las crestas y rocas de las montañas, la nieve se acumula, al igual que en las cumbres. Esta estrategia deja un paisaje muy singular, y una arquitectura más perteneciente al entorno.
Otro elemento que transforma los edificios en un elemento más del paisaje son los tavaillons. Los tavaillons son tejas de madera de cedro que cubren tanto fachadas como cubiertas. Estas tejas se vuelven grises o negros con las inclemencias del tiempo de forma natural. El uso de estas tejas se remonta a la época galorromana.
Los tavaillons cuentan con varias ventajas ecológicas. Además de ello le dan al pueblo una sensación de pertenencia al lugar, con una visión más natural de los edificios. Se utilizan en fachadas y en cubiertas, teniendo diferentes tonos de grises en las orientaciones norte y sur.
Los diferentes tipos de Edificios
Los diseños con claros, así surgen varios tipos de edificios con características similares pero diversos diseños. Esto es lo que se llama en arquitectura tipología edificatoria. Podemos resumir los edificios de Avoriaz en:
- Lineales paralelos a la pendiente
- Torres Piramidales
- Torres Circulares
- Lineales perpendiculares a la pendientes
- Chalets
Los primeros edificios surgen en el barrio de Dromonts, alrededor del hotel con el mismo nombre, en el que Jacques Labro puso tantos esfuerzos en 1965. Comienzan a surgir proyectos como Séquoïa, Mélèzens, Araucarya, hôtel Hauts-Forts, Thuya, Sosna, Cédréla, Yucca y Pas du Lac. Durante estos primeros años se diseñan dos tipos de edificios: los lineales, paralelos a las curvas de nivel y en las vertientes sur; y los piramidales, preocupados de mantener el vínculo con el lugar.
Los edificios lineales se ubican paralelos a las curvas de nivel, orientados al sur, gracias a la topografía de Avoriaz, como hemos visto en las imágenes de la Residencia de Mélèzes. Consiguen así una magníficas vistas de la zona de esquí, de las montañas, y un gran aprovechamiento solar. Además las construcciones lineales, independientes entre sí, protegen de los vientos predominantes las vías públicas para un mayor confort de los peatones.
“El edificio lineal se basa en la idea de una pantalla protectora contra los vientos predominantes, reforzada por su espalda al bosque, creando para cada alojamiento un “espacio solarium” con distinta exposición a la vista y al sol, gracias a una disposición en abanico y orientada de los diferentes vanos”
Jacques Labro ( Arquitectura d´Aujourd´hui , n°126 de junio de 1966).
Estos edificios lineales se dividen crujías (espacio entre dos muros estructurales), de entre 3,50 y 3,80 m para los primeros programas (Sosna, Mélèzes, Séquoïa, hotel Hauts-Forts, Pas du Lac) y se reducen a 3 y 3,30 m para los proyectos más grandes (Taïga, Sepia, Douchka, Malinka, Saskia, Tilia, Elinka, Accacia). Las crujías forman ángulos, y la unión de todas las piezas forma un abanico. Estos ángulos varían desde 20º (el más común en estos y en los edificios pirámide), 30º y 60º como en Yucca y Cérdréla, 10º como en Hauts-Forts e incluso 8º para las habitaciones del Hôtel des Dromonts (aunque estos últimos una tipología diferente que veremos a continuación)
Los edificios piramidales surgen debido a las primeras composiciones urbanísticas de los arquitectos urbanos que estudiaron el lugar. Las torres resultan de solucionar complicados quiebros topográficos y grandes desniveles. El desarrollo del barrio de Dromonts dio lugar al diseño de varias torres al borde de la meseta de Avoriaz (Résidence des Hauts-Forts, Le Sassafra, le Sassanka, l´hôtel des Dromonts).
En 1969, se proyectan en el barrio de Crozats también varias torres en el borde de las zonas de esquí conectando un gran desnivel de la estación (podemos verlo en Sirius o también llamado Antares). Los edificios de Crozats se proyectan como “edificios en forma de seta” que dominen el lugar, posean unas vistas panorámicas espectaculares.
Posteriormente en 1987, en el barrio de Falaise es necesario levantar otras tres torres (entre ellas La Saskia) levantadas al borde del acantilado de 700 m de caida.
Muchos de estos edificios nacen por los descomunales desniveles del terreno, y muchos de ellos poseen circulaciones públicas verticales y horizontales para conectar la parte de arriba de la estación y la parte de abajo (la Sassanka y la residencia Hauts-Forts), quedando los edificios apoyados sobre la pendiente. Otros simplemente solucionan un desnivel pero no participan de él, sino que se benefician de su posición y vistas privilegiadas (Sassafra, Sirius, Saskia).
Los edificios más altos van perdiendo sus formas piramidales y aparecen las formas circulares en las “torres”, desarrollando programas en altura, pero sin perder la materialidad de los mismos, que les garantiza, a pesar de sus formas, una unidad visual.
Estas torres circulares se con struyen en Les Ruches. Se diseñaron cuatro edificios en forma de torre circular con 11.000 m2 de superficie construida. Estas torres tenían estos apartamentos más económicos y albergaban entre 75 y 110 apartamentos cada una. Tienen alturas variables entre 7 y 11 plantas. Estas plantas tenían 9,50 m de diámetro y se dividían en doce porciones, dejando apartamentos de 20 m2. En la parte central la entrada y los aseos y en la parte exterior (más ancha) las zonas comunes. Los apartamentos orientados al sur tenían terrazas y los apartamentos orientados al norte miradores.
Las torres circulares se coronan con acabados de fachada como si fuesen unas cubiertas. Los apartamentos que se encuentran debajo de las cubierrtas son dúplex o tríplex.
La última fase de diseño se hace a finales de los años 80, donde se vuelve a las formas piramidales de las torres y a las formas lineales de los bloques. Esta vez, siguiendo con la línea de construir apartamentos más económicos, aparecen unos edificios con una tipología lineal, pero perpendicular a las curvas de nivel (Snow, Multivacances, Alpage I, Alpage II, Pointe de Vorlaz).
Estos programas permiten a los promotores edificaciones más densas, con más apartamentos por metro cuadrado construido y así sacar una mejor rentabilidad. Además de casi duplicar el número de apartamentos por planta, con un pasillo central que dividía dos alas, una este y una oeste. Las fachadas son simples repeticiones de muros y balcones, con diseños muchos más pobres que pretenden vincularse con lo ya construido.
Una última tipología que prodríamos estudiar serían los chalets. En cambio, sus diseños son de una complejidad tal que daría para otros dos o tres artículos diferentes. Sus formas describen planos en casi todas las direcciones, formando edificios reveestidos en estos tavaillons que mezclan una similitud con las rocas y los bosques de alrededor. La capacidad de los tavaillons o de los revestimientos de madera para desgastarse con el tiempo ayuda a ese mimetismo, y la capacidad de las cubiertas para albergar nieve permite formar un paisaje urbano de lo más singular.
Aunque no los vayamos a estudiar, las tipologías que nos encontramos en los Chalets serían tres: Los Chalets del barrio de Dromonts estos son los más interesantes de diseño), los Chalets pareados y los Chalets de Alpage (los más convencionales)
Uno de los Chalets más interesantes es L'Arketa, en el barrio de Dromonts, diseñado por Jacques Labro y del que os dejo fotos y que podéis cotillear en el siguiente enlace:
La Magia está en el Interior
Los interiores creados por Labro se alejan también de las cuadrículas originales. Se centran en la belleza y en la necesidad del usuario. Las ventanas son concebidas como cuadros del propio paisaje de Morzine. Los espacios se distribuyen según la jornada de un esquiador.
Se producen espacios muy iluminados, que permiten bonitos juegos de perspectivas, además de hacerlos más amplios y acogedores. Juegan con las diferentes alturas, escaleras y pasillos. En estos juegos del diseño Jacques Labro pretendió darle un enfoque barroco a la distribución interior.
La variedad de ángulos en los “abanicos” de los primeros proyectos permite que cada una de las viviendas sea diferente. Están poco compartimentados. Una zona de día posee cocina, comedor y salón con chimenea. Además tienen uno o dos dormitorios y baños independientes.
Algunas de las viviendas son dúplex o tríplex, con habitaciones en las partes traseras, con escaleras a medios niveles o escaleras completas (Alerce, Sosna, Araucraya oThuya).
Donde aparecen viviendas en una de las “bahías” o “esquinas” del abanico, aparecen alojamientos con varias orientaciones y también desarrolladas en una, dos o hasta tres plantas.
Las cocinas y baños se encuentran en las zonas centrales de la vivienda alrededor de los cuales se organizan el resto de espacios. Estos espacios tienen esos cambios de niveles con los que juega Labro, con diferencias de uno o dos escalones entre estos espacios. Un buen ejemplo son los comedores, que se sitúan más abajo para captar mayor luz natural.
Las entradas a los edificios están tratadas de manera muy sobria, casi ocultas, pero con un diseño singular en cada edificio, para ayudar a diferenciar las entradas de cada edificio. En los accesos se encontraban distribuciones de pasillos alrededor de los ascensores, los guardaesquís y un espacio para el conserje (que ya no existe). Estos pasillos sinuosos cuentan con luz natural y vistas al exterior como en Thuya o Hauts-Forts y algunos con escaleras muy acristaladas como en Sassafras.
Los proyectos a partir de los 70 se simplifican por querer ser más económicos y haber reducido su la superficie de sus viviendas.
Conclusiones
Avoriaz es la conclusión de un diseño enfocado en el lugar. La arquitectura ha de ser exclusiva del contexto donde se encuentre. Un proyecto se diseña bajo las premisas de ese sitio en concreto. Un correcto estudio mateorológico, medioambiental, geológico, geográfico y sociológico resulta en un proyecto totalmente integrado en ese entorno.
"Existe una ausencia de cualquier noción medioambiental en la planificación, que suele ser un proceso sólo socioeconómico"
Ian McHarg (Arquitecto paisajista en su libro "Proyectar con la Naturaleza" publicado en 1969 sobre las primeras nociones de planificación urbanística con un enfoque ecológico
El estudio que realizaron los tres arquitectos fue magnífico. Quiero imaginarme a los tres amigos, a altas horas de la madrugada bajo la luz de un único flexo, con nada más que un lápiz desgastado varios montones de hojas de croquis, esquemas y bocetos, mientras escuchaban el provocador saxofón de Ornette Coleman.
El diseño de este proyecto resulta de una pasión por el oficio magnífica. Tras el impecables estudio, los edificios surgen orgánicamente en el terreno, para formar parte de él. Tomando todas estas ventajas, Avoriaz fue un adelanto a su época. Las referencias del momento sirvieron para coger el camino correcto, pero a su vez para que tomaran el camino de la sostenibilidad.
A día de hoy la arquitectura y la sostenibilidad está en la boca de todos, en cambio los tres jóvenes arquitectos fueron capaces de hacer un proyecto a gran escala con las premisas de una cuidadosa arquitectura bioclimática, y poniendo en el foco del diseño el confort y. la utilidad de los espacios interiores.
Como decía el propio Ian McHarg, adaptarse adecuadamente al entorno permite un mínimo esfuerzo de adaptación posible.
Espero que hayáis disfrutado y aprendido tanto de este artículo como he disfrutado y aprendido yo
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