Trozo primero. Desventuras de un comienzo complicado
Conocida es nuestra historia con lo de las invitaciones de Masella, y nuestro afán por hacerlas servir de algo. Y que un día me prestaron una autocaravana y la cosa me prestó, como se dice en Asturias. Y que mi amiguete vendía la autocaravana. Y me quedaba sin poder repetir el simpático viaje del año pasado alargándonos un poco mas. Así que ya metido en faena, pues se la he comprado yo. Y en estas me hallo.
Parece que esta vez la cosa se va a decantar por el frio y la nieve helada tirando a mármol, en lugar del calor y los charcos blancos del Pirineo la última vez. Pero esto es cosa de cabezonería.
Así, a priori, me va pareciendo que por mucho que lo he intentado arreglar, las carencias y los problemas derivados de la antigüedad del pisito se van ha hacer notar, de hecho ya se están haciendo notar, y por una que soluciono salen otras dos, así que espero que consigamos superar este recorrido con suficiencia y, a ser posible, con nota.
Y tras esta lamentable introducción en mis penas y alegrías, vamos al tema.
Se trata, en esta ocasión, de dar una vuelta por los Alpes, visitando estaciones en Francia, Suiza, Austria, Eslovenia, Italia, aprovechar el sobre suculento de Alpeski con que fue agraciado Salva en la última quedada y pasar una semanita en Vars, con algo de apartamento para descansar, y luego aterrizar en Panticosa para la quedada de este año, quizá con una pasadita por algun lugar del Pirineo que nos quede a mano. Ya iremos viendo como evoluciona, y iremos desgranado el recorrido y los lugares concretos según se desarrolle el periplo.
De momento, el comienzo el viernes 23 de febrero, en Luarca, Asturias. Nuestro simpático coprotagonista, con los nervios a flor de piel, no da a vasto para dejar todo listo y salir de casa a una hora razonable. Naturalmente, no lo consigue. Pero allá por las 22:30 parece que finalmente hasta el gasoil está en su lugar, y abandona solar y familia para adentrarse en la noche oscura, camino de Monzón, Huesca, donde espera encontrar un repuesto fundamental para el buen término de su aventura. Por suerte lo halla, y creyendo en su ignorancia que todo sale perfecto, se lanza hacia Puigcerdá en busca de su compañero de fatigas. Infeliz él, que lejos está de saber lo que le depara el destino.
Valga como fin de esta introducción una pequeña reflexión sobre lo que se irá relatando. Como ya sucedió en el pasado viaje que contamos con el título “Dos seres humanos y tres metros cuadrados sobre ruedas”, se trata de comentar una forma distinta de viajar a la nieve, buscar sus pros y contras, y dar a conocer este medio organizarse la vida. No tenemos ninguna intención de hacer una guía de viaje, y menos aun, guía de esquí o estaciones. Si es verdad que este año vamos a estaciones menos conocidas por el público en general, la mayoría fuera de los grandes dominios y circuitos habituales, así que también se intentará dar un visión de las mismas. Todo esto, claro desde el punto de vista de esquiador turista, limitado, de nivel escaso y entrado en años y kilos. Procuraré salpicarlas con las opiniones del frikirraider que compone la otra mitad de este dúo de compatibles incompatibles que nos hemos metido en estas lides.
Vamos al lio.
Dia 01, sábado 24 de febrero del año del señor 2018.
Llego a Puigcerdá con la sana intención de comer, descansar, dormir algo, ya que la noche fue larga y el tiempo de descanso escaso, y luego emprender la marcha hacia nuestra primera etapa, La Clusaz.
Naturalmente, Salva opina que podemos ir haciendo ya camino, y tras un rápido y nutritivo menú, y con él a los mandos, recorremos el primero de los algo mas de 700km. que nos separan del destino.
Todo discurre plácidamente, hasta que toca pagar el peaje en Valence. La máquina pone Clase 3 y una barbaridad de pasta. Precio de autobús. Llamamos y protesto al interfono. “Nous soms Classe deux, camping car”. Nuestro top en francés. Tras una larga parrafada en el mismo idioma, de la que no entiendo nada, la cosa se resume en que nos abren la barrera, un “au revoire” y nada mas. Nos fumamos los 64 pavos que nos quería cobrar la máquina. En el siguiente, mismo procedimiento, pero esta vez si que se hacen pagar la tarifa de clase dos.
No se como pasa, pero un poquito aquí, otro allá, y nos vemos subiendo los últimos metros que dan acceso al pueblo. Rápida consulta a los gendarmes para ver donde se puede aparcar, y al fin nos situamos en el parking de Combe des Juments, a pie de remontes y taquillas.
Un pis y a dormir, que el día ha sido largo, sobre todo para uno.
Dia 02, domingo 25 de febrero de 2018, según el calendario gregoriano.
Amanece en nuestro pisito, y nos rodea la niebla.
Hace frio, tendiendo a mucho frio, pero nada comparado con lo que llegará los próximos días. Parece que se han dejado abierta una puerta en Siberia y el aire polar viene que enciende. Nos vamos a enterar. Eso si, el aparcamiento, elegido estratégicamente cara a los remontes.
Ante la climatología reinante, decidimos que ya esquiaremos mañana, con pronósticos de sol y cielos despejados, y nos damos a los trámites de forfaits, hacer unas compras, conocer el pueblo y explorar la zona en busca de algún posible mejor emplazamiento, incluyendo localizar el camping por si se hiciera necesario.
Nos instalamos finalmente en el parking de La Balme, nuevamente a pie de remontes, y nos vamos a dormir tan contentos, una vez desembalado el jamón e inaugurado pertinentemente.
Dia 03, lunes 26 de febrero de, nuevamente, 2018.
Amanece, la cosa no pinta mal, pero algo falla.
Nos hemos pelado de frio. Parece que pasa algo con el gas, enciende pero no calienta. El agua se congela en los grifos. El desagüe del lavabo empieza a rebosar hielo. Cuelgan los carámbanos por fuera y dentro de nuestra modesta vivienda, que se denominará en adelante, “El Igloo”. El ataque siberiano no hace prisioneros, solo deja victimas. Revisión de todo. El tema gas, en principio subestimado, se agravará por la tarde. El congelado general es mayúsculo, así que en un arranque de valor, decidimos enfrentar los problemas como se merecen. Nos vamos a esquiar.
La Clusaz
Recorremos la estación desde la zona de Balme hasta Manigod. La Clusaz tiene un tamaño tirando a grande, declaran 125km de pistas, y con zonas variadas, desde las mas escarpadas con pistas rojas y negras exigentes y mucha nieve que trillar alrededor de las mismas, como La Balme, hasta partes mas familiares, bonitas bajadas azules entre árboles hasta el mismo pueblo, y zonas de iniciación buen preparadas, como hay en Beauregard y Manigod. Entre una y otra, la zona de La Aguille, bajadas rojas enlazadas para todos los gustos. En general buenos remontes, varias cabinas y un par de telemix, con silla y cabina en el mismo cable, sillas desembragables en general y casi todos los pinza fija con tapiz móvil para embarque. Una estructura de pistas y remontes que permiten múltiples recorridos circulares sin repetir pistas, lo que ayuda a dar variedad a la jornada de esquí. Y una cota cota máxima que roza los 2500 metros en La Balme, con unas, creemos, espectaculares vistas del Mont Blanc, con la mínima en los poco mas de 900 metros de elevación a los que se encuentra el pueblo. Con parte de los remontes en el mismo centro.
Nuestro problema, en esta visita ha sido lo del Polo o Siberia, o la puerta abierta. Y es que a 15 o 20 grados bajo cero no hay quien pueda disfrutar mucho rato y mas viendo como se desmorona tu habitat en derredor. Y la nieve, que en estas circunstancias tiende a tener la consistencia del mármol, salpicado de planchas de hielo. Delicioso. Y agotador.
Total, que a media jornada el frio empieza a hacer mella, sobre todo en Salva, que como es cuarto y mitad de persona, pues enseguida le llega a los huesos. Yo en esto tengo la ventaja de la capa aislante que llevo de fábrica, y padezco menos en estos climas extremos. Asi que nos vamos recogiendo hacia las tres de la tarde, cervecita en el bar de al lado de casa, y fabada de bote que a servidora le cae como un tiro.
La fabada de lata me mata. No puede ser, nada como lo que uno mismo cocina.
Ya se había cubierto y empezaba una ligera nevada.
Pronóstico para mañana, nuevamente sol. Como hoy.
Y luego a descubrir que no hay quien arranque la estufa, que en la cocina casi ni sale gas.... Y los grifos y desagües, no se si se ha mencionado, rebosando agua en estado sólido.
El tema del gas se soluciona tras pasar una nueva noche helados y meditar el asunto. He puesto un depósito recargable de GLP, que podemos rellenar en las gasolineras con el de automoción, ante la incompatibilidad de las bombonas entre diferentes países europeos. Viva la Unión Europea. Parece que en lo que es práctico de cara al ciudadano no piensa nadie. Eso si, las multas de tráfico ya si que llegan de todas partes. El GLP es mezcla de butano y propano, con lo que su punto de congelación es mas alto que el del propano solo que hasta ahora usaba. Y no se ha llegado a congelar, pr lo que parece pero se ha debido hacer tan denso con esta temperatura, que apenas fluye. Solución, la botella de reserva, que sigue siendo propano, y de nuevo funciona esta parte. Lo del agua no tiene solución hasta que la temperatura suba. Una tubería rota, con mala reparación y un grifo reventado que veremos como apañamos. Y el depósito de aguas grises, congelado. Y la llave de vaciado del mismo, lo mismo. Nos vamos a la cama. A pasar frio. Mañana mas. Mas frio, claro.
Día 04, martes 27 de febrero del año 2018.
Levantada. Frio. Solecito y nubes, que auguran que acabara nevando como ayer.
O parecido. Nos recorremos las pistas de La Balme. Vistas desde Bergerie, al fondo nuestro igloo. Parece que es normal, hasta que te acercas.
Descubrimos que para que se vea el Mont Blanc hace falta visibilidad, pero por lo menos han puesto una foto.
Nos vamos desplazando de nuevo por la estación, descubriendo otros rincones aún no visitados. La tónica es la misma de ayer, empezamos con solecito y solo -15º C, y vamos tendiendo con presteza y donosura hacia los -20.
La consistencia de la nieve, pues eso, consistente. No hay quien le hinque el canto. Bajamos hasta el pueblo en busca de guantes que solucionen el problema de Salva y el frio en las manos.
Es la ventaja de como está montado esto, puedes ir de compras en plena jornada de esquí. Finalmente nos acabamos rindiendo a la evidencia. Decidimos cambiarnos al camping, para poder tener electricidad que nos permita usar también el calefactor eléctrico que portamos. El camping, caro, no, carísimo. Hemos hecho bien en no utilizarlo. Pero eso si, por lo menos tenemos, además de luz, duchas y servicios sin congelar y una piscina climatizada en la que me sumerjo ilusionado, prescindiendo de su evidente aspecto de sopa de niños. Una larga ducha caliente me hace ver las cosas con una mirada mucho mas bondadosa. Error.
A la vuelta a la máquina me espera Salva con una nueva nueva. Un hábil conductor, francés para mas señas, en su maniobra de estacionamiento ha empujado nuestro igloo hasta hacerlo colisionar con un poste que hay tras nosotros, destrozando totalmente el paragolpes trasero. Trocitos y trocitos de plástico, las luces colgando, un poema.
Y el no sabe nada, no ha tocado nada, el golpe que se ve en mi frontal ya estaba, y ha sido casualidad que tras mas de una hora estacionados, fuera en el momento en que el se aproximó a nosotros que la furgoneta quiso resbalar por si sola hacia atrás. No hay nada que hacer mas que acudir a la policía, ya que la mediación de la dirección del camping tampoco fructifica. Y nos volvemos a dormir, esta vez mas calentitos, por fuera y por dentro.
Día 05, miércoles 28 de febrero del mismísimo 2018.
Nos levantamos igual de calientes. Seguimos sin poder vaciar aguas, llenar aguas, descongelar aguas. Por lo menos los deshechos químicos si los soltamos. Y en aras de la practicidad, tras varias consultas y con ganas de acabar y marchar, decido no liarme con denuncias a la policía, en el convencimiento de que no van a realizar una investigación exhaustiva con toma de muestras, huellas de rodadas en la nieve y otros métodos dignos del CSI, total por unos trozos de plástico.
Hemos decidido que nos damos por esquiados con los días pasados, aunque tenemos otro más en el FF, y que vamos a buscar un almacén del bricoleur, que abundan por la France como las setas en los montes de Salva, y tropezamos con un L&M donde damos rienda suelta al frenesí reparador.
Alli mismo en el parquing cambiamos grifo, anulamos desagüe por dificultad de reparación, aunque volveremos a intentarlo, seguimos con todo congelado por abajo fuera y dentro. El destrozo trasero queda fijado a base de bridas y parece que va aguantando.
Además, en una cagada más por parte del que suscribe, me he cargado el enchufe de 220v., y el del calefactor, lo que también queda reparado.
Tras ello, repostado de gas, combustible y despensa, a ver si podemos cenar decentemente hoy. Menú, taglliatelle con salsa de quesos, rico rico y con mucho fundamento.
En fin, jornada útil aunque no esquiemos. Andamos caminito hasta cerca de la frontera suiza y nos instalamos frente a otro almacén de bricolajes varios, para ver si por la mañana liquidamos los flecos pendientes. Entre otros, lo de descongelar. Y frente a un McDonalds, es decir, conexión WiFi abundante y gratuita. Parece que las cosas se van encarrilando. Error.
Día 06, jueves 1 de marzo del año dosmildieciocho de nuestra era.
Amanece. Veinticinco centímetros de nieve cubren los alrededores de nuestro refugio nocturno.
Nos ponemos en marcha inmediatamente, sin esperar almacén, ni McCafé ni nada, previendo posibles problemas de tráfico que efectivamente se van sucediendo, para ver si podemos perder el menos tiempo posible, ya que el traslado hasta Disentis3000, nuestro siguiente destino, se prevé largo y quizá complicado. Nuevo error.
De nuevo, y tras sortear varios incidentes menores de tráfico en el camino (en todas partes sale la gente con el suelo nevado si cadenas ni ruedas de invierno, hasta que la monta) y alcanzar la autopista y la frontera, el destino se interpone entre nosotros y nuestros deseos en la forma de simpático policía de aduanas suizo. Paramos a comprar la vignette y este amable agente nos requiere la documentación. Bien. Entonces deciden hacer una comprobación con el “perro electrónico”, aparatito que huele “sustancias”. Y dice que huele. Nos sabemos tranquilos, ya que no hay “sustancias” ningunas a bordo, pero deciden hacer una inspección completa. Y completa es completa. Del vehículo y de nuestras mismas personas. Completa. Tras la parte fácil, aunque incómoda, que somos nosotros, se ponen con la furgoneta. Esta vez con perro de los de patas y pelo. No estamos presentes, pero lo han desmontado todo, según nos cuenta una agente que queda para “acompañarnos” en el local de aduanas y que es de ascendencia española y habla perfectamente nuestra lengua, con lo que nos mantiene mas o menos informados. Casi tres horas mas tarde, vuelve el simpático y amable agente del principio, nos devuelve documentación y llaves y nos informa que efectivamente, hemos dado positivo en jamón. Y en chorizo, salchichón, lomo y alitas de pollo. La entrada de carne en Suiza está limitada a 1kg por persona, y nosotros nos pasamos un poquito. Pero no nos requisan, nos acompañan a comprobar que todo está como debe en la autocaravana, esperan por si tenemos alguna queja y finalmente nos despiden con un “buen viaje” con acento francés. En su favor, la total corrección, incluso en los puntos mas incómodos de la inspección. Vimos pasar a otro con los que fueron menos amables. Eso si, tres horitas de espera, que según nos informaron, podían llegar a las 72. Así que todavía no nos quejamos.
Nos reincorporamos al camino, con la esperanza de que ya hayan acabado los tropiezos varios, y parece que de momento la cosa va mejorando.
Y echamos a rodar por una autopista cubierta de nieve, que van limpiando poco a poco y entre un tráfico que, aquí si, parece acostumbrado a lidiar con estas condiciones y que se desenvuelve con la prudencia aconsejable pero con fluidez dentro de la situación. Conseguimos en un area de descanso recargar agua, eso si, la manguera de carga, que no habíamos comprobado, también está congelada, pero finalmente cede y funciona como debe. Algo es algo.
El día va, climatológicamente, mejorando también. La nevada va aligerándose hasta desaparecer, las carreteras van quedando limpias y secas.
Algún claro se entrevé a través de las nubes y finalmente, cerca del destino, tímidos rayos de sol asoman cerca del horizonte.
Sube la temperatura. Tras cuatro días, se descongelan las tuberías, la válvula de descarga vuelve a actuar correctamente. Podemos usar ducha, fregadero, el GLP vuelve a a su ser y tras recargar la botella tenemos de nuevo varios días de calor a nuestra disposición.
Llegamos a Disentis/Muster. El monasterio que le da nombre nos recibe a la entrada del pueblo.
Hemos hecho el camino mas largo, pero mas seguro y cómodo para la AC..Este es un factor también a tener en cuenta cuando viajamos con estos vehículos, hay veces que vale mas la pena alargar la ruta para evitar caminos que pueden ser mas comprometidos con estos aparatos grandes y pesados.
De nuevo, aparcamiento a pie de Bergbahn. Calefacción y a dormir. Mañana, mas pero no peor porque es imposible.
Y aquí dejamos el primer trozo de esta historia. Prometemos volver a contar cositas un día de estos.