Hay otras formas en las que los esquís pueden relacionarse (convergentes o divergentes) pero ese no es el tema de este artículo.
Para que los esquís se relacionen de forma paralela, hemos de realizar unos ajustes en la simetría (las espátulas a la misma altura) en una acción similar al sistema diferencial de la dirección de un coche, para poder mantener la misma flexión de tobillos en las dos piernas en todas las fases de la curva, lo que nos da la posibilidad de poder graduar los apoyos y el ángulo de canteo de los esquís. Al mismo tiempo mantendremos la misma separación entre las espátulas y las colas (paralelismo).
Al esquiar de esta forma nos estaremos moviendo sobre un paralelogramo que ira variando de rectángulo, en el que solo sus lados opuestos tienen igual longitud (y todos sus ángulos son rectos) en la fase de cambio, a romboide, en el que solo los lados opuestos son iguales (y sus ángulos no son rectos) en las fases de curva.
Sobre ese paralelogramo nos moveremos para gestionar la presión sobre el punto óptimo del esquí, según la fase se curva en la que estemos.
A continuación se presenta una contextualización práctica sobre el análisis teórico de las acciones principales en cada fase del movimiento.







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