Quizá algunos de vosotros sabréis que, además de ser profesional de la enseñanza del esquí, tengo otro trabajo, soy responsable de proyectos en una empresa de consultoría informática...
¿Y a que viene explicar esto ahora os preguntaréis? Pues a que en ese entorno laboral, es habitual ver como los compañeros se forman de forma continuada: másters, certificaciones y cursos para adquirir nuevos conocimientos y habilidades son parte del día a día de nuestra profesión.
Quizá es por esa razón que me cuesta entender como algunos compañeros de profesión, esta vez en el mundo del esquí alpino, ni buscan ni aprovechan las oportunidades para crecer como profesionales. Y es que muchos profesores y entrenadores de esquí parecen satisfechos de lo que saben y de como esquían, no parecen considerar aquello de ‘el saber no ocupa lugar’ y no mueven un dedo por seguir mejorando y aprendiendo.
No sería la primera ni la segunda vez que en mis más de 20 años de profesión que he oído a profesores y entrenadores quejarse amargamente de que les ‘obligaban’ a asistir a un curso o a una formación. Lejos de entender este tipo de formaciones y cursos como una oportunidad de compartir experiencias, expresar dudas o aprender nuevas metodologías y ejercicios, lo ven como algo redundante e innecesario… Total ‘yo ya me saqué el título cuando tocaba’… o 'para lo que hago me sobra con lo que se'...
Debo admitir que como profesional me cuesta entender este tipo de actitudes, he sido (o soy), profesor, entrenador de equipos de competición, e incluso formador de profesores (formé parte del equipo de FESNEU hace ya años), y creo que nunca he dejado de aprender y nunca he considerado que ya sepa suficiente.
Hace poco, durante el curso de reciclaje y formación continua que convocó la AEPEDI (Asociación Española de Profesores y Entrenadores de Deportes de invierno) en Masella, un compañero (Raul Capdevila) dio una interesante conferencia hablando de algunas cosas que considera que nos hacen mejores comunicadores, mejores educadores y mejores profesionales. Uno de los ejemplos que expuso es que cada uno tiene a su disposición una serie de recursos, como si de una biblioteca con libros se tratara, y ante la duda o necesidad de un alumno, acudimos a ella para encontrar el libro (o la combinación de libros) que dará respuesta a esa necesidad de ese alumno concreto. Pues bien, cada curso que hacemos, cada formación a la que asistimos, cada debate con compañeros en que participamos, añade libros a esa biblioteca.
Foto con Pep Serra, director técnico de mi club (CANMC) y formador de FESNEU.
En mi opinión, nuestra profesión requiere de un punto de ilusión. Debemos amar el esquí y la enseñanza si queremos poder transmitir esa emoción a nuestros alumnos (o corredores) y, si esto realmente nos apasiona, ¿como puede suponer un sacrificio el asistir a un curso de formación o reciclaje?
Creo firmemente que los reciclajes y los cursos de formación son necesarios a todos los niveles. Son necesarios a nivel individual para mantenernos informados y actualizados, y son necesarios a nivel colectivo para hacer más 'grande' nuestra profesión subiendo el nivel medio del conjunto de los que la practicamos.
Fin de semana de formación con los compañeros del CANMC
Creo que son esas pequeñas cosas las que marcan la diferencia entre ser o no ser un buen profesional, alguien que ama su profesión, y busca constantemente el ser mejor profesional, o alguien que se conforma con lo que ya sabe.
Si queremos que nuestra profesión (y titulación) se respete, valore y reconozca tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, todos debemos asociarnos (unidos somos más fuertes) y trabajar juntos para conseguirlo, formándonos, buscando la mejora continua en cada ocasión que se nos presente, y luchando por ser mejores profesionales cada día que subamos a pistas.
Y vosotros, ¿qué opináis sobre la importancia de la formación continua en los profesionales del esquí? ¿Creéis que es necesaria? ¿Imprescindible? ¿Debería ser obligatoria?
Winter is coming!
Sam Suarez,
Técnico deportivo superior