Hoy día prácticamente todos los deportistas incluyen en su entrenamiento el uso formal de la imaginación. Bien aplicada resulta tan potente que se usa con éxito incluso en la rehabilitación de lesiones medulares. Sin llegar tan lejos, sabemos por otros articulillos que el uso de la imaginación nos puede ayudar a mejorar nuestro esquí y a superar pequeños obstáculos donde estemos estancados.
Desde lo específico a lo general y desde lo cognitivo a las emociones podemos usar la imaginación tanto para visualizar un simple gesto bien ejecutado como para componer toda una complejísima actuación a largo plazo, imaginando por ejemplo un escenario múltiple como el ambiente de una carrera, nuestro nivel de motivación, el comportamiento de los contrincantes, la resolución de los conflictos potenciales o el aprovechamiento de las oportunidades que puedan surgir, así como toda la red de pensamientos, sensaciones y emociones ligadas a todo ello...
Pero lo que nos interesa hoy de la imaginación es la manera de entrenarla y practicarla según nuestro nivel. Ya habíamos hablado de que para ejercitarla hay que ir, como en todo, de lo simple a lo complejo y empezar en casa desde lo básico, relajados, tratando de visualizar las cosas desde una perspectiva interna y subjetiva (desde nuestros propios ojos) y tratando de implicar todos los sentidos posibles de la forma más vívida que seamos capaces. Más tarde, en las situaciones reales, nos resultará más fácil aplicar y pulir con más práctica lo que ya traemos interiorizado.

Las teorías actuales aconsejan trabajar la imaginación “en capas”: empezando por visualizar cosas simples y añadiendo poco a poco detalles relevantes. Por ejemplo, para salir de ese estancamiento en el que me veo en la actualidad no basta con que me imagine a mí mismo esquiando estupendamente. Primero empezaré por visualizar los gestos básicos que el profesor me ha indicado y las sensaciones que van aparejadas a ellos. Esto ya de por si me ayudará a mejorar, aunque puedo ir refinando continuamente esta habilidad añadiéndole todo tipo de detalles cinestésicos, del entorno, de mi foco de atención, de la estrategia de la bajada, pensamientos negativos o positivos, etc, para poco a poco ir puliendo todas y cada una de las fortalezas que me favorecen y los inconvenientes que me impiden progresar.
No olvidemos que la imaginación es como cualquier otra habilidad, requiere de práctica y no obra milagros si no está integrada en un plan realista de mejora global, física, técnica, mental y de las emociones. Eso sí, tiene la enorme ventaja de que puede practicarse en cualquier sitio, a cualquier hora, y podemos empezar a experimentarla ahora mismo.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2014