Las cuatro semanas anteriores hemos estado dando unos consejillos de verano para mejorar la técnica al esquiar el invierno que viene. Resumiendo, hemos enriquecido el esquema corporal, combinando la percepción del movimiento propio con lo que vemos en el espejo e imitando, en la medida de lo posible, los gestos del esquí. Hoy vamos a añadir un elemento más para mejorar la capacidad de concentrarnos mejor y, llegada la temporada, aplicar esas nuevas habilidades a las pistas.
Durante todos estos años hemos escrito una docena de artículos sobre el tema:
- 2010.¿Qué te cuentas?
- 2011. Miedo
- 2012. Práctica
- 2012. Retrospección
- 2012 ¿Foco interno o foco externo?
- 2012. Creer para ver
- 2012. Autoconsciencia.
- 2012. Descontrol
- 2014. Imaginación para esquiar mejor
- 2015. ¿Cuál es tu foco?
- 2017. Pensar cuesta abajo
- 2019. Visualización para fluir en el esquí
Si resumiéramos todo podríamos decir que, para concentramos mejor en esos casos donde queremos mejorar o solventar problemas, necesitamos tener clara la tarea, emplear instrucciones claras, mantener un foco externo que nos permita tanto anticiparnos como actuar con mayor eficacia y, finalmente, cuando nos veamos desbordados por la presión, aprender a controlar el nivel de excitación a través de la respiración, las pulsaciones y de un diálogo interno que no nos distraiga ni aumente innecesariamente el estrés.
Casi nada, juas. Resulta obvio que para desarrollar estas habilidades mentales lo mejor es entrenar en situaciones controladas y, qué mejor que hacerlo en verano, mientras andamos en bici o practicamos cualquier otro deporte en el que no tengamos las limitaciones de tiempo y recursos, además del entorno cambiante y atropellado del esquí. Personalmente, mientras me divierto en la bici de montaña procuro meterme en complicaciones y ensayo todas estas habilidades. Pruebo mirando a sitios distintos para ver qué efecto tiene, calculo tiempos y distancias y las relaciono con mi percepción del esfuerzo (que, por cierto, he ido mejorando las semanas anteriores con ese trabajo del esquema corporal), pienso adrede cosas negativas para, a continuación, retomar el foco en la tarea adecuada, respiro para relajarme tal como he ensayado previamente en casa… en fin, trato de mejorar la capacidad de darme instrucciones, a mí mismo, que me permitan reaccionar automática y eficientemente.
Igual que lo hacemos en bici, cualquiera puede encontrar paralelismos similares en su deporte favorito, conectar lo que pasa por su mente con lo que su cuerpo hace y siente y, así, con todas estas pequeñas capas que hemos ido añadiendo mientras, probablemente, jaja, nos tomaban por frikis al vernos ante el espejo, saltando balates con bastones o haciendo ejercicios caprichosos en el gimnasio, el invierno que viene podamos aplicar la técnica un poco mejor.
Buenas huellas y feliz verano
Carolo, julio de 2021
Fotografía © Antonio de Andrés, https://www.instagram.com/fotoblazar/