Ya que en verano no solemos esquiar, vamos a comenzar hoy una serie de articulitos sobre cosas que podemos hacer fuera de la nieve y que mejorarán nuestro rendimiento el año que viene. Lo vamos a dividir en cinco capítulos;
- Anda con los bastones
- Cómprate un espejo
- Aprende unas nociones básicas de anatomía
- Entrena el físico específicamente
- Transfiere de otros deportes para concentrarte mejor
Empecemos con el capitulín sobre los bastones.
Caminar con los bastones va a hacer que mejoremos la posición de las manos y los brazos. Aunque parezca una chorrada, un mal uso de los brazos es una de las cosas de las que menos se da cuenta la gente, que más problemas genera y que más arruina lo que estemos haciendo bien con las piernas y los pies.
Los brazos contribuyen al equilibrio y permiten usar el bastón con eficiencia por lo que, una posición mala de manos, en el mejor de los casos nos hará esquiar rígidos y con poca fluidez y, en el peor, interferirá con el equilibrio. También, como sabemos por otros artículos, el brazo está conectado con la pelvis a través del dorsal mayor y, cualquier movimiento excesivo de aquel, puede hacer que la cadera pierda su angulación, rote o ambas cosas, haciendo que perdamos el apoyo en el exterior. Si observamos, veremos que la mayoría de las veces que terminamos dando un zapatazo lateral, derrapando o perdiendo el apoyo, era debido a que no llevábamos la suficiente disciplina en las manos y los brazos.
El problema es que llevar las manos disciplinadas es un rollo, es difícil mantenerlas todo el rato y requiere muchas horas de práctica concentrada para que se convierta en algo automático y natural. De ahí la oportunidad de trabajarla en verano.

La idea es tan sencilla como salir a caminar con los bastones y, en vez de hacerlo de la manera habitual, pie derecho bastón izquierdo, concentrarnos en las siguientes pautas:
- Clavaremos el bastón del mismo pie que estamos adelantando. Esto imita el gesto de clavar el bastón del esquí exterior en el que nos estamos apoyando.
- Mantendremos la vista al frente, los hombros relajados y ambas manos adelantadas y a la misma altura. La tentación será bajar la mano tras clavar para que el brazo descanse, pero debemos tratar de mantenerlas adelante, en el campo de visión, y eso se transferirá a nuestro esquí en el futuro con magníficos resultados.
- Clavaremos con suavidad, pero siendo conscientes de la conexión entre el pie que se adelanta y se apoya, y ese bastón que se coordina con él. Esta “toma de consciencia” de la conexión entre el brazo, la cadera y la pierna exterior, al llegar a la nieve nos hará apoyarnos en ese esquí dominante con mucha eficacia, desde el principio al final de las curvas.
Y nada más por hoy. Este truquillo sencillo nos dará una posición de manos y brazos natural, relajada y eficaz que, además de hacernos más armónicos y fluidos, evitará las interferencias negativas de un mal uso de los brazos con el resto del cuerpo.
Buenas huellas y feliz verano
Carolo, junio de 2021
Fotografía © Antonio de Andrés, https://www.instagram.com/fotoblazar/