A ver si después saco tiempo para contaros el resto de cosas que hicimos los otros 3 dias, además de contaros como la montaña me hizo una cura de humildad después de meterme (y meter a toda la familia) en un lio monumental del que afortunadamente pudimos salir disfrutando y con una buena sonrisa.
Empiezo aquí el tercer día de viaje. Lunes 24 de junio, día de San Juan, cogemos el coche y nos vamos hacia Chamonix, algo menos de una hora de trayecto en coche y varios peajes.
A la llegada, desde la carretera, vemos el Glaciar de Bossons y el Aiguille du Midi a su izquierda.

En Chamonix es casi imposible aparcar sin pagar, así que como queremos hacer muchas cosas en el mismo día nos dirigimos al aparcamiento directamente y después a las taquillas. Teníamos la posibilidad de haber sacado los tickets on line (os lo recomiendo) nosotros no lo hicimos porque quisimos aprovechar un descuento que llevábamos.

En las taquillas preguntamos para sacar el ticket de todos los remontes todo el día, simplemente con utilizar dos de ellos ya compensa el ticket diario, además puedes pedir un ticket familiar, dos adultos y X niños y también se ahorra bastante. Explicamos que queremos al menos subir a Aiguille du Midi y tomar el tren de Montenvers para ver el Mar de hielo y la cueva de hielo.
Aunque aún no es temporada alta hay bastante afluencia de público, por lo que tienen que organizar las subidas y las bajadas para que en lo alto no se acumule demasiada gente. Nos explican que si reservamos ahí la subida (serian las 11 u 11.30) tendríamos que esperar unos 20 minutos para subir y luego arriba unas 2 horas para bajar.
Como también queremos coger el tren decidimos, haciendo cuentas con la señora de taquillas, que lo vamos a hacer al revés, primero Montenvers y luego el Aiguille, de esta forma no tendremos la obligación de estar arriba mas de dos horas porque a partir de las 14 empieza a vaciarse. Únicamente nos advierte que si queremos que nos dé tiempo a subir y bajar no volvamos al teleférico mas tarde de las 15.
El tren se coge a unos 10-15 minutos andando desde la estación del teleférico. Llegamos directos a coger el de las 12, pasan cada 30 minutos en este mes de junio.

El tren va casi lleno pero hay sitio, la subida es muy bonita para todos, primero entre pinos y luego ya se abre el valle a nuestra izquierda.

Desde la ventana se contempla todo el valle y las decenas de parapentes que aprovechan el día espectacular que nos hemos encontrado todos. El tren es de cremallera porque tiene bastante pendiente y algunos de los vagones antiguos tienen los asientos individuales con la parte horizontal muy inclinada para no caerse de la silla.

Una vez llegas a Montenvers puedes quedarte en la zona de la parada donde hay una bonita terraza con vistas, tienda y restaurante o bajar a ver el glaciar de cerca.
Para bajar tomamos un telecabina cortito que baja un par de cientos de metros. Lo curioso de todo esto es que originalmente el tren llegaba hasta el glaciar, pero el cambio climático puede con todo y el mar de hielo pierde varios metros de espesor CADA AÑO!, así que primero tuvieron que construir este telecabina para volver a alcanzar el glaciar y ahora desde la base del telecabina hasta el glaciar aún que bajar algo más de 500 escalones.
Base de la estación del tren en los primeros años en los que el glaciar casi se tocaba desde allí con las manos.

Bajando las escaleras se tienen también unas estupendas vistas del glaciar. Además vas encontrándote los carteles que marcan las alturas del glaciar en los últimos 30 años. El deshielo es tremendo. En 1990 casi aquí al lado el glaciar aun tenía una altura considerable.

Viendo la siguiente foto no sé si os pasará como me pasaba a mi hace años cuando veía fotos del mar de hielo (Mer de Glace) y pensaba que no tenía ninguna pinta de mar. Eso es porque el hielo está tan abajo que en la primavera, una vez se va la nieve, solo quedan las piedras y la arena que caen de las laderas poco a poco y cubren todo el hielo.

La experiencia de entrar en la cueva de hielo tiene bastante gracia, es verdad que todo esto es muy turístico y que le tengo bastante manía a los “parques de atracciones para turistas” pero a veces es la única manera de ver ciertas cosas. Bueno, lo cierto es que los 500 escalones ya depuran bastante y había pocas personas abajo.

Está bien que la cueva tenga bastante longitud, te metes muy dentro del hielo dando verdadera sensación de cueva, incluso al fondo han esculpido un par de asientos y agujeros para la típica foto.


Al salir de la cueva se contemplan las escaleras con algo de pereza pero la verdad es que 500 escalones no son tantos, poco mas de 12 minutos subiendo con las niñas.

Aquí tenéis una comparativa de los últimos 30 años desde el mismo sitio, nos estamos comiendo el planeta literalmente.

Y para despedir Montenvers la foto “bonita” del Mer de Galce desde arriba.

Y vuelta para Chamonix. Aprovechamos la bajada en el tren para comer los bocatas y luego poder dirigirnos sin perder un minuto hacia la base del Aiguille du Midi. Llegamos sobre las 14 y ya no había cola.
Como curiosidad os cuento que sube tan rápido y tanta altura que no dejan a bebés subir ya que sus oídos no están preparados para el cambio de presión tan rápido. Las vistas en la subida (siguiente foto) también merecen la pena, aunque hay que ingeniárselas para poder colocarse en el sitio bueno dentro de la cabina.

Y aquí veis a mis turistas favoritos, grupo de japos súper equipados, con todo lo que uno necesitaría en caso de que justo el día que subes se joda el remonte, haya tormenta arriba y te tengas quedar a la intemperie… era bastante gracioso ver a unos british al lado en chanclas, camiseta de tirantes y pantalón corto. Calculo que alrededor de un 50% de la gente que coge el remonte en esta época pasa frio arriba, los muy turistas no se hacen a la idea de que aunque abajo haya 30 grados arriba puede haber una sensación térmica por debajo de 15.

En la subida, además de las vistas del valle queda a mano derecha el glaciar de Bossons, muy espectacular como veis en la siguiente foto.

Una vez arriba hay dos bases o estaciones con salas y terrazas aprovechando los dos picos de la montaña. Realmente 3.842 es la altura de la punta pero el teleférico te deja algo por debajo y el penúltimo “remonte” del día es un ascensor que sube hasta casi la cima.
Esta foto está hecha desde la estación superior donde se encuentran las mejores vistas del Montblanc a la inferior, donde está la base del teleférico y una pequeña cafetería.

Y esta otra foto es la inversa, desde abajo hacia arriba. Podéis ver la novedad a la derecha (al menos no estaba la última vez que vine) un mirador acristalado en el que hacerse una foto “en el aire”, como buen “antiturista” no nos hicimos la cola de la foto, pasamos únicamente por el corredor previo con suelo transparente y nos salimos a la terraza a disfrutar de las vistas.

La siguiente, una foto curiosa, trabajo de limpiacristales a 3.842 metros, debe haber pocos en el mundo como ellos que tengan que trabajar colgados y asegurados para hacerlo.

Alrededor del Pic vemos bastantes alpinistas y montañeros disfrutando:


Panorámica del MontBlanc y el inicio del Mer de Glace a sus pies.


Panorámica hacia el otro lado, el Valle de Chamonix

Otra cosa que se puede hacer desde el Aiguille du Midi es coger la cabina triple, llamada Punta Hellbroner, y cruzar todo el mar de hielo a los pies del MontBlanc hasta la parte Italiana del macizo. En esta ocasión estaba cerrado por pruebas ya que alguna de los temporales del pasado invierno tiró las cabinas. No sé si se apreciará en las fotos los sacos de arena dentro de las cabinas en pruebas.

En mi primera visita a Chamonix hace ya algunos años sí tuve la oportunidad de coger esta cabina, y la verdad es que me pareció impresionante navegar sobre el mar de hielo a los pies del MontBlanc, además la base del lado italiano tiene una salida fácil a la nieve por lo que puedes hacer una cosa que en el Aiguille no puedes: darte un paseo por la nieve y jugar con los niños. Os dejo unas fotos



Después de este breve inciso, volvemos al Aiguille du Midi.
En el Aiguille (bueno debería decir en “la Aiguille” porque es Aguja), en la Aiguille la salida a la nieve es la famosa “arista este” que veis en la siguiente foto, como se llena tanto de turistas en esta época el acceso a la zona previa a la arista directamente está FERMÉ desde el túnel interior de la montaña y hay que saltar una reja de metro veinte o metro treinta de altura. Como es uno de mis sitios favoritos no quería perderme las vistas y el placer de enseñárselo a María, así que aunque no íbamos equipados para la nieve, solo para la alta montaña, decidimos saltar y acercarnos a la puerta de la arista.
Subían 3 españoles con los que luego hablamos, uno de ellos se estaba bautizando en estas lides y la verdad es que subía emocionado.

Y claro ya en la puerta de la arista, no pudimos aguantarnos la tentación de pasar al otro lado también para “pisar” la arista, así que primero yo y luego María nos asomamos. A ella le queda de recuerdo esta estupenda foto al otro lado de la puerta.


Ya eran las 16 aprox y aún queríamos aprovechar nuestro forfait de día completo para coger un remonte mas. Queríamos haber tenido tiempo de parar en la estación intermedia y dar un corto paseo hasta un pequeño lago que hay junto a ella, pero había nieve y llevábamos calzado de trekking pero no impermeable así que como íbamos muy justos de tiempo decidimos continuar hacia abajo. La verdad es que a pesar de ser temporada veraniega los remontes cierran a las 17.00 así que tampoco hay tiempo para mucho cuando, como nosotros, empiezas el día a las 11.
Pero hay un remonte que cierra a las 18.00 Bajamos de nuevo hasta Chamonix y recogimos el coche (q estaba ardiendo después de todo el día al sol) y nos fuimos un par de kilómetros hasta la base de la silla que sube al mirador del glaciar de Bossons.
Aquí ya no había nadie, una auténtica silla de toda la vida, pinza fija, respaldo de hierro y asiento de madera, y para arriba cruzando el bosque.

Una vez arriba hay un pequeño sendero señalizado y protegido con barandillas de madera para subir a un par de miradores del glaciar.
Además en la subida hay montado una especie de “museo” con restos de los accidentes aéreos que ha habido en la zona en la historia, algún tren de aterrizaje, fotos, trozos de motor, una barca salvavidas… entretenido.


Las vistas del glaciar, impresionantes, nos quedamos con las ganas de tocarlo desde más cerca. Pero después de todo el día, sin parar, ya no quedaba tiempo para más.

Vuelta al valle y a recoger el coche. Que esta vez estaba aparcado sin necesidad de parking en la base de esta pista de saltos que luce así de chula en el mes de junio.


El día aún no habría terminado, queríamos llegar a Annecy con tiempo de darnos el homenaje culinario. Aun siendo lunes las calles y canales de Annecy tenían bastante ambiente.

El sábado cuando llegamos intentamos sin suerte cenar en una de las terrazas de la zona histórica pero había tanta gente que fue imposible. Como estábamos ya a lunes, había sitio para elegir, así que nos sentamos en el restaurante que nuestra amiga francesa de Annecy nos recomendó para disfrutar de unas estupendas Fondue Saboyardas. No hay foto del antes, solo de cómo quedó de vacía una de las cacerolas de queso, delicioso!.

Y para el postre, una de las heladerías más famosas del mundo, el Glacier des Alpes, cola como siempre, pero esta vez la hacemos con gusto.

Fijaros si estarán buenos los helados que las niñas dijeron que había sido “casi” lo mejor del viaje. La verdad es que influye mucho el encanto del lugar donde te lo tomas y todo lo que habíamos disfrutado durante nuestro DIA DE SAN JUAN EN CHAMONIX.

Feliz verano nevasportianos!
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