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Última actualización: 22/04/2024 a las 20:28:35 (CET)

El Miedo y el Esquí

El Miedo y el Esquí

Yo me hago llamar en el foro Clint, mi afición al esquí comenzó hace unos 27 años mi aprendizaje ha sido autodidacta (siempre creí que su enseñanza tenia por finalidad distraer al alumno de sus miedos y yo siempre quise darle la cara a los míos)

La fobia I: El difícil equilibrio entre el placer y el displacer.

Aunque no estéis de acuerdo con las teorías de Sigmund Freud (sus contemporáneos tampoco lo estaban), si admitiréis que la búsqueda del placer es una de las motivaciones mas importantes del ser humano. Tampoco creo que me costará mucho trabajo convenceros de que el ser adulto ha aprendido que todo en la vida no puede ser placer, a pesar de que siga empeñado en un logro, tan contradictorio con esta convicción, como es la felicidad (entendida como un placer constante y duradero y por supuesto con ausencia de dolor).

¿Vamos bien? Estupendo. Entonces lo que viene es mas fácil de entender. Admitido que el ser humano adulto acepta la existencia del dolor, el problema se reduce (en lo que nos afecta, que no olvidemos que es la fobia), a ¿qué ocurre cuando una persona vive mas situaciones dolorosas que placenteras? La respuesta es: que no lo se. Hay que tener en cuenta que cada persona es un mundo y un mundo distinto. Pero en lo que nos concierne y para comprender la fobia, si puedo invitaros a suponer que cada uno de nosotros tiene un depósito en el que se almacena la angustia sufrida por los logros no conseguidos, por los conseguidos en forma incompleta o diferente a la deseada y por las desgracias o sinsabores acaecidos.

Seguro que alguien ya ha imaginado su depósito lleno a rebosar de esas angustias. Quien pueda tener esta visión comprenderá fácilmente lo que ocurriría si el contenido de ese depósito se saliera de golpe o en grandes cantidades. Pero no siempre que ello ocurra se va a producir la fobia. Como he dicho cada persona es distinta y se la maneja de una forma diferente (me refiero a la angustia claro).

Pero dejemos ahora como se manejan otras personas y pensemos en quienes sufren las fobias. Imaginemos pues que el ser humano X, hace el amor poco, no tiene trabajo, su hermano se chulea ante el de lo bien que esquía, tiene una barriguita considerable, el medico le ha dicho que como no haga ejercicio con mas regularidad se va a quedar mas artrósico que una estatua.

Nuestro amigo X tiene una oportunidad de ir a esquiar, piensa que ese es un mundo fantástico que le sacará de tan, para el, asfixiante situación. Rompe la hucha, pide ropa prestada y se va a la nieve. La noche anterior no ha dormido casi y lo atribuye a su entusiasmo por esquiar. Cuando llega, mientras ve a los demás andando deprisa con los esquís en la mano, el se arrastra fatigado y temeroso de que le de un infarto antes de llegar a la pista. Se pregunta ¿Cómo podrán ir siempre tan deprisa? (No sabe que solo lo hacen cuando hay chicas cerca o para no hacer cola en los remontes). Por fin llega, ya sabe esquiar algo y sube al telesilla con sus compañeros. Les oye charlar como si sus voces vinieran de ultratumba. El se busca la cartera por si la ha olvidado. Recuerda que no ha hecho de cuerpo y teme que le pille la necesidad lejos de un aseo. Mira casi constantemente el cable por el que transcurre la silla. Se fija en el artilugio de sujeción. Alarmado piensa que no lo ve cerrado del todo. No quiere decir nada no vayan a pensar que tiene miedo. El miedo no tiene, aunque piensa que se encuentra un poco intranquilo ¿Y si se cayera la silla? ¿Y si el se mareara se escurriera de la silla y se estampara contra las rocas? Mira al frente intentando localizar el lugar en que acaba el recorrido de la silla. No se ve, estará detrás de esa montaña o mas lejos. Nota ansiedad, quisiera llegar ya. Disimula su nerviosismo no quiere que sus acompañantes lo adviertan. Se imagina a si mismo presa del pánico cogiéndose de la pierna de cualquiera. Se ve muriendo ante los ojos extrañados e impotentes de quienes le rodean. Su excitabilidad va cada vez en mas aumento y teme no controlarla. Se dice: Relájate. Empieza a respirar hondo, pero nota que esto no solo no le relaja sino que le pone peor, cree que se va a armar un lío respirando y se matará a si mismo con ello. Recuerda que un amigo le dijo que pensara en algo agradable. Lo intenta pero la imagen agradable es sustituida rápidamente por una trágica. Es como si un virus troyano de los que invaden los ordenadores se hubiera metido en su cerebro y quedaran muy pocos archivos de este fuera del dominio del invasor. Siente que no puede hacer nada para evitar lo que mas teme. El miedo se le apodera, siente que se ahoga, se convulsiona, se avergüenza a la vez de las cosas raras que esta haciendo y que ya no puede disimular. Un sudor frío y un mareo agravan su situación. Con todo esto, piensa, que su fin será esta vez inevitable. Sus amigos se preocupan y a el esto le incrementa la ansiedad. Tiene que hacer algo ¿pero que? Tiene que salir de ahí ¿Pero como?. Por fin el telesilla ha llegado. Increíblemente ya se encuentra mejor y se dice a si mismo y a los demás: “algo me tiene que haber sentado mal”. Y en esto no se equivoca. En lo que se equivoca es en lo que le sentó mal, que por supuesto no es ninguna bebida ni alimento. No obstante cree saber como solucionarlo: no subiendo a la silla, se desplazará con arrastres de percha.

Nuestro amigo no tiene conciencia de la enorme energía que poseen las angustias almacenadas, a las que nos referíamos al principio de este relato, ni como estas se lanzan contra el.

Cree que tiene miedo al telesilla o vértigo a la altura de esta. Pero también se equivoca, pues aunque lo tuviera, ese miedo no podría desembocar en tan escandalosos efectos.

Piensa que esta débil, y yerra igualmente, pues no valora que si así fuera, resultaría imposible la realización de tan enorme gasto energético con sus síntomas.

Busca inútilmente mil causas que justifiquen lo que le aterra y le avergüenza. Encontrará sucesivas claves que poco a poco perderán su credibilidad inicial.

Seria mas fácil para el si se diera cuenta de que, a lo que teme es a la angustia y a que esta le acorrale. Es el peor de los miedos: el miedo al miedo.

Este caso, a algunos puede parecerles exagerado y a otros leve. Pero seguro que todos tendrán curiosidad (y algunos ansiedad) por conocer una solución.

Es difícil una solución porque la fobia se basa en dos aspectos: Una acumulación de angustia anterior y una idea, que no solo escapa a nuestra conciencia sino que lanza otra falsa como si pretendiera engañar a quien sufre la fobia.

Me voy pues a sacar de la manga estas soluciones:

1.- Evitar la acumulación excesiva de angustia: Vida sexual placentera, vida profesional lo mas satisfactoria posible, relaciones familiares y amistosas positivas, etc.. (pensarán algunas féminas que lo de la vida sexual placentera es un imperativo que en mayor grado lo tienen los hombres y que ellas están mas por el amor, los detalles, etc. Pero creo que al menos en lo que se refiere a la acumulación de angustia se equivocan, ya que el mecanismo que la provoca tiene mas que ver con los inevitablemente conservados instintos primates que con nuestros sofisticados principios adquiridos).

2.- Enfrentarse a la fobia: Esta solución dista mucho de tener base sicoanalítica, pero me consta que en algunos casos, sobre todo cuando la fobia no es muy potente, da resultado. Pero para ello hay que vigilar que nuestra actitud de oposición y la energía que empleemos en ello no se pase al enemigo y aumente las fuerzas de este.

3.- Esta actitud: Nuestro amigo X, vuelve otro día a esquiar. Se siente mejor, quiere disfrutar y no piensa en su fobia. Sube al telesilla y esquía. Vuelve a subir y empieza a sentir algo de ansiedad cuando ya esta llegando. Sube de nuevo y se da cuenta de la necesidad que tiene de controlar sus funciones vitales cuando normalmente es el inconsciente quien las maneja (y muy bien por cierto en casi todas las ocasiones). Descubiertos ya, sin lugar a dudas, los primeros síntomas, X decide hacer algo diferente. Se va al Bar y pide ese bocadillo que ha visto comer al surfero que estaba parado junto al remonte y se pide la bebida que no suele tomar, porque la considera mala para la salud, pero cuyo sabor le encanta. Se sienta a disfrutar del paisaje, del sol y de la rubia que se broncea (sabe que no intentará ligarla no sea que falle y acumule mas angustia). Saborea el bocadillo como si no hubiera comido en diez años. Siente el frescor de la bebida. Nota en su piel lo que la rubia debe sentir en la suya al darle los rayos del sol. Se siente feliz. Disfruta casi una hora de esos placeres y después de ello se lanza al goce de ser transportado por tan maravillosos parajes (recuerda como de niño le gustaba ir arrastrado). Toma el sol con el mismo placer que antes o siente el aire en su rostro si no hace sol. Y esquía con el mismo placer que sintió en el bar. No aparece ninguna fobia. Ha conseguido equilibrar algo la balanza en la que se pesan el placer y el displacer. Esta viviendo todos sus actos como si de esa actividad sexual o amorosa que añora se tratara. Probablemente si traslada esta actitud a su futura relación sexual o amorosa no tendrá que echarle la culpa tácitamente a su pareja.

Pero lo mas importante para X , es que aunque no consiguiera lo anterior, el bocata que se ha zampao, y como se lo ha zampao le habrán permitido descubrir el secreto de la vida para no acumular tanta angustia.

Buenas esquiadas y buenas, digo adiós fobias.


La fobia.- Rectificaciones:

A través de mi practica psicoanalítica he tenido la oportunidad de analizar casos diversos de fobias que me llevan a concretar y modificar lo expuesto por mi en anteriores escritos.

Creo que la idea fundamental que debe tenerse en cuenta para entender los procesos fóbicos es que lo temido es a la vez lo deseado en el sujeto que los padece.

Yo antes mantenía que ambos aspectos coincidían pero la conclusión a la que he llegado es que lo hacen en este orden. Primero lo temido porque es precisamente esto lo que da lugar al deseo y no al contrario.

Para facilitar la comprensión de lo que quiero decir me apoyaré en un ejemplo: Un esquiador tiene fobia al telesilla. Con el esquema anterior se ha de descubrir que sensación de pánico mas antigua, en su vivencia, puede reflejar lo temido. En uno de mis casos clínicos el analizado había sido trasladado desde niño a un país extranjero y separado con ello de sus padres, con el tiempo llegó a olvidarse de esta situación traumática y en la adolescencia desarrolló una agorafobia que le impedía salir a la calle en ocasiones y en otras sufría síntomas disuasorios (para no salir a la calle) como vértigos, mareos etc. Con el tiempo estos síntomas aparentemente desaparecieron (mas bien se expresaron mediante una casi constante ansiedad). El analizado en cuestión llegó a ser esquiador, a pesar de que la angustia le atenazaba tanto en el telesilla como en el telecabina, haciéndose un experto en el manejo de los medios de arrastre a ras de nieve. Cada vez daba una explicación distinta !
acerca de lo que creía que temía hasta que un día cuando le pregunté que por que no había ido en su juventud al país en el que quedaron sus padres me confesó que tenia miedo a lo que pudiera encontrar si lo hacia. Resultaba evidente que tenia miedo a ser rechazado de nuevo o incluso podía estar fantaseando que el rechazo fuera mas cruel (lo que no dejaba de ser una situación provocadora de vértigo). El me había contado que le gustaba esquiar en Austria, país cercano a aquel desde el que fue apartado de sus padres y trasladado a Italia en su niñez. Pude comprender con ello que su aproximación y su afición al esquí podían tener una motivación extra consistente en acercarse como “triunfador” (valiente esquiador), en su fantasía, al país del que fue alejado. Su placer al esquiar tenia mucho de realización inconsciente de ese deseo. Pues bien, ya resultaba fácil entender por que sufría la fobia dicha y la explicación consistía en la lucha mantenida a nivel psíquico entre el mied!
o a volver a ese país, condensado en las pistas de esquí, y el!
deseo d
e hacerlo (desplazado a su afición a esquí) surgido de ese miedo, de manera que cuando confluían ambas emociones se producía como un choque de trenes en su interior que desarrollaba la energía de la que la fobia hace gala con su abanico de exuberantes síntomas y reacciones y con el mismo efecto destructor de sus estructuras internas.

Descubierto esto, el trabajo quedaba concretado y simplificado, solo restaba desenmascarar los elementos contra fóbicos de los que se servia, fortalecer su yo ante el temor (que en la actualidad no tenia el mas mínimo sentido) que había quedado congelado en su interior y a la vez diluir la pulsión extemporánea de desear vivir la experiencia de un retorno no realizado.

Tras ello ha podido realizar buenas huellas, no solo en la nieve sino también en el telesilla y en el telecabina y en lo que es mas importante: en la relación con los demás y con su alma.

Os deseo a todos que disfrutéis del esquí y de la nieve aceptando lo que son y sin olvidar lo que sois.

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    Fecha comentario:
    03/02/2009 12:17
    #1

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