Desde hace más de un siglo se enseña en las escuelas que la extensión es un aligeramiento que sirve para descargar peso de los esquís y poder iniciar una curva. Esto es cierto, pero solo en parte y aplicable, en todo caso, a un momento muy corto de la curva y a situaciones muy concretas, como los virajes básicos o las zonas totalmente planas.
Aun así, resultando evidente que la extensión, lejos de ser un aligeramiento puede ser todo lo contrario si se hace cuesta abajo, se sigue transmitiendo esta idea del aligeramiento de forma irreflexiva e, incluso, algunas escuelas en el mundo asumen esta idea incompleta para articular sus métodos de enseñanza.
Veamos por qué la extensión no es, necesariamente, un aligeramiento y, de camino, desmintamos algún que otro mito de los varios que se repiten acríticamente en las pistas de esquí. Las siguientes ilustraciones son deliberadamente simples y gráficas para no hacer demasiado liosa la explicación y, además, no tendremos en cuenta la reacción de los esquís ni las variaciones del terreno para no complicar en exceso el artículo.
1. La extensión es solo un aligeramiento en los planos, pero no en la pendiente.
En las figuras vemos a nuestro esquiador pepito extendiendo en un plano. Ahí, sí, en efecto, la extensión se opone a la gravedad y la contrarresta momentáneamente, creando un breve aligeramiento.

Pero lo cierto es que la extensión no se suele llevar a cabo en plano, sino cuesta abajo, como se ve en la siguiente figura, las resultantes de las fuerzas son totalmente distintas y, por tanto, el punto de aplicación sobre los esquís.


2. La extensión aligeraría en la fase de máxima pendiente, pero no en el final de la curva.
Como vemos en la figura, hacemos la extensión para comenzar un nuevo viraje al final de otro, es decir, con los esquís más o menos atravesados a la pendiente. Por tanto, en ese plano inclinado donde una pierna está más flexionada y, de repente, se extiende, no se va a disminuir la presión sobre la nieve sino, en todo caso, mantenerla o aumentarla. El viejo exterior de pepito se aligera, sí, pero el nuevo hace todo lo contrario.

Aquí aprovechamos para aclarar ese otro gran mito de considerar un error levantar el esquí interior al inicio de las curvas. Es cierto que, cuando uno comete algún fallito como quedar retrasado, puede tender a levantar ese esquí para que la cola se desenganche, pero, en la mayoría de los casos, veremos a infinidad de excelentes esquiadores levantar inconscientemente ese esquí (el viejo exterior) al comenzar un viraje. No es algo que se haga deliberadamente, sino algo que pasa cuando uno está concentrado en presionar y dar dirección al nuevo exterior y el viejo, sencillamente, por el plano inclinado de la pista queda momentáneamente en el aire.
En resumen, si la extensión de la nueva pierna exterior busca apoyarse y cantear, no solo no aligera, sino que aplica presión temprana y, además, con bastante eficacia. Si se hace muy vertical o bruscamente, la extensión puede dejar retrasado o incluso hacer perder el contacto con la nieve, es verdad, y quizás por eso algunas escuelas tratan de evitarla incluso en las primeras etapas del aprendizaje. Me parece muy bien intencionado, pero el problema entonces no es la extensión, sino una extensión mal hecha. La solución no puede ser entonces dejar de enseñarla, sino enseñarla bien, juas, juas, porque, de lo contrario, y ya sin bromas, si no la incluimos en la progresión, perdemos los beneficios de su natural y extraordinaria funcionalidad.
¡Buenas huellas!
Carolo, diciembre de 2023