El esqui en Japón nació por accidente. Literal. Al parecer un grupo de 200 soldados fallecieron bajo una avalancha de nieve cuando subían la montaña Hakkoda. Entonces se dieron cuenta de que hubiera sido una buena idea desarrollar un medio para viajar sobre la nieve. Es así como aparece Theodor von Lerch, un Oficial del ejército austríaco y ávido esquiador.
En 1910 este hombre ya tenía listo el primer cuerpo de esquiadores del ejército japonés. En 1911 realiza la primera ascensión documentada al Monte Fuji, y en pocos años el esquí comienza a hacerse conocido como una actividad de ocio. En 1928 Japón ya es capaz de participar por primera vez en unos Juegos Olímpicos de Invierno, los de St. Moritz (Suiza). Aquello permitió dar una mayor visibilidad a los deportes de nieve entre los nipones, aunque poco después llegaría la Segunda Guerra Mundial y evidentemente todo se paró.
Theodor von Lerch introdujo el esquí en Japón
Primer auge del esquí en Japón
Aunque desde la década de los '50, con el el crecimiento económico y el aumento de la prosperidad en Japón, se empezaron a construir estaciones, de esquí, el desarrollo de esta industria no les llegó realmente hasta que se organizaron los Juegos de Sapporo 1972. No solo fue la primera vez que unas Olimpiadas de Invierno caian en Asia, sino que permitió que los japoneses vieran de cerca lo que es el esquí y los deportes de invierno en general.
En Sapporo se realizaron fuertes inversiones, tanto previas a los Juegos como posteriormente, y empezaron a brotar estaciones de esquí por todos lados. Pero aunque es en la isla norte donde hay más nieve, la mayoría de la población está en la del sur, que aunque también recibe nevadas, no está a la altura de las tormentas de Hokkaido. Aún así, es en Honshu donde se construyeron más complejos invernales. Muchos con apenas un puñado de pistas y un par de remontes.
Al principio se abría cuando caía alguna nevada. Luego con el desarrollo de la técnica del tratado de la nieve, y posteriormente con los sistemas de producción, las temporadas pudieron ir alargándose.
Se estima que para los años '90 en Japón ya había casi 700 estaciones de todo tipo de tamaño. El esquí era el deporte nacional y de moda entre los jóvenes. Se vendían cerca de 20 millones de días de esquí, y era el país del mundo con más esquiadores. Una velocidad de desarrollo que había superado con creces a la de Europa, donde solo el Plan Neige de Francia había registrado un crecimiento similar un par de décadas atrás.
Caída del esquí en Japón
Como se puede ver, la situación de donde construir estas estaciones, primaba sobre la meteorología. Es decir, no importaba tanto la cantidad de nieve que caía, sino la población potencial que había en un radio relativamente cercano. Es algo que estamos viendo en China, solo que ahora con la nieve artificial aún se puede dejar más de lado la meteorología y confiar más la temporada a los cañones. Seguramente el desarrollo del esquí chino seguirá al que se vio en Japón.
En Japón todo fue bien hasta que explotó su burbuja económica a principios de los '90. Y al sector del esquí le pasó lo mismo. Desde entonces el país no ha logrado salir de la crisis, y entre otras consecuencias el índice de natalidad ha bajado muchísimo. Entre esto y las pocas facilidades a recibir inmigrantes, tenemos una nación que ha envejecido notablemente.
Si n Japón el descubrimiento real fue en Sapporo 72, la caída comenzó con los Juegos Olímpicos de Nagano'98. Hasta esa fecha (ya con la crisis encima), se iba aguantando artificialmente para mantener una base y una imagen de cara a este evento deportivo internacional. Una vez acabados, simplemente se dejó caer al sector a su suerte.
Uno de los legados de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1998 en la prefectura de Nagano, y es un reflejo de lo que sucedió en el resto del país, fue la cantidad de deuda que acumuló. Un impacto económico muy negativo al llegar en el momento equivocado y que no trajeron lo que esperaban.
Pero una de las cosas positivas de estos Juegos Olímpicas es que ayudaron a Japón a colocarse en el mapa del esquí. Algo que será importante para el siguiente capítulo de su historia.
Segundo auge y nueva caída del esquí en Japón
Cualquiera que vaya a esquiar a Japón, lo primero que le choca es la cantidad de ancianos que hay, sobre todo en la isla norte. Algo más acentuado cuanto más nos alejamos de las grandes ciudades.
Con este cliente potencial, más la pandemia y la crisis financiera, las estaciones no han podido aguantar económicamente, y muchas han ido cerrando a lo largo de estos años. De los casi 700 centros para esquiar de todo tipo de tamaño que había en la década de los '80, hoy quedan algo más de 400, y bajando. Porque según informó la semana pasada la Asociación de Operadores de Teleféricos de Japón, cada año cierran una decena. Pero durante estos dos años de pandemia la sangría ha ido a peor, y se calcula que han cerrado unas 30 estaciones de esquí.
Las razones ahora son otras. Hace unos 20 años, en vista de que entre los japoneses no se podía rascar más, algunos propietarios de estaciones de esquí, salieron al exterior a buscar clientes aprovechando la exposición que les dio los Juegos Olímpicos de Nagano-98.
Australia fue el primer pais elegido. El horario es prácticamente el mismo, (con un par de horas de diferencia), y además cuando en Japón es invierno, en oceanía es verano. Ir a esquiar a Hokkaido se convertía en una alternativa exótica para huir del calor, y de paso hacerlo en condiciones de invierno de hemisferio norte.
El éxito fue inmediato. Estaciones como las de Niseko aparecieron en los destinos internacionales, igual que Hakuba. Y no solo eso. Las estaciones de esquí de Japón se dieron cuenta que a los australianos les encantaba sentarse a tomar una cerveza, comer en las terrazas de los restaurantes e incluso acabar la jornada con una buena sesión de apré-ski. Los japoneses esquían y se van. Los extranjeros incrementaron el gasto (esto les pasa también en Andorra con el cliente británico o ruso).
Una nota de la Agencia de Turismo de Japón decía en 2019 que el gasto medio de un turista extranjero era de 225.000 yenes, mientras que el doméstico se quedaba en los 153.000 yenes. Mientras que el esquiador nacional se queda generalmente en su hotel o ryokan durante sus vacaciones, el internacional cuando acaba de esquiar se va a buscar yakitoris distintos donde probar onsens y beber.
Así que, además de modernizar los remontes, los propietarios de las estaciones de esquí se lanzaron también a ampliar su oferta gastronómica. Grandes terrazas, muchos restaurantes y cocinas de autor.
Modernos sistemas de esquí nocturno, conviven todavía con veteranos telesillas monoplazas
Viendo el éxito con Australia, Japón se vino arriba atrayendo a nada menos que europeos y norteamericanos. ¿Qué puede encontrar un esquiador de estos dos continentes en Hokkaido que no tenga en 'su casa'? Mientras que a los australianos simplemente se les tiene que vender el esquí porque ya querían esquiar, para los occidentales se ha tenido que inventar el exotismo en forma de nieve powder. Quién va a Japón lo hace buscando exclusivamente esos tormentones de nieve.
Y entonces llegó la pandemia. Las estaciones llevaban años haciendo grandes inversiones para atraer turistas internacionales. E incluso a otros del propio país, canibalizándose muchas veces entre complejos invernales. Aquellas clases de esquí baratas que se ofrecían en la isla sur, ahora se pueden tomar en la isla norte, pero además con nieve real garantizada y una experiencia alpina.
Las grandes estaciones como Niseko dependen ya mucho del esquiador extranjero, que como hemos podido ver gasta mucho más. Pero con las restricciones impuestas para evitar la propagación del COVID, simplemente los turistas no han podido llegar a Japón. Así llevan dos años, con préstamos que esperaban devolver con los ingresos por turismo.
Tampoco a los propios japoneses se les ha facilitado mucho las cosas para que viajen dentro del país. Muchas estaciones pequeñas han ido cerrando. Una tendencia que ya se veia pero que se ha acelerado con la pandemia.
Por poner un ejemplo, según la Asociación de Teleféricos de Japón con sede en Tokio, en el Valle de Hakuba con unas 10 estaciones de esquí, se rcibieron 1,5 millones de esquiadores al cierre de 2019. De todos ellos, 380.000 eran extanjeros. Pues bien, este invierno de 2020-2021 solo han vendido 800.000 días de esquí en total.
En Niseko, con 1,7 millones de esquiadores al cierre de la campaña de 2020 (550.000 internacionales), este invierno ha registrado 620.000 días de esquí. No solo han vendido la mitad de forfaits, sino que el gasto ha sido mucho menor porque todos eran japoneses.
Aún así, el grueso de las grandes y medianas estaciones no han cerrado e incluso mantienen planes de inversión para las siguientes temporadas. Esto da una imagen del dineral que estaban ganando estos años.
Se espera también la llegada de mucho cliente chino. Al lado de sus enormes metrópolis como la de Pekín, se están creando centros para poder aprender a esquiar. Pero para poder disfrutar de la experiencia de una gran estación de esquí, han de volar muy lejos en el propio país. Se espera que muchos de estos turistas acaben aterrizando también en Japón.