Por primera vez desde la crisis sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19, las pistas de esquí de Japón vuelven a estar abarrotadas de australianos, hongkoneses y otros turistas que durante las dos últimas temporadas no pudieron disfrutar de la mundialmente famosa nieve en polvo, cada vez más denominada "Japow".
Pero a pesar de ser quizás uno de los grandes destinos para los amantes del esquí en nieve polvo en grandes cantidades, cada vez se encuentran menos japoneses en las mejores estaciones de esquí del país. El número nacionales que esquían o practican snowboard en el país ha descendido más de un 75% desde su máximo en 1998.
En apariencia, las cosas nunca han ido mejor para este deporte. El récord de medallas de Japón en los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022, con Ayumu Hirano ganando el primer oro del país en snowboard, ha elevado su estatus. Gracias a la afluencia de dinero de los turistas en el boom pre-Covid, las estaciones de esquí más grandes están invirtiendo en nuevas instalaciones por primera vez en décadas.
Estaciones de esquí como Rusutsu, en Hokkaido, están sustituyendo atracciones 'kitsch' de la época de la burbuja económica, como aquellos robots animatrónicos que tanto encantan a los japoneses, por vinos de lujo, cervezas artesanales y espectáculos de luces para que sean posteados en Instagram. Aquí la nieve nunca falta en las pistas, incluso en este invierno que tan mal ha comenzado en Europa. De hecho las tormentas están siendo tan generalizadas que la isla norte está actualmente enterrada en nieve y con graves problemas de circulación por las calles de algunas poblaciones.
Japón abandona las pistas
El número de esquiadores y practicantes de snowboard en Japón ha descendido un 75% con respecto a los máximos alcanzados. Sólo el 3% de la población asegura que esquia o hace snowboard, frente al 14% de 1998. Las estaciones de esquí más pequeñas han ido cerrando, y su número se ha reducido en un tercio desde el año 2.000.
Las raíces del esquí en Japón se remontan a 1911, cuando un comandante militar austrohúngaro dio la primera clase a los habitantes de Niigata. Cuando la economía empezó a crecer tras la II Guerra Mundial, se convirtió en un símbolo de la nueva riqueza, y se disparó en la burbuja económica de los años ochenta. La población que practicaba deportes de invierno alcanzó un máximo de 18 millones en 1998, cuando Nagano celebró los segundos Juegos Olímpicos de Invierno del país y el auge del snowboard supuso un impulso adicional. Las nuevas líneas de tren bala y las autopistas pusieron destinos antes lejanos, al alcance de los 36 millones de habitantes del área metropolitana de Tokio.
Ahora en un nuevo intento de recuperar los años dorados del esquí en Japón, Sapporo, anfitriona en 1972, quería presentar su candidatura en 2030, aunque las ecuestas y problemas de corrupción parece que ha obligado definitivamente a abandonar el intento.
¿Cuántos esquiadores nacionales habrá en 2030 en Japón? Según el Libro Blanco del Ocio publicado por el Centro de Productividad de Japón en 2020 sólo 4,3 millones declararon practicar esquí o snowboard, La pandemia ha deprimido aún más esa cifra, con personas que se quedan en casa y viajes escolares cancelados.
Sin duda, a los habitantes de las zonas más meridionales del país les resulta más difícil mantener el hábito. Algunas estaciones de esquí situadas al sur de la isla Honshu, la principal y más grande de Japón, recurren al crowdfunding cada temporada para mantenerse abiertas. Estos complejos invernales, que reciben principalmente esquiadores de las poblaciones cercanas, a menudo sólo cuentan con un puñado de remontes y se enfrentan además a la subida de los precios de la energía, sobre todo si tienen que suministrar nieve artificial. A esto hay que añadir que complejos invernales más al norte les 'roban' los clientes gracias a los trenes bala y autopistas que les permiten llegar antes y con mejor calidad de nieve.
Sin embargo, el mismo declive se refleja en algunas de las mejores estaciones de esquí. El problema es sencillo: Son aficiones caras ( lo que significa que menos jóvenes, con sueldos ya exprimidos, puedan disfrutarlas con facilidad) y requieren buen estado físico (y esto es importante en una población cada vez más envejecida que se queda fuera del mercado).
El coste del material, los viajes y el alojamiento son las principales razones para no disfrutar de los deportes de invierno, según la encuesta del Libro Blanco de Ocio. Aunque el país cuenta con una impresionante red de trenes bala y aeropuertos regionales, los viajes nacionales no son baratos. A esto hay que añadir el coste de alquilar o comprar material, una 'tarea de Sísifo' en la que cada año hay que cambiar algo. El coste medio de un forfait de un día de esquí es de unos 6.000 yenes (46 dólares). La estación de Rusutsu subió sus precios hasta un 35% este año: de alguna manera tiene que pagar la construcción esos bares de cerveza artesanal.
Se trata de un círculo vicioso en el que las estaciones de esquí deben subir los precios, lo que ahuyenta aún más a la población local en favor de los extranjeros, que se quedan más tiempo y gastan más. El dinero foráneo también es crucial para sostener varias estaciones y ciudades que viven del esquí.
Ninguna es tan dependiente como Niseko. Este pueblo de Hokkaido con apenas 5.000 habitantes, ha registrado un enorme incremento en la afluencia de turistas, en su mayoría australianos y asiáticos, en busca de su famosa nieve polvo. Esto ha hecho que los visitantes extranjeros se hayan multiplicado por 40 desde que los aussies hablaron por primera vez de su powder a finales de la década de 1990.
La presión se irá incrementando a medida que aumente la demanda o que se cierren estaciones en otras prefacturas. La compañía ferroviaria JR East está a punto de ampliar la capacidad del Shinkansen a Hokkaido, llevando a los pasajeros desde Tokio a una estación situada a pocos minutos tanto de Niseko como de Rusutsu. Según algunas predicciones, el cambio climático hará que aumente la nieve en esta isla norte y otras zonas montañosas del interior del norte, incluso cuando la nieve sea más escasa en el sur.
Japón ha intentado frenar el descenso de la población que practica deportes de invierno, con iniciativas como ofrecer a los jóvenes de 19 años forfaits gratuitos durante un año. Un reciente informe de Deloitte recomienda atraer a los esquiadores de más edad que hayan abandonado la práctica del esquí, mejorando la experiencia en los alrededores con restaurantes de calidad en lugar de la típica comida de cafetería. El mismo informe, sin embargo, también recomendaba dirigirse a los turistas del sudeste asiático y China, que tienen pocas oportunidades de esquiar en casa, pero mucho dinero en efectivo.
Todo ello contribuye a la creciente bifurcación del mercado. Si nos fijamos en Niseko, las estaciones que pueden están atendiendo más a los gustos de los extranjeros adinerados. Nozawa Onsen, antaño un tranquilo pueblo de esquí inspirado en los destinos europeos clásicos, está ahora repleto de flat whites y tostadas de aguacate, ya que se ha vuelto más accesible desde Tokio con la apertura de una estación de tren bala cercana en 2015.
A medida que desaparezcan las estaciones más pequeñas y el dinero se concentre en otras zonas, las estaciones de esquí podrían parecerse cada vez más a los hoteles de lujo de las Maldivas o las Bahamas: adorados por los turistas ricos, pero con la ausencia de nacionales.