Como muchos sabéis, en la escapada a Chamonix me lesióné en la rodilla, concretamente fue una rotura parcial del LCA, cosa que me haría presagiar lo peor, no poder esquiar más en lo que quedaba de temporada.
Pues bien, valorando con mi traumatólogo, la doctora Carme Comellas, pensamos que lo mejor sería un tratamiento conservador a base de bicicleta y ejercicios de rehabilitación y, por mi sorpresa, al cabo de 7 semanas de la lesión, el pasado 24 de marzo me daba el ok para poder esquiar.
Se nota que ella también es esquiadora y sabe lo difícil que es esto de no poder deslizar por lo blanco, jajajaja.
La única condición era que el esquí fuera tranquilo, sin fuera pistas ni saltos, pero bueno, menos da una piedra, así que la alegría era enorme.
Sin pensarlo dos veces, al día siguiente, viernes 25 de marzo, a primera hora ya estaba en mi estación, en Port del Comte.

La verdad es que no lo podía creer, esa noche se había hecho eterna. Todas las noches antes de una jornada de powder o antes del primer día de temporada son una odisea, me cuesta mucho dormir por la emoción, cuarenta años esquiando y todavía me pasa, no tengo remedio, jajaja.
Pero esa noche había sido especial, era como una extra ball, pensando que ya no podría esquiar hasta la próxima temporada desde principios de febrero y verme con una alegría de tal calibre la hacía más especial.
Además, la estación me recibía con una estampa puramente invernal, finales de marzo y había caído una gran nevada los días anteriores, así que las postales eran tremendas.


Menuda sensación el poder estar subiendo en el telesilla, respirar aire puro en la montaña y verlo todo blanco.

Las bajadas eran en plan tranquilo, intentando notar sensaciones en la rodilla y yendo más cauteloso de lo habitual (que no lo es mucho). Lo bueno era que el pisado de pistas era impecable, como siempre, y no encontraba sobresaltos ni nada que me hiciera forzar más de la cuenta.

Las sensaciones eran buenas, no quería apretar tal y como habíamos acordado con la doctora, pero estaba allí deslizando, era como estar en el cielo.
Además, las nubes bajas que había a primera hora se iban rompiendo y el día se volvía claro y despejado, ni en los mejores sueños.




La estación estaba de escándalo, hasta incluso me animé a sacar la cámara de acción, no para inmortalizar increíbles bajadas, pero sí para inmortalizar el momento de vuelta al esquí.

Las sensaciones que transmite nuestro deporte son únicas, da igual si vas más tranquilo o más rápido, lo que sientes en tu interior hace que te olvides de todo.
La nieve empezaba a estar ya muy suelta y era la jornada en la que se tenía que ir tanteando la rodilla sin hacer florituras, además, al día siguiente volvería, así que tocaba retirarse después de varios descensos en los que había vuelto al ruedo, pero dejaba la estación en unas condiciones excepcionales, impropias para finales de marzo.

Llegada a casa con una sonrisa de oreja a oreja, trabajar por la tarde y desear que llegara la mañana siguiente.
Ese día Txell ya podía venir, además allí nos encontraríamos con algunos amigos más.
Como la nieve estaba húmeda-primavera, para el sábado decidí coger los esquís más anchitos, con ese tipo de nieve disfrutaría más, además que al haber menos riesgo de enganchones por la mayor flotabilidad, mi rodilla estaría más a salvo.

Nos preparamos, abrochamos las botas y para esquiar!
Ese día volvería a ser especial, podría compartir las bajadas y experiencia con los queridos, no todos, pero con algunos, así que la cosa no podía ir mal.
Llegada al hotel para coger remontes y me encuentro a los amigos de la escuela de esquí La Bòfia con unas pintas muy buenas. Celebraban el final de algunos cursillos con una fiesta al más puro estilo Hot Dog. Yo lo hice un día la pasada temporada y me divertí muchísimo, os animo a que lo probéis algún día!!

Unas risas y para esquiar.
De ese día no hay fotos, nos dedicamos a disfrutar de la compañía y de nuestro deporte favorito, pero sí que hay una que me gustó mucho de hacer...

Todos sabíamos que para primavera lo mejor para disfrutar son los esquís anchitos, jajajaja.
Unas horas de disfrute y al mediodía decidíamos retirarnos con Txell, no era cuestión de forzar más de la cuenta, que todavía quedan días de temporada y la intención es acabarla bien.
Y aprovechando que era hora de comer, la jornada no podía terminar sin pasar por El Kau a reponernos bien con una de las mejores hamburguesas del Pirineo.


Y así se terminaron los dos primeros días después de la lesión, con algo de dolor pero con mucha felicidad.
Ahora sólo toca pensar en el próximo fin de semana, en el que estaremos en Panticosa para la kdd anual de esta santa casa.
Para los que no vayáis, no os quedéis en casa, queda mucha nieve en nuestras montañas y poco tiempo para que cierren!
Y como siempre os digo, si queréis saber más...