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Última actualización: 22/04/2024 a las 20:28:35 (CET)

El Miedo y el Esquí

El Miedo y el Esquí

Yo me hago llamar en el foro Clint, mi afición al esquí comenzó hace unos 27 años mi aprendizaje ha sido autodidacta (siempre creí que su enseñanza tenia por finalidad distraer al alumno de sus miedos y yo siempre quise darle la cara a los míos)

Esquiando con mi amigo Peter Pan

La primea vez que esquié con mi amigo Peter Pan fue hace mas de diez años. Era invierno, estábamos en los Alpes franceses y después en los italianos. Recuerdo, como si lo estuviera viendo ahora, la perfección con que esquiaba mi amigo a pesar del poco tiempo que llevaba haciéndolo. Era la estrella del grupo. Yo me esforzaba en imitarle sin conseguirlo. Sus saltos eran impresionantes. Yo quería ser como el.

De momento tendría que contentarme con poder disfrutar del espectáculo que suponía verlo esquiar. Lo amargo para mi era pensar que el era un valiente y yo un cobarde. El no tenia miedo y yo si. Por eso el esquiaba así y yo no. En aquellos momentos odié a mi miedo con todas mis fuerzas.

Recuerdo que un día provoqué que se nos hiciera de noche para obligar al grupo a bajar a la brava y a oscuras. Me gané la reprimenda de todos menos de Peter Pan que estaba entusiasmado con la aventura con la que nos íbamos a encontrar. Fue maravilloso, aunque tal vez un poco infernal, esquiábamos a ciegas y sin parar de reír al ver los chispazos que salían de nuestros esquís al rozar, supongo, superficies que poco tenían que ver con la nieve. No sabíamos si íbamos por buen camino, pero estábamos entusiasmados, menos el resto del grupo que gritaba como si de náufragos del Titanic se tratara, con alguna que otra maldición hacia mi persona. Pensé que esa noche yo tampoco había tenido miedo y estaba contento conmigo mismo.

Pero lo cierto es que mi miedo ha actuado siempre y a el le he culpado no poder ser como mi amigo.

El año pasado tuve ocasión de esquiar de nuevo con Peter Pan. Estaba increíble, me propuse tratar de mantener su misma velocidad a pesar de lo peligroso del recorrido. Le vi pasar entre dos rocas cuya separación tenia la misma medida que sus hombros sin reducir lo mas mínimo su velocidad. Yo no pude evitar hacerlo, y aunque el efecto me produjo la sensación posterior de suspiro, no lo consideraba suficiente. No debería haber reducido la velocidad, no debería haber tenido miedo.

Hoy se que el miedo no tuvo la culpa de que no pudiera ser como mi amigo. Ideas contrarias a ello eran las que me lo impedían y a algunas de ellas les agradeceré siempre que lo sigan haciendo. Hoy se que el miedo es muy beneficioso si se mantiene en unos índices de expresión convenientes, pues nos ayuda a ver la realidad y no dejarnos llevar por la fantasía. Y quisiera decirle a mi amigo todo lo que he descubierto. Pero no es posible. Mi amigo realizó su última pirueta el año pasado. La realidad fue muy cruel con el. Pienso que podría haberle advertido antes. Pero quizás lo hizo muchas veces sin que mi amigo le hiciera caso.

Espero pues que a alguien pueda servirle esta advertencia y comprender que este no es el país de nunca jamás. Que existe las lesiones e incluso la muerte en las pistas de esquí y en todas partes. Que mas que rechazar las advertencias del miedo seria bueno analizarlas con la luz de nuestra razón y no dejando que intervengan de forma exclusiva en el análisis nuestras fantasías ni nuestro temor a conocer la realidad (que es este uno de los pocos miedos rechazables).

Que ni mi amigo era valiente ni yo soy cobarde. Que estos dos conceptos tienen mas de novelescos que de reales.

Que el verdadero valor es enfrentarse a la realidad y en esta pueden haber cosas de nosotros mismos que no nos gusten pero que ignorar supone una verdadera cobardía.
Que hay que enfrentarse a los riesgos, no a los miedos. De los primeros se puede huir si se considera mas seguro y conveniente, de los segundos no hay que huir nunca.
Se ha de tratar al miedo como a un niño. Hacerle un poco de caso y de esa forma nos molestará menos, pero nunca dejar de oírle pues puede estar advirtiéndonos de un peligro evidentemente difícil salvar (en este caso podremos optar por intentarlo pero deberemos hacerlo sin confiar demasiado en la suerte y teniendo presente en todo momento el alcance del riesgo y nuestras posibilidades).
No tratar de superar al miedo. Considerarlo como una herramienta muy útil aunque a veces para la labor que vayáis a desarrollar no os haga falta. Pensar en el al repasar vuestro equipaje para no olvidar llevarlo.

Espero haber suavizado el rigor de los tópicos de valentía y cobardía y cumplir así con uno de los propósitos de mi preámbulo. Y sobre que comprendáis que el valor y la cobardía existen cuando el punto de mira de nuestros actos es causar admiración en los demás. Probar a esquiar pensando en vuestro propio disfrute y veréis como desaparece la necesidad de hacer algo heroico y paradójicamente es esquiando así como despertareis una autentica y sincera admiración.

Buenos miedos, mejores esquiadas y que le den morcilla al valor y a la cobardía.

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  • #1
    Fecha comentario:
    03/02/2009 12:17
    #1

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