Hoy es domingo, 9 am, llevo un rato despierto pensando en muchas cosas, sobretodo en una: en pocos días quizá podamos arrancar la temporada de esquí.
Digo quizá porque esta última semana ha estado haciendo demasiado calor para esta época del año y nadie está muy seguro de si las estaciones podrán abrir en la fecha prevista, pero, aunque eso me fastidia, no es esa la razón que me lleva a estar inquieto...
La razón de mi inquietud no es simplemente el ansia por arrancar un año más la temporada de esquí, este año es diferente, este año hay algo más.
Este año en lo más profundo de mí mismo se entremezclan dos sentimientos diferentes, uno es un viejo conocido: el deseo de volver a esquiar después de varios días, semanas o meses sin hacerlo. El otro es nuevo para mí y vive en una zona más profunda de mi ser, me cuesta más llegar a él y me ha costado tiempo y esfuerzo llegar a entenderlo. Apareció este verano y ha ido evolucionando, poco a poco ha ido cambiando de forma. Primero era miedo, miedo a no llegar suficientemente en forma a la temporada de esquí, miedo a no poder esquiar de nuevo, miedo a perder algo tan importante en mi vida. A medida que me fui recuperando de la lesión, ese miedo cambió poco a poco, lentamente evolucionó y me di cuenta que seguro que iba a poder esquiar, pero entonces ese mismo miedo se transformó, cogió la forma de una incertidumbre, una pregunta: ¿seré capaz de volver a esquiar a buen nivel?
Ha seguido pasando el tiempo y, a día de hoy, llegados prácticamente al momento de volver a calzarme unos esquís, ese sentimiento se ha vuelto a transformar, esta vez en algo positivo, a día de hoy ya no existen miedos ni incertidumbres, sólo existe la firme determinación de ser mejor esquiador de lo que era antes.
Han pasado 11 largos meses desde mi lesión. Durante este tiempo he trabajado duro físicamente para recuperarme al 100% y poder empezar la temporada de esquí en las mejores condiciones. Ha habido momentos en que no creía que llegase a tiempo, momentos en que veía pasar las semanas con mínimas evoluciones de mi rodilla. Fue en esos momentos en que nació el miedo y se enraizó en lo más profundo de mi. Pero, igual que trabajaba cada día con el físio y en el gimnasio, trabajaba también mentalmente para convencerme de que no sólo volvería a esquiar sino que lo haría mejor de lo que lo hacía antes.
Todo empieza desde la mente y ese trabajo mental ha dado sus frutos, con cada pequeño paso que daba en el camino me iba convenciendo más y más a mi mismo de que el objetivo no solamente era realizable, sino que lo tenía al alcance de mi mano.
Cada evolución en el gimnasio me hacía más fuerte mentalmente y esa evolución mental me ayudaba a trabajar más y mejor en el gimnasio.
A día de hoy ese sentimiento, esa determinación de no sólo volver a esquiar sino de hacerlo mejor que nunca, es como un fuego que arde en mi interior, un fuego que se aviva a medida que se acerca el invierno.
Nos vemos muy pronto en pistas...
Winter is coming!
www.nevasport.com/winteriscoming/
www.facebook.com/blogwinteriscoming/
https://twitter.com/blgwintercoming
Sam Suarez,
Técnico deportivo superior