Un forero ilustre reflexiona sobre la utilidad de los profesores de esquí, a partir de esta frase de Pepe, la alma máter de Nevasport: “…los profes son una de las claves para que una estación funcione bien, mucho más importante de lo que muchos creen…”
El modelo de negocio de esquí de masas ha convertido la humilde profesión en algo impersonal y casi insignificante. Quizás la gigantesca maquinaria turística del deporte de invierno mueva recursos y cifras demasiado grandes para reparar en los eslabones finales de la cadena, convirtiendo a veces a los profesores en piezas prescindibles del engranaje.
El trabajo de los profesores y los entrenadores es humilde, desde luego, pero de ninguna manera superfluo. Además cumple variadas y muy valiosas funciones para la industria del esquí en general y para las estaciones donde trabajan en particular. Quizás algunas empresas que han abrazado el modelo de esquí de masas no reparen en ello, pero innumerables centros que han optado por la calidad antes que la cantidad, siguen apreciando el valor insustituible de los profesionales de la enseñanza. Las razones son diversas:
Como hemos dicho en otros artículos, los que se dedican a la enseñanza son los que más tiempo pasan con los clientes. Valorar o no este hecho aparentemente banal, muestra la diferencia entre ver a los usuarios como meros números que vienen y van o considerarlos personas. Personas con las que se comparte una afición común. Sólo esto da para escribir libros sobre la visión cicatera de algunas estaciones modernas, e incluso de muchas donde algunos empleados relevantes ni siquiera son practicantes del esquí o el snowboard. Pero vayamos a lo práctico.
El tiempo que los clientes pasan con los profesionales de la enseñanza no es un tiempo cualquiera. Es un tiempo de relación interpersonal –a veces de gran intensidad emocional - en el que se crean vínculos de confianza. El profesor o el entrenador se convierte en un prescriptor cualificado en cuya opinión se confía. Prescriptor potencial, además, de toda la cadena de la industria del esquí, desde los negocios de hostelería hasta los fabricantes de material y, por supuesto, embajadores de la imagen global que el cliente percibe de la estación de esquí y el destino turístico en conjunto.
Naturalmente, con su trabajo representan la principal fuente de seguridad activa de las estaciones. Enseñan las habilidades necesarias y las normas de circulación, así como los hábitos que hacen más fluida la práctica (evitación de cuellos de botella, mejores horarios y zonas, etc.) no sólo dentro de las pistas sino a veces también fuera de ellas. Ello tiene una repercusión directa sobre la seguridad integral del centro, que cualquier empresa moderna sabe valorar en términos económicos sobre todo, pero también de imagen. También como conocedores expertos de la estación pueden ser excelentes consultores. Al ser usuarios diarios de las instalaciones, los remontes y las pistas conocen en profundidad todos los flujos del proceso, detectando fácilmente fallos y potenciales mejoras, pudiendo interactuar muy bien con otras áreas de la empresa.
Muchas estaciones de esquí en las que he trabajado consideran a profesores y entrenadores como parte inseparable de su negocio. Por ello los estimulan, los forman, los premian y colaboran con ellos, se reúnen con escuelas y clubes y comparten con camaradería la situación, la filosofía y los objetivos del centro, integrándolos dentro de su estrategia empresarial. Entienden que son un eslabón fundamental en la generación de seguridad y de flujos positivos, un catalizador entre los clientes y los distintos negocios y, sobre todo ello, son conscientes de que los profesores y los entrenadores disfrutan de una responsabilidad clave, a veces definitiva, en la cada vez más necesaria fidelización de los clientes: en el que la práctica del esquí se perciba como algo anodino y prescindible o difícil y peligroso o, por contra, que se convierta en una experiencia memorable, a la que se desea volver cuanto antes.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2012