Para todos los amantes del esquí, ver que las montañas que rodean las pistas están de color marrón en vez de blanco, es un auténtico drama. Pero para quién es una verdadera tragedia, es para los cientos de familias, cuyo sustento depende del manto blanco sobre las montañas. No son ellos, los que trabajan de pisters, monitores u hosteleros en los valles con estaciones, los causantes del cambio climático, son las víctimas del mismo.
Sin embargo, ante tal situación, estamos viendo como los sectores en contra de las estaciones parecen alegrarse de que se confirmen sus presagios de la ausencia de nieve. O al menos lo que demandan es que se deje de invertir en las estaciones de esquí, que en la práctica para muchas sería como dejarlas morir y que por tanto todas estas familias que dependen de esas esataciones, vean con incertidumbre su futuro. No podemos entender, ni compartir, estas actitudes.
En primer lugar, cuando una industria, en este caso la de las estaciones de esquí, es el motor económico de toda una región, lo que hay que tratar es de salvarla, no de hundirla a la primera de cambio. Creemos que es momento de reinventarse y adaptarse a las circunstancias que tenmos y a las que vendrán, y tratar de ser vanguardia en ese intento. Son incontables los ejemplos de empresas que han logrado dar un giro a su actividad ante una crisis. ¿Por qué no pueden reinventarse las estaciones de esquí también y lograr seguir siendo motores de la economía local en el futuro, incluso a pesar del cambio climático?
¿o quizá su el verdadero enemigo de estos sectores, no son los verdaderos causantes del cambio climático, como son las industrias pesadas, centrales de combustibles fósiles, o países como China que no respetan ningún tratado medioambiental?
Pero sigamos con alguna pregunta más: ¿acaso ha habido algún año de los últimos 30, (salvando pandemias) que no haya podido abrir una sola estación aragonesa en invierno? La respuesta es NO.
De hecho, incluso este año, que se supone malo (estando a inicios de enero, no ha pasado ni un 25% de la temporada habitual) han abierto 6 de las 7 estaciones aragonesas. ¿está siendo entonces tan malo? ¿No será mejor que aunque precariamente todas estas estaciones que a día de hoy están abiertas generando trabajo y riqueza para las comarcas, sigan estando abiertas?
Pongamos como paralelismo el sector turístico de playa en España. Por la misma lógica, se podría argumentar que el cambio climático está haciendo subir el nivel medio del mar, lo cual es un hecho incontrovertible, y por tanto, en un número de años no muy lejano desaparecerán las playas.
Entonces, ¿debemos de empezar mañana mismo a derribar los cientos de hoteles, hostales, restaurantes, campings, bungalows y parkings de caravanas que jalonan todo el litoral español? ¿Debemos sacrificar todos esos cientos de miles de puestos de trabajo, porque “en unos años ya no habrá playas”? Creo que no hace falta que respondamos.
Aún así, es posible que escuchemos argumentos como estos: “no es cierto que queramos que se cierren las estaciones, solo decimos que no hay que invertir dinero en ellas, y que estos recursos estarían mucho mejor invertidos en mejorar la asistencia sanitaria, la educación y las infraestructuras de esos pueblos”.
Pero una vez más, ninguno de esos argumentos son ciertos, y vamos uno por uno a por ellos.
En primer lugar, es falso que no deseen que cierren las estaciones, porque como ya hemos visto, su objetivo último es precisamente ése, la justicia social , y por tanto el cierre de las estaciones de esquí, cuando lo cierto es que los mayores beneficiados de las estaciones, son todos los ciudadanos que directamente o indirectamente viven de las estaciones de esquí en esos valles. Solamente hay que darse una vuelta por Hecho, Ansó o Bielsa en enero y comparar la actividad y la vida en general con la de Sallent de Gállego, Benasque o Villanúa.
De hecho las tasas de contratación de la Seguridad Social en estos pueblos con estaciones, son del orden de 10 veces mayores que en los otros pueblos en valles sin estaciones durante esos meses invernales (por cierto en verano, las tasas de contratación también son mayores, para los que quieran rebatir por ese lado).
En cuanto a las inversiones en las estaciones, si lo que tenemos claro es que las estaciones son el motor de sus valles, y el problema que tienen es de escasez de nieve, la solución no es cerrar las estaciones sino precisamente invertir para darle solución a este problema.
Y lo cierto es que hay formas de paliar este déficit nivoso de una forma satisfactoria, como por ejemplo:
- Mejorar las redes de innivación artificial.
- Mejorar las tecnologías de innivación artificial (https://www.nevasport.com/noticias/art/65397/fgc-esta-investigando-una-tecnica-para-fabricar-nieve-con-un-40-menos-de-agua/)
- Ampliar las estaciones hacia cotas más altas (caso de Formigal en los últimos 20 años).
- Desmantelar remontes en zonas de innivación escasa si no hay otra alternativa (de nuevo en Formigal hay casos de este tipo).
Entonces, sabiendo que hay soluciones con inversiones ¿por qué condenamos a las estaciones de esquí a cerrar?
El cuanto al último argumento: “estos recursos estarían mucho mejor invertidos en mejorar la asistencia sanitaria, la educación y las infraestructuras de esos pueblos”, creemos que precisamente para que se puedan costear todos esos servicios sociales que demanda la sociedad y en esto estamos todos, la mejor manera es que sigan existiendo las estaciones de esquí, y mejor cuanto más modernas, adaptadas al mercado actual de la nieve, siendo esto con dominios esquiables grandes, y por lo tanto uniendo las estaciones del Valle de Aragón y de Tena. Cuánto más puestas al día con las inversiones necesarias estén las estaciones, más trabajo se creará, y este trabajo asentará población y asegurará los servicios tan deseados por todos en educación, sanidad e infraestructuras. Esto ya está pasando en los valles con estaciones desde hace décadas.
En definitiva, no llevamos consumida ni el 25% de la temporada y ya parece que todo es un fracaso porque todavía no se ha podido abrir “en condiciones”, pero resulta que este fin de semana se esperan nevadas, que muy probablemente solucionen en parte o en todo esta situación. Estamos hablando de que esto va a ocurrir el 5-6 de enero. Hasta el 23 de abril, fecha de cierre de la temporada, queda un mundo, y desde luego nosotros tampoco tenemos la bola de cristal, pero creemos también razonable al menos, que dar por sentenciada la temporada a estas alturas de partido, puede ser algo irresponsable, y por lo tanto pretender tomar decisiones tan graves como las de cerrar definitivamente las estaciones porque a 2 de enero no se ha abierto e 100% de las pistas, es o bien temerario o sin duda esconde otros espurios intereses que desde PUCAF vamos a combatir siempre.
Una reflexión final, vemos como ante la falta de nieve, estos sectores contrarios a las estaciones proponen fijarse en el Sobrarbe como modelo. Precisamente en estas fechas podíamos leer en Heraldo de Aragón (https://www.heraldo.es/noticias/aragon/huesca/2023/12/07/sobrarbe-se-beneficia-de-la-apertura-de-la-estacion-francesa-de-piau-engaly-1695801.html), como esta comarca se congratulaba de poder estar cerca de Piau Engaly (estación de esquí sita en la vertiente francesa del Sobrarbe) que había conseguido abrir satisfactoriamente la temporada, y gracias a la apertura sin restricciones desde la pandemia del túnel transfornterizo de Bielsa, los empresarios respiraban con satisfacción por poder alojar y dar servicio a los esquiadores que alojándose en el Sobrarbe iban a las ESTACIONES DE ESQUÍ francesas. No podemos más que lanzar esta última pregunta al aire ¿Entonces el modelo a seguir es cerrar las estaciones de esquí españolas y destruir el trabajo de nuestros paisanos, para que fiemos nuestro futuro en las estaciones de esquí francesas? Sencillamente delirante.