Cuentan los libros que con el Descubrimiento de América, las ricas minas de plata y tal vez de oro (aunque de esto último debia haber bien poco, dado los manejos del paisano Paracelso para producir tan imprescindible metal) perdieron interés y la zona empezó a despoblarse.
Con posterioridad, las persecuciones del poderoso arzobispo de Szalburgo hacia los protestantes, obligaron a estos a refugiarse en ese valle bastante inaccesible y juramentarse, mediante la toma de unos granos de sal de la región, para partir a América antes que retractarse de sus creencias.
Así lo hizo mucha gente, y un apellido famoso como Eisenhower viene de esa tierra. De otra zona no lejana proviene otro apellido famoso y polémico en estos días Schwazeneger.
Así que es una zona que ha estado perdiendo población hasta hace poco.
Sin embargo, ahora se la ve floreciente, y llena de rusos, polacos, húngaros, checos y demás.
Cuando a finales de los 80 , los dos polacos, el Papa y el Sindicalista, junto con la ayuda de la Mac Donald empujaron para hacer caer lo que Whiston Churchill dió en denominar el Telón de Acero, la clase obrera fué al paraíso, como pone en el título de una neorealista pelicula italiana.
La descripción que hacer Gunter Grass en su libro "Es cuento largo" relatando esos acontecimientos,y más concretamente la caída del Muro de Berlín es sencillamente magistral.
Los dos alemanes orientales, dando vueltas por la parte oriental, sin nada que hacer (antes tampoco hacían nada) y añorando su coche de cartón piedra, los famosos Trabys en los que cruzaban a la parte occidental para ir a cobrar los marcos alemanes (fuertes) y sus reflexiones sobre alemania bajo los tilos de la avenida Ünder der Linde es magistral, como toda su obra.
Ahora esos alemanes, más rusos, checos, polacos y etc. se desplazan a las pistas de esquí de la zona austriaca y las saturan.
Daba gusto y añoranza contemplar en el hotel a sesentones rusos como armarios, portando orgullosos y fieros, camisetas con la descripción de la anitgua unión soviética, en caracteres cirílicos: CCCP.
Pero también han impuesto otras modas.
El hotel, grande (128 habitaciones) y bien situado, ha venido a menos. Huele a puchero y se funciona a golpe de achtung, achtung..
Se cena de 6 a 7:30, y cuidadito con llegar tarde.Te asignan una mesa, que es la que debes mantener durante toda la instancia.Una mesa pequeñita por cierto, en la que a nosotros quisieron ponernos un par de acompañantes, a lo que nos negamos.
Tenías que elegir el menú la noche antes y el servicio era escaso y generalmente mal educado.
En las habitaciones, amplias, soleadas y añorantes de tiempos mejores, no había jabón, sino dispensadores de esos que hay en las gasolineras y las sábanas nos las cambiaron a los 10 días, cuando protestamos.
Y no es que el precio fuera barato, sino que esa gente está acostumbrada a lo que está, son muchos,pagan bien y exigen poco.
Son la nueva Europa, que ataca a la vieja Europa, según el secretario de Defensa USA (será de por aquí el capullo ése?)
Menos mal que el Möet y Chandon y los bombones suizos tienen los mismos precios que en España, y me he podido entregar a vicios inconfesablemente capitalistas.
Pero no creais que esa organización hotelera me ha molestado demasiado.
Me ha dado un sentido de "dejá vu", no por mi visita en los años 80 al intransigente y doctrinario país comunista de Bulgaria, sino a los hoteles de la época del franquismo.
Me refiero a los organizados para obreretes por la denominada Obra Sindical de Educación y Descanso (que algunos llamaban de poca educación y mucho decanso) y los albergues del Frente de Juventudes, de mucho tambor y pajas bajo las mantas.
Nos atacan los del este, y con san Woytila a la cabeza, cual Santiago Matamoros, nos van a enviar a esquiar al mismísimo Kilimanjaro.
No digais que no os he avisado.
saludos
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