Una de las noticias sobre la intervención pública en estaciones de esquí me hace reflexionar sobre las motivaciones empresariales.
La discusión sobre si la Administración Pública debe o no intervenir en las estaciones de esquí es compleja y quizás tenga que ser estudiada caso por caso. No obstante, permítanme que hoy reflexione sobre algo que suele pasar desapercibido. Los negocios, para llegar a buen fin, no sólo requieren de decisiones puramente ”técnicas”. También hacen falta “motivos”. Y sobre una de esas fuentes de motivación va mi anécdota de hoy.
Hace unos años, el prestigioso Tim Cohee - profesor del programa de Gestión de Estaciones de Esquí en el Sierra Nevada College, en Lake Tahoe - compró China Peak, una pequeña estación arruinada, a cinco horas de Los Ángeles. A la pregunta de mi buen amigo Nacho Delgado sobre las razones por las que arriesgaba su carrera y su patrimonio, en una empresa quebrada y en medio de ninguna parte, Cohee contestaba con entusiasmo: “Es como un viejo coche clásico para restaurar”; un trasto polvoriento y con encanto al que, quien tenga la sensibilidad, la ilusión y la maña, puede revivir hasta convertir en una obra de arte.
Vídeo Ignacio Delgado 2011
Hay negocios con los que no basta la motivación económica. Para arriesgarse a invertir en ellos, para trabajar con ahínco en contra de las previsiones y de las dificultades, para dedicarle energías, inteligencia, técnica y arte, hay que tener, aparte de motivos racionales, pasión. Amor por lo que se hace.
La pasión es algo que si no se siente no se entiende. Así, quien no la experimente jamás verá en un trasto viejo oxidado un magnifico coche clásico. Eso sí, seguro que una vez tenga delante la obra terminada será capaz de apreciarla; pero quizás sin comprender el intrincado y prolijo camino de oficio, sudor, riesgos y renuncias que lleva hasta la culminación de una obra fruto de la pasión.
La industria del esquí presenta unas características muy peculiares. Es un negocio relacionado con el ocio y con la emoción. Quizás no sea posible llevar ninguna estación a buen término si todos y cada uno de los responsables de ella, desde los trabajadores más humildes hasta los que toman las decisiones estratégicas de mayor calado, no experimentan amor genuino por el esquí y la nieve. Ése, acaso, sea el primer e irrenunciable “motivo” necesario.
Tal vez por eso, en tantas estaciones intervenidas por las Administraciones Públicas se tomen constantemente decisiones estratégicas que nada tienen que ver con el esquí ni la Montaña. Es sólo una opinión, pero miremos en el mundo y alrededor. Es posible que éste sea un negocio que haya que dejar en manos de gente con “motivos”; de aquellos que sean capaces - entre otras muchas habilidades - de ver una obra de arte en potencia, escondida en un viejo trasto oxidado.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2012
...A muchos nos encantan los coches clásicos, sean cuales sean, juas, juas