¿Qué tal estáis? ¿Cómo va el invierno?
Hoy os traigo un report de los que tenía muchas ganas de hacer pero que me ha costado mucho, tanto por trabajo, como por una lesión que me impide esquiar desde hace unas semanas, con la consecuente falta de concentración y ganas para plasmar todo lo que quería.
Bien, el viaje en cuestión es casi un viaje relámpago a Chamonix, a la meca del freeride y alpinismo mundial. Un viaje que estaba programado desde hacía dos años pero que la pandemia había impedido hacer.
Una impresionante salida con los amigos de SkiPowderLovers, pero no sería una salida normal o la típica esquiada, nos íbamos a esquiar tres días a Chamonix con uno de los mejores guías tanto de nuestro país como del país vecino, hablamos ni más ni menos del gran David Sanabria. ¿No os estáis imaginando lo que nos esperaría allí?
Viernes 4 de Febrero, 8h de la mañana y quedamos todos en Sabadell, desde dónde saldríamos dirección a la Meca. Cargamos la furgoneta de Miki y emprendemos camino.
Nervios, risas, muchas risas nos amenizarían las casi 8 horas de viaje que teníamos por delante.
Una de las conversaciones que más tuvimos fue a ver lo que nos tendría preparado David, a todos ya les conocía, ya había esquiado con ellos alguna vez en Baqueira, así que sabía que el nivel era bueno, mejor dicho, creo que muy bueno. Del único que no sabía nada era de mi, pero intentaría adaptarme a lo que nos propusiera y estar a la altura.
Sabíamos que el primer día nos subiría a la mítica Aiguille du Midi, pero si os soy sincero, a mi me daba un poco de cosilla que nos hiciera bajar por la típica clásica de la Mer de Glace, no por nada, pero según me habían explicado, por muy maravilloso que sea el lugar, no dejaba de ser como un fuera pistas azul, así que no motivaba mucho ir hasta allí con guía para hacerlo.
Al comentárselo a todos, me miran riéndose y me dicen... a ver ¿tú te crees que David nos va a hacer bajar por la clásica? Pues no sé, todo es posible pensaba yo...
Los kilómetros iban pasando y ya se empezaban a ver carteles de los que animan más si cabe.
Piano piano, sin prisa pero sin pausa, estábamos más cerca de nuestro destino, hasta que de golpe, al salir de una curva...
Se nos presentaba delante nuestro el majestuoso Montblanc, una mole de 4809msnm. Parecía que casi podíamos tocar la cima, pero desde dónde estábamos, se alzaba unos 4000m por encima de nuestras cabezas, una verdadera barbaridad.
Pocos kilómetros más i llegábamos al paraíso...
Habíamos llegado temprano, así que antes de ir a descargar todas las cosas en la casa que habíamos alquilado, nos dirigiríamos hasta las taquillas del teleférico de Aiguille du Midi para sacar los pases para el día siguiente, aunque al llegar, vimos que ya habían cerrado, y eso que ponía que cerraban a las 17h y todavía faltaba un rato para esa hora.
Sin problema, ya los compraríamos por la mañana, así que nos iríamos a estirar las piernas y a dar una vuelta por el pueblo.
Las vistas desde Chamonix pueblo son espectaculares, en la penúltima foto podemos observar de izquierda a derecha Les Grands Charmoz, Aiguille de Blatière, Aiguille du Plan y Aiguille du Midi entre otras.
Vuelta de rigor, mirar tiendas de esquís, ponernos los dientes largos y a comprar comida para los próximos días.
Con los deberes hechos nos vamos a la casita alquilada, una verdadera monada.
Descargábamos todo, preparar la cena, unas charlas y a dormir, que el día había sido muy largo y el despertador sonaría muy temprano.
Como siempre, las vísperas de un gran día son duras, me cuesta dormir porque mi cabeza sólo hace que dar vueltas e imaginarse todo lo habido y por haber, jajajaja.
Seis de la mañana y el despertador nos anuncia que es hora de levantarse, un buen desayuno, preparar todo el material y nos dirigimos hacia el párquing del telecabina de Aiguille du Midi. 7.30h y estamos poniéndonos los bártulos, DVA, arnés, mochilas... Los nervios cada vez son mayores, ¿qué sorpresa nos tendrá preparada David Sanabria?
Vamos hacia taquillas y el ambiente es único, alpinistas, esquiadores, mucha gente de montaña (a esas horas todavía no hay turistas, jajaja).
Sacamos los forfaits y a esperar que salga nuestra cabina, será la número 17 a las 8.30h de la mañana.
Mientras tanto, llega David con una sonrisa pícara y nos dice que vamos a disfrutar. Le pregunto por la ruta que vamos a hacer, aunque lo veía difícil, cabía la posibilidad, aunque muy mínima, de bajar la clásica, me mira, sonríe, y de su boca sale un tranquilo que lo pasaremos bien.
Es nuestra hora, la cabina ya está aquí y empezamos a embarcar. Como es habitual, dentro estamos enlatados, pero pienso que casi mejor, así no vemos mucho lo de ahí fuera y por dónde vamos a subir. Parada a la estación intermedia, cambio de teleférico y directos a 3800m.
En muy pocos minutos habremos pasado de 1000 a 3800msnm. El globo por falta de oxígeno y diferencia de altura en pocos minutos puede ser importante, pero por suerte estamos bien. Nerviosos por lo que nos espera, pero bien.
Salir y cruzar el puente aéreo nos quita el sentido a todos, por mucho que a uno se lo hayan contado, lo haya visto en vídeos o en fotos, no tiene nada que ver con estar allí in situ y lo que sientes.
Anonadados de tanta belleza, proseguimos y nos dirigimos a unos pasillos con cristaleras, allí David nos explicará alguna cosilla y empezará a preparar todo el material.
Madre mía lo que lleva David en la mochila, ni Doraemon va tan cargado, jajaja.
Hora de la verdad, se acerca el momento, vamos hacia la gruta de hielo dónde nos vamos a encordar.
Nota importante: NO ir NUNCA sin GUÍA en esa zona, tampoco ir NUNCA sin ARNÉS. Es alta montaña pura y dura, terreno glaciar enorme y vivo, con grietas vistas, algunas tapadas, seracs, precipicios mortales. Aunque queráis ir por la clásica que está muy transitada y parecen las Ramblas de Barcelona, seguimos estando en un glaciar inmenso, tendremos que bajar por una arista en la que el más mínimo error es muerte segura. Así que por favor, ser conscientes de dónde os vais a meter.
En esos momentos, David ya había dejado la alegría para ponerse en plan serio, tenía claro que dependíamos de él para que todo saliera bien, así que pocas coñas, ya llegarían más adelante.
Con todos atados nos disponemos a salir por la puerta al paraíso. Hay nervios y algo de acongoje, para llegar a ponerse los esquís, tenemos que sortear una larga arista con caída al vacío, sí, hay cuerdas quita-miedos durante un buen trozo de la arista, pero yo por ejemplo, tengo algo de vértigo, aunque es cierto que yendo atado la cosa cambia, y sabiendo que vas con una persona que va a velar por tu seguridad, el chip en la cabeza hace un clic y lo que podría ser un sufrimiento, se torna en disfrute del momento, pero la sensación de ay ay ay, al principio no te la quita nadie.
En estas últimas fotos es dónde el paso de la arista da más cosilla, a partir de allí, el paso se estrecha todavía más pero no da tanta sensación, por el lado izquierdo una caída sería fatal, muerte segura, pero por el otro sólo sería un buen trompazo rodando ladera abajo, de todos modos, como decía, ir con guía y atados es fundamental.
Y como no podía ser de otra forma, unas fotos de postureo y de la Aiguille du Midi.
Antes de iniciar el descenso, cómo no, David volvía a comprobar los DVA y nos daba distintas indicaciones sobre cómo actuar con los distintos gestos que nos haría haciendo mientras descendía o paraba. Algo fundamental al ir en terreno glaciar.
Hora de la verdad, el momento ansiado, ¿por dónde bajaremos?
David nos comenta un poco los distintos itinerarios, pone una sonrisa pícara y nos dice que iremos a hacer la zona de Envers du Plan, la zona más salvaje e inclinada por dónde se puede bajar. Nos comenta que hace más de un mes que no nieva y que intentaremos buscar zonas todavía con polvo. Es cierto que hacía unos días habían caído unos 5cm, pero eso no cuenta, y menos cuando hablamos de pendientes de más de 45º, además, había estado haciendo viento y algo de lluvia a partir de cotas medias, vamos, de 3000m para abajo.
El descenso combina zonas de pendiente suave, puentes de nieve entre grietas del tamaño de camiones, pendientes de vértigo superando incluso los 50º, vamos todo un espectáculo.
Dan igual los vídeos que nos habíamos empapado del lugar, dan igual las fotos que habíamos visto por internet y revistas, da igual lo que nos habían dicho, estar allí adquiere otra dimensión, el tamaño de las grietas, el tamaño de los seracs, el tamaño de las montañas que nos rodean te hacen empequeñecer hasta el tamaño de una hormiga, parece tópico, pero no tiene nada que ver con lo que había visito en mi vida como esquiador y montañero aficionado. Hay que verlo para vivirlo.
Hasta el momento el descenso era embriagador, zonas altas tranquilas con nieve polvo, grietas inmensas, sin nadie alrededor, sólo nosotros y la montaña. Hasta que encontramos el lugar con algo de powder (David no se había equivocado, menudo mago!!) y aprovechamos para sacar algunas fotos de acción, no mucha pendiente pero lo suficiente para sacar algo medio decente.
No había mucho suelto, pero vamos, David nos lo había encontrado.
A partir de ese momento llegaba lo que nos haría sacar todo lo que tenemos dentro como esquiadores, una pala impresionante, con una pendiente de las que quitan realmente el hipo, unos 50º dónde un error sería fatal.
Una ligera capa de polvo encima de nieve dura, los cantos agarraban bien, pero no era fácil, eso habíamos venido a buscar, ¿no?
Seguíamos bajando, David nos hace parar, se pone serio de verdad y nos dice...
¡¡No quiero fallos!! Si hace falta bajamos derrapando, un error supone un trágico final, tenemos delante un cortado de unos 50 metros. Hay que bajar un trozo más y al superar la pared de hielo que tenemos al lado, tiraremos hacia la derecha, así bordeamos el cortado.
Pues nada, con todos los sentidos alerta (hacía muchos años que no salía un poco de mi zona de confort), sacando nuestro mejor esquí, bajamos ese trozo hasta lugar seguro.
No os podéis imaginar el subidón de adrenalina en esos momentos, una sensación creo que imposible de describir, pero fue alucinante!!
Como sabéis, en las fotos y las cámaras de acción no se suelen apreciar las pendientes, pues imaginaros cómo podían ser si estas instantáneas se ven así...
Superado el momento de tensión, llegaba la bajada hasta el Refuge du Requin, a unos 2516m y desde dónde un poco más abajo empalmaríamos con los que bajan del descenso clásico o las otras variantes.
Llegada al Refugio, la adrenalina todavía estaba a tope, y paramos a tomar unos cafés y refrescos. Delante nuestro teníamos la inmensa morrena del Glacier du Tacul, por dónde baja la clásica.
Aprovechamos el descanso también para unas instantáneas...
Sí, ya sé que es mucho postureo, pero la ocasión lo merecía, jajajaja.
Rato de descanso y seguimos hacia abajo.
A partir de aquí ya todo será plano, pero no por ello menos espectacular, el lugar es simplemente increíble. Camino entre grietas y pequeños seracs, dónde la vista no puede parar quieta de admirar tanta belleza.
Llegados a la llanura de la Mer de Glace, es hora de atravesarla mirando atónitos las marcas que intuyen dónde llegaba al glaciar a principios del pasado siglo.
Estamos ya muy abajo y todavía hay grietas del glaciar, es realmente increíble...
Seguimos hasta que David se para y nos dice que a partir de ese momento tenemos dos opciones, ir hacia las escaleras que llevan al huevo para subir hasta la estación de tren de Montenvers, o seguir bajando y llegar esquiando hasta el mismo Chamonix.
Nos comenta que compañeros guías le han dicho que la bajada está mal, pero que quitando los esquís en algún punto se puede llegar bien. A parte de esto, nos cuenta también que más adelante tendremos que quitarnos los esquís, ponerlos en la mochila y subir montaña arriba una media hora aproximadamente para llegar al Refugio de Les Rochers des Mottets dónde empezaremos el descenso hasta Chamonix.
Supongo que os imagináis nuestra respuesta, no? Pues eso mismo, hacia abajo aunque sea más duro, pero ya que estamos, vamos a hacer el descenso íntegro.
Así que sin más dilación, a seguir el descenso de la Mer de Glace entre rocas, pasos estrechos, algún trozo de remar y nieve dura, una buena combinación.
Un rato más de descenso hasta que David para y nos dice que se acabó lo bueno, ahora tocaba quitar esquís, quitar ropa, beber algo de agua y empezar a subir, así que con "alegría" nos ponemos a ello.
En una de las últimas fotos vemos a David riendo de nosotros, debía estar pensando, hoy me cargo a estos, jajajaja.
La subida es durilla, andar en ese terreno con las botas y cargados hasta las cejas no es fácil, pero nos lo tomamos con calma y entre risa y risa todo se pasaba mejor. Por cierto, suerte de las botas Lange XT3, con la caña desbloqueable y suela gripwalk, porque si no, la subida hubiera sido un martirio.
Después de unos 20 minutos subiendo como las cabras, el camino empieza a llanear y entrar en el bosque, ya es más ameno.
Hasta que por fin vemos que el refugio.
Allí paramos un rato a descansar un poco, el lugar es precioso y bien merece estar allí a disfrutarlo.
Todos los bártulos en su sitio, ropa puesta otra vez, esquís en los pies y hacia Chamonix que nos íbamos.
Allí abajo estaba, un descenso de 600m de desnivel nos separaba del destino final, aunque alguna que otra aventurilla teníamos que pasar...
Camino estrecho serpenteando por la montaña, con curvas que parecían toboganes y esquivando piedras y zonas sin nieve.
Como buenos nevasportianos, no podía faltar la sesión de agroski, si se puede bajar, se baja!
Hasta cruzamos la vía del tren de Montenvers.
Aunque por fuerza tuvimos que volver a cargar los esquís a la espalda...
Hasta llegar a una pista de esquí que baja hasta el pueblo.
No os podéis imaginar la sensación de volver a deslizar por una pista, jajajaja, hasta parecía que fuéramos buenos esquiadores!!
Trozo cortito pero disfrutón hasta llegar abajo del todo, dónde la aventura del día se terminaría.
Si habéis conseguido llegar hasta aquí, os enlazo un vídeo que ha hecho Fernando y que os aconsejo que no os perdáis. Merece mucho la pena!
Espero que os haya gustado este reportaje y os animo a ir porque no tiene parangón. Aiguille du Midi es una auténtica maravilla y, bajéis por dónde lo hagáis, estoy seguro que no os defraudará, estar allí en medio de tanta inmensidad es increíble.
Eso sí, repito la nota que he puesto antes y que es muy importante.
NO vayáis nunca sin guía, es una auténtica temeridad a no ser que seáis expertos montañeros y alpinistas. Id siempre bien equipados y en grupo y seguro que disfrutaréis muchísimo la experiencia.
Des de aquí, me gustaría dar las gracias a David por esta auténtica aventura y por estar siempre pendiente de nosotros y nuestra seguridad, sin él esto no hubiera sido posible. Grande David Sanabria!!
Ah, que no me olvide, esto no fue lo único que hicimos por Chamonix, así que si os habéis quedado con ganas de más, en unos días publicaré el resto de cosillas que hicimos, y como siempre os digo...
Si queréis saber más...