En otros artículos de verano hemos hablado de algunos bloqueos que sufrimos en las pistas y que se convierten, pues, en enemigos de nuestro esquí, bien porque nos produzcan un miedo injustificado o bien porque nos den una imagen equivocada de nuestro nivel real. Hoy vamos a recordar tres “autolimitaciones” que nos imponemos tontamente y que podríamos empezar a conjurar ahora mismo, para no sufrirlas tanto el próximo inverno. Entre estos "enemigos" más comunes podemos señalar:
Asertos infundados
Ya hemos hablado infinidad de veces de las “verdades colectivas”, supersticiones y leyendas que existen en todos los deportes: que si “la nieve virgen es difícil”, que si “el hielo es imposible”, que si “los esquís duros son tal o cual”, etc… Antes de dejarse llevar por lo que diga cualquiera, busquemos fuentes fidedignas para informarnos y, sobre todo, tratemos de comprobar por nosotros mismos si lo que es válido para otros lo es también para nosotros. En este blog hay infinidad de articulitos que identifican muchos de estos “mitos” enemigos de disfrutar el esquí, y que dan pistas sobre cómo superarlos. Este problema de las falacias y las creencias infundadas puede combinarse, para peor, con el bloqueo que describimos a continuación.
Errores del pasado
A veces creemos que, porque un día cometimos un error en una pista determinada siempre vamos a repetirlo en la misma situación. Así, encontramos infinidad de personas que dicen “yo no sé bajar nieve virgen”, o “baches”, o “no sé hacer giros cortos”, porque lo han intentado un par de veces sin éxito y han desistido en seguida. Los errores son inherentes al proceso de aprendizaje – con frecuencia un porceso de adaptación lento - y debemos aceptarlos como tal. Solventamos sin problemas la mayoría de los tropiezos pero, otros, por diversas razones, quedan aparcados ahí en el subconsciente sin que nos enfrentemos a ellos. Como los dejamos de lado o buscamos una excusa – a veces una de esas “verdades colectivas” que citamos arriba - no llegamos al fondo de sus causas, no les encontramos soluciones y se convierten en uno de esos bloqueos mentales que aparecen de repente, siempre en la misma pista, y nos hacen tropezar en la misma piedra realimentándose tras cada ocasión. Como hemos comentado tantas veces, lo práctico tras identificar estos errores “aparcados” es centrarnos en la tarea opuesta, la habilidad o las acciones necesarias con las que se supera esa dificultad.
Perfeccionismo excesivo
Hay deportes como el esquí en el que la perfección está muy valorada y esto, que no es en si nada negativo, puede convertirse en otro de nuestros enemigos si nos pasamos de la raya. Ya decíamos en otras entradas que el perfeccionismo es un legado evolutivo que nos ha hecho mejorar a través de la Historia; pero cuando pierde el contacto con la realidad y nos hace plantearnos metas demasiado exigentes, pasa a generarnos frustración e incluso llega a paralizarnos. La excesiva atención al detalle puede distraernos de la tarea global y hacernos atender focos irrelevantes, sacándonos del presente y produciendo el efecto contrario al que buscamos. Pensemos realmente cuales son nuestros objetivos y qué nos hace felices del esquí, si la idea externa de una perfección difícilmente alcanzable o la propia experiencia autotélica de disfrutar resbalando por una ladera. Ambas cosas pueden coincidir, sin duda, pero la evidencia demuestra que centrarse en la experiencia placentera favorece la buena ejecución y, sin embargo, obsesionarse con la perfección suele distraernos del objetivo final y de la experiencia autotélica, jaja.
En fin, toda la información que vamos acumulando durante nuestras vidas de esquiadores se suele manifestar de manera intuitiva y para bien; pero cuando ésta nos perjudica, quizás sea un buen ejercicio identificar qué cosas están bloqueándonos, localizar su origen, tratar de comprobar objetivamente su validez y ponernos ahora mismo a darles solución.
Feliz verano y ¡Buenas huellas!
Carolo © 2014