Hace unos días publiqué un artículo en el que intentaba expresar la idea de que absolutamente todos cometemos errores al esquiar y que, por tanto, la bajada perfecta nunca existe. Siempre, en cada curva, en cada bajada, tenemos algo que podemos mejorar.
Hoy me gustaría seguir con ese discurso y llevarlo un poco más allá…
Todos tenemos lo que comúnmente se llama una ‘zona de confort’, en el mundo de la enseñanza del esquí suelo hablar de ella como una zona imaginaria que delimita las pistas, tipos de nieve, tipos de viraje y velocidad en que nos sentimos cómodos y seguros esquiando. Como más nos acercamos a los límites de esa zona más nos parece que estamos ‘forzando’ la maquinaria, ya sea porqué esquiamos en pistas más difíciles, en nieves en las que no estamos acostumbrados, o a más velocidad de la habitual. En los límites de esa zona tenemos la sensación de estar ‘arriesgando’, tenemos la sensación de que cualquier pequeño fallo nos puede llevar al suelo pero, por otro lado, es únicamente en esa zona ‘limítrofe’ en la que se pueden aprender ciertas cosas, una de ellas es la que nos ha traído hoy aquí: aprender a recuperarnos de los errores que cometemos al esquiar.
Las razones para ello son simples, si esquiamos siempre en nuestra zona de confort es difícil que cometamos errores ya que tenemos un control mucho más preciso sobre nuestros movimientos y podemos prever con mucho más acierto como éstos se reflejarán en nuestros esquís o en la nieve. Esto, evidentemente, no quiere decir que nunca vamos a caer si esquiamos siempre dentro de nuestra zona de confort, pero es mucho más improbable que suceda.

Entonces, si esquiamos siempre en el centro de nuestra zona de confort, ¿cómo aprenderemos a ‘salvar’ los errores que cometemos al esquiar? ¿cómo nos dotaremos de recursos y habilidades para superar momentos complicados y poder proseguir con nuestra bajada?
A mi modo de ver, la única manera de aprender a esquiar es esquiando, y de la misma manera, la única manera de aprender a recuperarnos de los errores pasa por cometerlos. En ese punto todo lo que hayamos trabajado durante nuestro aprendizaje, todas las habilidades adquiridas y esquemas motrices se activarán de forma automática para ayudarnos a superar el ‘trance’. Esto a su vez generará nuevos recursos y habilidades de modo que la próxima vez nuestro cuerpo estará un poco más preparado para ‘salvar’ la situación complicada.
Resumiendo, si queremos ser mejores esquiadores, debemos aprender a recuperanos de un error y seguir esquiando. De la misma manera, debemos esforzarnos por adquirir nuevas habilidades y recursos que nos permitan salir sin mayores consecuencias de situaciones complicadas y, todo ello, pasa por aprender a buscar los límites de nuestra zona de confort, esquiar en ellos o incluso más alla de ellos, cometer errores y, poco a poco, coger experiencia en salvarlos.
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Sam Suarez,
Técnico deportivo superior