Otra mañana más al "tajo"!! Esta vez, el día amanecía con los habituales 10 grados, pero hoy nublado y lloviznando.
El plan hoy era conocer el Zillertal Arena, el tercero de los cuatro dominios del valle. La idea era poder llegar al final de la estación (Konigsleiten) y volver, pero el tiempo estaba inestable y nos encontramos con la sorpresa de que la conexión con Gerlos estaba cerrada. Arriba la visibilidad era buena, pero nevusqueaba sin muchas ganas y la nieve estaba muy húmeda, así que hoy habría que ir con cuidado.
Como siempre en el Zillertal, la subida desde el valle, en este caso desde las afueras de Zell am Ziller, se hace dejando el coche en "el parking del Carrefour", en un paisaje que supongo a veces estará nevado pero que nosotros pillamos totalmente primaveral. Los primeros metros de desnivel se remontan entre granjas, ganado, pequeños caminos rurales y campos de césped minuciosamente segado.
Al estar las conexiones cerradas, lo que nos quedaba era una estación de unos 70 kms de pistas rojas, servidas por dos telecabinas y tres telesillas rápidos. Las colas eran mínimas y los tiempos de subida tan escasos que quizás éste fue el día que más tiempo neto le dedicáramos al esquí.
El entorno es precioso, quizás la zona más bonita del valle. Las pistas que bajan a la cota mínima salvan desniveles de unos 1000 metros y son una pasada de rojas entre bosque, con peraltes, curvas y zonas con pendientes más que interesantes. En especial la pista número 18, servida por un rápido telecabina, con vistas hacia el Zillertal y la zona del Ski Optimal, me pareció de las mejores que he hecho nunca (muy, muy cerca de la Stephan Eberharter...). Ojo a la bajada:
Al esta gran parte del dominio cerrado disfrutamos la estación de verdad. Qué placer, encadenar 4 o 5 bajadas por pendientes desiertas con un cafetico en un hutte cualquiera a pie de pista para entrar en calor, y oootra vez arriba a repetir la jugada.
Se intentó la conexión de nuevo, pero estaba cerrada, y además las pistas superiores, las del enlace con Gerlos, son bastante sositas y no valen mucho la pena. Además soplaba mucho viento, estaba nublado y las vistas estaban ocultas, ¿para qué empeñarse? Además, en las ocho o diez pistas que estaban abiertas había muy poca gente y un buen ambiente de esquí.
Ojo a esta foto del chiringuito donde comimos, porque me gusta especialmente la vista que se aprecia al fondo. Refleja muy bien el estado primaveral en el que nos encontramos el valle, además del mimo con el que los austriacos saben conservar la nieve, y también la fisionomía típica de las estaciones de esquí en el Zillertal, con el grueso de las pistas entre 1500 y 2500 metros y una bajada a cada pueblo... La primera cinta de nieve que se ve es un itinerario innivado que baja a una urbanización a las afueras de Kaltenbach. La segunda es la Stephan Eberharter, y la tercera, la pista roja que baja por la pequeña estación de Hochfugen, que está previsto se una al Ski Optimal en un futuro cercano.
En este chiringuito, como decía, nos comimos espaguetis + Zillertaler Weibsbier por 8 euretes, y después estuvimos bailoteando un rato ante estos dos "vaqueros tiroleses" que tocaban música de vaca (rock americano de los'80 y '90) ante una enfervorecida audiencia...
Como la nieve ya estaba un poco peligrosa y el día se había cerrado, nos retiramos a las 3 de la tarde con la idea de marchar a Innsbruck. Supongo que por la meteorología, había poco bullicio en el valle, así que aprovechamos para cambiarnos rapidito, sacarle una fotito a nuestro apartamento... (la habitación donde dormíamos eran las dos ventanas de la derecha del primer piso)
... y carretera y manta hasta Innsbruck.
Por el camino llama la atención la estación de Schlick 2000, que sobre el papel tiene una pinta muy muy maja, y sobre todo Nordkette, encaramada en las montañas que encajonan la ciudad y con acceso directo desde el centro de Innsbruck. Otro de mis futuros planes de viaje a Austria incluye alojamiento cercano a la capital del Tirol con visita obligada a estas dos estaciones.
Al día siguiente (jornada 4 y penúltima del viaje) tocaba visita relámpago a la pequeña estación de Ahorn, para después pasar el grueso de la jornada en el megadominio de Penken. El tiempo se esperaba bueno de nuevo, pero tampoco nos imaginábamos el calor que íbamos a acabar pasando...
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