Ha pasado un temporal por toda la Península que pocas veces lo vamos a ver, ha dejado medio país cubierto de nieve, y, como no, Catalunya no podía ser diferente. Aquí no ha causado los estragos que ha causado en Madrid, pero nos hemos llevado una parte muy importante del pastel.
Esta vez ha sido todo muy distinto, en Catalunya estamos confinados en nuestro municipio y es difícil moverte, se puede estar más o menos de acuerdo con estas medidas, puede ser más o menos legal, no voy a ser yo quién ponga en duda todo esto, pero es lo que hay y nos tenemos que aguantar.
Normalmente cuando hay estas grandes nevadas, incluso bastante más pequeñas, el teléfono no para de sonar, no hacen más que llegar whatsapp a todas horas, pero con la situación que tenemos aquí, casi no hubo movimiento, era una sensación extraña.
Yo era de los pocos afortunados que podía disfrutar de ese gran pastel que dejaba a medio país teñido de blanco y, como digo, se hacía raro no poder disfrutarlo con algunos de los que siempre lo haces. Esos que siempre están allí dispuestos a dejarlo casi todo para disfrutar del polvo blanco.
Sábado 9 de enero amanecía con todo blanco, desde la estación me decían que llevaban un palmo de nieve caída por la noche y que seguía nevando. Tenía varios amigos por allí disfrutando de lo lindo y enviándome fotos, me comían los nervios, pero no sería hasta el día siguiente que podría ir. No había problema, seguía nevando sin parar, así que el powder estaba asegurado.
Esa noche la pasé fatal, realmente mal, no pude pegar ojo en toda la noche, vi todas las horas del reloj. Siempre me pongo nervioso antes de un día de powder, pero esta vez fue distinto, fue peor. La temporada pasada había sido más corta de lo habitual y sin gozar de días así, bueno, sólo uno y, ésta, los temporales majos se habían quedado en caras norte dejándonos olvidados en nuestra zona, así que había muchos ingredientes para estar nervioso, además, podría poner a prueba mis preciosos y galardonados Dynastar M-PRO 99.
Domingo por la mañana, suena el despertador (había estado esperando eso durante toda la noche), preparo bocadillos, cargo las botas y el casco en el coche (los esquís ya los había dejado allí la tarde anterior), y me voy dirección a Port del Comte.
Pasado Solsona, a unos veintitantos kilómetros para llegar a Port, percance en el coche, ¡¡¡NO PUEDE SER!!! No me puede pasar esto en un día así, no se puede ir todo al traste. De golpe aparece la luz, me llama Lucas, uno de los socios de la escuela de esquí La Bòfia y me comenta que alguien le ha dicho que me había quedado tirado. Se lo explico y me dice, tranquilo que ahora alguno de nosotros te venimos a recoger, deja el coche en algún lugar que no moleste y venimos.
Al cabo de un buen rato de espera y viendo como no paraba de nevar, llegaba Manel, otro de los socios de La Bòfia, se perdía las primeras bajadas de un día de sueño para venir a buscarme, esas cosas no se pagan con dinero, lo voy a recordar toda mi vida, ¡¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS Manel, Lucas y a La Bòfia en general!!! Sois muy grandes!!
Bueno, al lío, cargamos el coche con todos los trastos y para arriba que nos vamos.
La cosa pinta de escándalo, así está la carretera a falta de bastantes kilómetros y en cota relativamente baja.
Vamos ganando altura y el panorama es tremendo. Hasta que llegamos al parking de Port con unas montañas de nieve bárbaras, y todo ello sin parar de nevar.
Sacamos todos los bártulos del coche y nos vamos a la caseta de La Bòfia a cambiarnos rápido, nos estamos perdiendo el pastel!
Arrancamos y al subir a la silla, me invade una mezcla de nervios, ilusión y sobretodo, alivio por haber llegado y estar ya con los esquís puestos.
Además era de esos días "malos", frío, nevando, algunos ratos con luz plana. Es de esos días en que das gracias a ir con buena ropa para disfrutar bien el día y no pensar en nada más.
Primer descenso por la pista negra El Tub.
Ese día casi era igual bajar por pista que por fuera de ellas, era todo nieve virgen, y ¡¡qué nieve!!
Aunque allí ya había bajado mucha gente (bueno, mucha no porque había muy pocas personas en la estación debido al confinamiento, pero las suficientes como para no dejar trazas vírgenes en según qué zonas), la nieve era tan buena que daba igual, no te enterabas de las otras trazas, ya no sé si por la nieve o por los esquís nuevos, jajajajaja, creo que era un poco de todo.
Nos íbamos al sector Sucre, dónde nos esperaba Fernando de los SkiPowderLovers, habíamos quedado allí para hacer alguna grabación y fotos para el test de los Dynastar M-PRO 99, de la que ya publicaré la review más adelante.
Un gran abrazo a distancia al encontrarnos y al lío!
El día era tan especial que no podíamos hacer más que disfrutar. Hay días en los que no paras ni a respirar, hay otros en los que sin parar mucho, quieres que queden recuerdos para tu historia personal, y hay días que te lo tomas con más calma. Ese era de los segundos, íbamos parando a tomar algunas fotos y vídeos.
¿Estábamos en el Pirineo? Entre la cantidad de nieve polvo caída y al estar la estación en medio de bosques, más bien parecía que estuviéramos en algún pueblo del Tirol, en los espesos bosques canadienses o incluso, en Japón. Ya sé que quizás parezca exagerado, pero cuando una estación está rodeada de frondosos bosques y llena de nieve, creo que es irremediable pensar así, al menos es lo que comentábamos los que estábamos allí.
Siempre había soñado con un "faceshot" a lo grande, y ese día se pudo conseguir, había zonas con una acumulación de nieve que eran un verdadero espectáculo.
Las bajadas se sucedían una tras otra y el gozo se hacía difícil de describir, era un sueño.
Al rato nos encontrábamos con Oriol de Liken Skis, que se había acercado a la estación para probar una de sus últimas creaciones para powder, el Balaitús 108, algún día lo tengo que probar, parece que iban realmente bien.
Seguíamos gozando como niños pequeños jugando en el barro, pero nosotros en powder.
Como veis, la cantidad de nieve parecía de pecado, la borrasca Filomena se había portado "Filomenal" en Port del Comte.
Llevábamos varias horas dale que te pego, pero allí estábamos como jabatos, dándolo todo como a primera hora.
Por fin teníamos alguna toma de Fernando, que el pobre estaba allí unos buenos ratos cámara en mano.
Después de unas maravillosas tomas que nos había hecho Fernando, tenía que irse.
Nosotros seguíamos un buen rato más e íbamos en busca de algunos de los otros profesores de La Bofia que estaban por allí, Anna, Clara y Bernat. Con ellos ya no hubo tiempo para fotos, jajajaja hasta que nos dio la hora de marchar.
Habíamos gozado de un maravilloso día de esquí, de esos días que vamos a recordar toda la vida. Si viviéramos en el norte de Japón, seguramente no le daríamos tanto valor a una nevada así, pero como vivimos en el Pirineo, para nosotros fue como trasladarnos a otro continente durante varias horas.
Tocaba recoger bártulos e ir para casa, tanto para ver a la familia como para poner a secar las botas porque al día siguiente volvíamos a darle otra vez.
Lunes por la mañana y dirección hacia Port del Comte. El día amanecía despejado y con un sol de justicia, tendríamos un "bluebird day" como dirían los americanos, y encima con la carretera bien limpia.
Llegaba al parking y lógicamente casi vacío, maldito Covid-19, puesta de botas y para el telesilla.
Allí había quedado con Lucas, uno de los socios de La Bòfia, con Clara, profesora de la misma escuela y con Dani, píster de la estación, parece que iría bien acompañado, jajajaja.
El paraíso existe y sé dónde encontrarlo.
Empezamos fuertes, nada de calentamiento, es de esos días en que vamos a darlo todo, alguna foto o vídeo, pero vamos a fundirlo todo, jajaja.
Quedan todavía muchas zonas sin pisar y la noche despejada junto con el intenso frío, han hecho que la calidad de la nieve sea incluso más seca que la del día anterior.
Las bajadas se suceden una detrás de otra casi sin parar, suerte de las cámaras de acción, si no, pocas instantáneas habría.
Para llegar a algunos trozos de nieve virgen, había que pisar un poco de pista, ¡¡qué gozada también!! Parecía que estabas esquiando sobre goma o sobre espuma, qué sensación tan bonita cuándo yendo por pista notas como te hundes un poco, como si llevaras muelles suaves debajo de los pies.
Llegamos a la base del Sucre y allí nos encontramos a Marc (el chico que nos subió la temporada pasada en ratrac para disfrutar de una experiencia única) el cual me dice...
- Hacer otra bajada y subir por la percha a la estación superior de la misma zona, que tengo una sorpresa.
Viniendo de él, sabía que algo bueno nos esperaba. Así que un descenso más, volvemos a coger la percha y...
Pues Marc se había superado, allí nos esperaba con la moto de nieve y una cuerda preparada para remolcarnos a una zona de la estación que estaba cerrada.
Con la cuerda a punto, sólo nos tenemos que colocar bien y para arriba!!
No sé a vosotros, pero en esta última foto parece que estemos haciendo cat-ski en las rocosas, sencillamente alucinante.
Llegamos arriba de la zona de La Bòfia, teníamos tiempo para hacer un par de bajadas, Marc tenía que volver a trabajar. ¿Qué lineas haremos? El terreno es grande, las pistas de la zona están pisadas para que estén a punto cuándo se levanten un poco las restricciones de movilidad, por tanto, allí tenemos impolutas la línea del telesilla y toda la zona freeride El Bosquet, así que para la primera decidimos la línea de la silla.
Menudo espectáculo, todo para nosotros abriendo huella.
Llegamos abajo extasiados por la experiencia, pero claro, daba tiempo a una más, así que para arriba otra vez a desvirgar el Bosquet. No sin antes unas fotos de postureo.
El descenso, orgásmico, todo un inmenso bosque para nosotros solos, bajada memorable y directos hacia el Bar Sucre a tomar un tentempié, casi 5 horas seguidas sin parar pasan factura, así que toca comer e hidratarse.
Bocadillos, patatas bravas caseras y un zumo de cebada hacen que nos recuperemos bastante bien. Así que todavía podremos darle algo más...
Eran sobre las 15h de la tarde y todavía había zonas sin pisar, y las trilladas conservaban una nieve bárbara.
Un par de descensos más y tocaba recoger bártulos y volver para casa.
Habían sido un par de jornadas épicas, dos días que se quedarían grabados en nuestro cerebro para toda la vida.
Me gustaría dar las gracias a Marc por la súper sopresa de la moto de nieve, a todas y todos con los que he podido compartir estos dos días, y a todas las estaciones Catalanas y Españolas que han abierto, en especial a Port del Comte por hacer el esfuerzo de mantener abiertas sus instalaciones a pesar de las fuertes restricciones de movilidad, espero que el gobierno les devuelva el favor permitiendo que la gran mayoría de gente se pueda mover para subir a esquiar, ni que sea un sube-baja, señoras y señores, NO HAY NINGÚN PELIGRO POR SUBIR AL COCHE, LLEGAR A LA ESTACIÓN DE ESQUÍ, ESQUIAR Y VOLVER PARA CASA.
Y como siempre os digo...