El diálogo interno mientras practicamos deporte es algo que siempre está presente y no se puede desconectar. A veces pasa desapercibido y ni siquiera reparamos en él. Otras, por el contrario, se hace demasiado patente hasta el punto de distraernos de lo que estamos haciendo. El peor de los casos ocurre cuando este "autoinforme" es excesivamente negativo y nos hace cometer errores, por regla general, precisamente los errores en los que estamos pensando… que si me retraso… que si “me la pego”… ¡Y lo malo es que no podemos de dejar de atender a ese diálogo propio!
La solución a esos mensajes negativos que nos perjudican es fácil, y pasa por una serie de puntos que podemos “entrenar” en casa para luego poner en práctica una vez que estemos esquiando. En primer lugar hay, obviamente, que reconocerlos, escribirlos en un papelito y ver hasta qué punto son racionales. En segundo lugar hay que contestar a cada uno de los mensajes negativos con una manifestación positiva (y realista, claro) que los contradiga. En tercer lugar hay que resumir esas contestaciones en un mensaje corto o una palabra fácil que podamos usar mientras practicamos nuestro deporte, de manera que nos sirva de “desencadenante” de la atención. Lo mejor es escribirlos en ese mismo papelito donde hemos apuntado los pensamientos negativos, en una columna paralela. Finamente, hay que practicar la sustitución de esta cháchara negativa por los mensajes positivos que nos hemos diseñado, y repetir y repetir entrenando mientras esquiamos, hasta que cambiar los juicios negativos por los positivos se convierta en algo automático, que “salta” en cuanto detectamos que estamos teniendo un pensamiento perjudicial.
Pongamos un ejemplo práctico. Imaginemos que solemos quedarnos retrasados y siempre, en cuanto estamos atacando una pista roja, los pensamientos sobre la posibilidad de quedarnos atrás empiezan a aparecer. En casa, sentados tranquilamente, reflexionemos sobre el hecho de que absolutamente todo el mundo tiende a quedar retrasado, y que la cuestión no es tanto evitar esto tan natural, como el tratar de regular el equilibrio y conseguir recuperarse de esta posición. Sentados en el borde del sillón recreemos en nuestra mente las sensaciones que tenemos al esquiar retrasados y pensemos, por ejemplo, la frase “en pié”. Automáticamente llevaremos a cabo el gesto de avanzar los brazos y poner en tensión la musculatura dorso abdominal para equilibrarnos, mientras nuestras piernas nos levantan.

En un fuera de pista de más de 45 grados y nieve costra, es imprescindible tener automatizada la habilidad mental de sustituir “sobre la marcha” pensamientos negativos por otros auto-mensajes positivos. Esquiador Richard Berger, Hochkar, Austria, 2006. Foto cortesía del libro “Esquí, Rendimiento y Emoción, Desnivel 2008. © Carlos Guerrero Castillo.
Ya en la pista, recordemos las sensaciones que teníamos al pensar en casa la frase “en pie” y, cada vez que notemos que estamos quedando retrasados, paremos el pensamiento negativo y pensemos nuestra instrucción positiva…. Automáticamente reaccionaremos a esta orden, nos centraremos y estaremos equilibrados para la siguiente curva…. Fácil ¿Eh?...En realidad estamos haciendo algo complejísimo: estamos planteándonos un objetivo concreto, realista y mensurable, aunque también ambicioso; estamos focalizándonos en una tarea concreta y estamos dirigiendo el pensamiento deliberadamente hacia ese foco y, además, estamos utilizando la poderosa herramienta de la imaginación para recrear en nuestra mente las sensaciones aparejadas a un gesto motor, que “programará” nuestro cuerpo para responder a un estímulo determinado… Complejo, sí, pero más fácil de hacer que de explicar y, sobretodo, al alcance de cualquier mortal que tenga la determinación de proponérselo, independientemente de su nivel y de sus expectativas hacia el esquí.

Las instrucciones de los entrenadores deben ser concretas y positivas, y suelen ir unidas al empleo de la imaginación para recrear en la mente los gestos motores adecuados, antes de ejecutarlos en la pista. Esquiadores Antoni Portas y Johannes Putz, Hochkar, Austria, 2006. Foto cortesía del libro “Esquí, Rendimiento y Emoción, Desnivel 2008. © Carlos Guerrero Castillo.
A veces, la cuestión no es tan sencilla, y los pensamientos negativos que nos asaltan no son tan simples como el que acabamos de describir. Podemos tener pensamientos muy negativos sobre errores o accidentes pasados, sobre las consecuencias de cometer un fallo, sobre nuestra propia capacidad, etcétera, y para ello tendremos que hacer un verdadero esfuerzo de raciocinio y de objetividad para tratar de conjurarlos. Nada, no obstante, que no podamos empezar a inventariar ahora mismo y a intentar a ponerles remedio ahí donde estamos, delante del ordenador para que, cuando llegue la temporada, tengamos la mente un poco mejor entrenada y en vez de perjudicarnos, ese revoltoso diálogo interno nos ayude a sacar en las pistas todo nuestro potencial físico y técnico.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2010