Como mis lectores habituales sabéis, el año pasado sufrí una grave lesión de la cual un año y medio después aún arrastro alguna pequeña molestia (bastante residual, nada de lo que preocuparse). Durante mi rehabilitación estuve trabajando muchos meses con electroestimulación y descubrí el potencial de ésta, una vez con el alta y volviendo al entrenamiento ‘habitual’, decidí que sería buena idea incorporar este tipo de entrenamiento a mi rutina habitual.
De modo que dicho y hecho, con una idea clara en mente de lo que quería pero sin conocer exactamente qué ‘aparato’ debía usar me acerqué a Grau Soler Ortopedia deportiva y me dejé asesorar por los profesionales (internet está llena de páginas con información pero para este tipo de temas hay que buscar siempre el consejo de un profesional que te asesore de manera personalizada).
La elección final fue un Compex Sp 4.0 (aquí lo podéis ver en detalle) que es uno de los modelos más avanzados que esta marca puntera en este tipo de entrenamiento pone a disposición de los deportistas habituales que buscan potenciar su rendimiento.
Supongo que ahora muchos pensarán, ¿y a mi qué me puede aportar el trabajo con electroestimulación?
Dejadme que os explique sus ventajas desde mi propia experiencia
1- Estimulación más profunda de las fibras musculares. Los impulsos que genera un compex son capaces de llegar hasta las capas más profundas de la musculación consiguiendo activar hasta las fibras más internas.
2- Mayor reclutamiento de fibras. Un poco por la misma razón del punto anterior, este tipo de entrenamiento ‘activa’ un mayor % de las fibras musculares que el entrenamiento habitual. Lo que implica una mejora sustancial de la fuerza, capacidad física clave en el esquí.
3- Posibilidad de entrenar muscularmente sin castigar las articulaciones y sin fatiga cardiovascular. Esta es una de las mayores ventajas de estas rutinas de entrenamiento, no activan todo el cuerpo sino únicamente la zona elegida, lo cual evita que sufran las articulaciones y que nos cansemos de la misma manera que cuando entrenamos con pesas en el gimnasio.
4- Programas de recuperación activa post entrenamiento (o competición) que mejoran la recuperación. En mi opinión es quizá el mayor trecho diferencial de este tipo de entrenamiento, existen rutinas específicas para mejorar la recuperación después de un entrenamiento duro o de una competición ayudando a mitigar las famosas ‘agujetas’ y potenciando la recuperación muscular post-ejercicio. El objetivo principal de estas rutinas es aumentar el flujo sanguíneo que llega a los músculos, característica fundamental para asegurar una eficaz recuperación.
5- Posibilidad de entrenar sin salir de casa y sin disponer de mucho espacio u otro equipamiento. Este tipo de rutinas solamente requiere de un lugar donde estar tranquilamente sentado o estirado, ni más ni menos.
6- Mejora de la capilarización muscular. Otro de los tipos de rutina existentes en un compex están dedicados a mejorar la capilaridad muscular, es decir, en mejorar el riego sanguíneo que llega a nuestros músculos, mejorando de esta forma el aporte de oxígeno que llega a éstos (absolutamente necesario para que éstos trabajen) y la eliminación de residuos derivados de la actividad deportiva (ácido láctico por ejemplo).
Entonces, si usamos la tecnología para mil cosas que nos ayudan en el día a día o incluso que nos ayudan a medir mejor nuestros entrenamientos (pulsómetros, GPS, pulseras de actividad… ), ¿por qué no usar también la tecnología para mejorar la calidad de nuestros entrenos y de las recuperaciones después de los mismos?
Si lo probáis no os arrepentiréis…
Artículo cortesia de:
Winter is coming!
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Sam Suarez,
Técnico deportivo superior