
Al planificar la ruta, decidimos dejarla para el final, al ser la mas cercana a nuestro punto de regreso, la quedada de Panticosa. Diversos problemas con las fechas hicieron imposible conseguir apartamento para poder estar allí de jueves a jueves, de forma que pudiéramos llegar a la quedada a tiempo, así que gracias a las gestiones de Alpeskí, lo conseguimos de sábado a jueves. Las vacaciones francesas de invierno, que acababan ese sábado, fueron el problema.
Así que allí nos plantamos, dispuestos a seguir viviendo en El Igloo un par de días mas, hasta poder tener el apartamento.
Varias fatiguitas durante el viaje, acompañados por la nieve en el suelo y el cielo, y, como ya relaté, absoluta imposibilidad de acceder al área de autocaravanas a la llegada, por la cantidad de nieve en la carretera. Primera noche, pues, acampados al pie de los apartamentos que el sábado cataremos.

Como se puede ver, nevó.
Día 21, viernes 16 de marzo de 2018, dicen los calendarios.
Amanecemos en el parking de los apartamentos. Mas nieve.


Desenterramos lo posible la máquina de viajar, y nos dirigimos a la oficina de remontes en busca del premio de Salva. Allí está, Alpeskí, como siempre, puntual, ha dejado el sobre con los forfait a nuestro nombre.
Desde allí, a intentar encontrar emplazamiento en el P5, donde se situa la zona de amarre para estos aparatos con que viajamos algunos seres humanos poco convencionales. Estupendamente organizada, aunque no completamente respetada por conductores de otros tipos de vehículo, y absolutamente a pie de pistas.

En el camino, también se ha lanzado Salva a buscar esquís de medidas mas adecuadas a lo que presenta el panorama.

Algo encuentra, aunque le dejan baldado a media mañana y retorna de nuevo a esos GS con los que se esquía todo lo que haya.

Arriesgado freerider, totalmente pertrechado para ejercer.
Así que dicho y hecho, el día bueno, las pistas y alrededores hasta arriba de nieve, nos lanzamos a conocer lo que nos ha tocado en suerte.

La primera, en la frente. Resulta que hay una serie de pistas que no pisan después de la nevadas, para poder disfrutar de la nieve recién caída. Y allí voy a dar con mis huesos. Literalmente.


El frikirraider, disfrutando como loco, y este turista que lo narra, atascado haciendo lo que se puede.


La verdad, divertido a ratos, pero ando demasiado verde en estas lides para hacerlo con soltura. Así que decido dedicarme a lo pisado, y que el colega desparrame por el resto , que es mucho y muy bueno.
Y mientras, para mi, momento de recuperar fuerzas perdidas. Si es que estoy mayor. Esto no va a tener remedio.

Eso si, nieve estupenda, solecito, por momentos hasta calor. Así da gusto, digan lo que digan los obsesos de este invento infernal.

Dedicamos el día a hacer una primera exploración de la zona de Vars, que nos gusta mucho en cuanto a pistas, y poco por los remontes.



Tras una satisfactoria jornada, nos damos a la holganza y el jamón en nuestro refugio entre la nieve.

La holganza, primero. Luego lo demás.

Día 22, sábado 17 de marzo, 2018, parece ser.
Reparador sueño, estupendo despertar al rítmico sonido de la silla que pasa casi sobre nuestras cabezas. Y día oscuro, de nuevo.

Vuelven las nubes, las neblinas, las nieves. La mañana amanece poco apetecible ante unos ojos, maravillosa a la vista de otros. Adivina cuales ojos corresponden a que cara.
Nuestra situación, eso si, perfecta.


Así que lanzo a Salva en pos de frenéticas aventuras en la nieve, aprovechando que al ser sábado el público es menos abundante, las estancias semanales han concluido y el día no invita al público local a acercarse a las pistas.
Mientras yo me lo tomo con mas calma y tranquilidad. Mucha tranquilidad. Intento reencontrar mi equilibrio, cambio de esquises, pero la falta de relieve y de visibilidad general no hace nada en favor de mi intento.

Tras unas cuanta bajadas cortas y poco agradables, cambio el esquema del día y me dirijo a realizar la labores propias del amo de casa rodante.
Una sesión de limpieza, vaciados y llenados, como ya ha sido mencionado en otros momentos. Imprescindible labor periódica, no me cansaré de repetirlo. Y da gusta cuando no está todo congelado. Bueno, gusto, gusto, no, pero por lo menos se puede hacer.
Mientras, Salva disfruta como un enano en un campo de setas (bueno, como Salva en un campo de setas, se me ocurre cada cosa... y ahora que lo pienso, no me malentendáis, no le estoy llamando enano, le llamo micólogo o boletaire) y de vez en cuando pasa por nuestro refugio a ver como va la cosa y si me animo de nuevo, pero no me animo, no.

Como se ve, me quedé con lo peor, en la peor parte. La de Salva, de lujo.
Cuando da por terminada la jornada, cansado y tan satisfecho que da gusto verle, nos dirigimos a nuestro nuevo alojamiento “fijo” para los próximos días, la residence Les Myrtilles.
Apartamento sencillito, pero amplio y cómodo, sobre todo para los estandares habituales de Alpes franceses, que parece que van cambiando a mejor. De nuevo, buen trabajo de Alpeski seleccionando alojamientos.
Una vez instalados, nos damos una vuelta por la zona mas comercial de Les Claux, en busca de lugar para darnos un pequeño lujo gastronómico, que para eso es sábado.

Una ligera idea de como iba la cosa de la nieve.
Recalamos en un simpático garito, donde disfrutamos de unas pizzas condimentadas pertinentemente. No es un gran lujo, pero resultan excelentes. Nuevo error. Es que no paro de cometerlos, vaya temporadita llevo.
Día 23, domingo18 de marzo de este año corriente de 2018.
Amanece. Es uno de esos amaneceres de cielo blanco, casi mas blanco que la nieve que nos rodea cubriendo montes, caminos, árboles.

La luz, difusa, no se sabe bien si viene de arriba o es el reflejo de la nieve en las nubes.
Se respira tranquilidad, paz, armonía entre cielo y tierra.

Hace frio, y en mi interior, algo se remueve y pugna por salir. ¿Ansiedad? ¿Deseo de esquiar irrefrenable? Parece que no. La pizza de la cena de anoche, después de darme una sesión nocturna muy animada, da la impresión de que ha decidido continuar también durante el día. Resignación.
Así que el arriesgado esquiador se lanza al universo blanco, mientras este que lo es se dedica, entre retortijón y retortijón, a hacer coladas e intentar poner orden en su interior y exterior.


Las cosas van retornando poco a poco a la normalidad, y la vida vuelve a fluir por sus cauces habituales. Al tiempo, y antes de lo esperado, retorna Salva, con el discurso de que no se puede hoy sacar el mismo partido al día que ayer, así que pasamos el día entre caldito y películas varias.

Una nota negativa. El supermercado de Vars no tiene palomitas para microondas. Imperdonable. Nos tuvimos que ver las pelis con chuches diversas, dulces y saladas.
Un paseo al atardecer, ya con todo normalizado, completa la jornada, para ambos en blanco, pero con distinto tono.
Día 24, lunes 19 de marzo de 2018
Bueno, por fin un día bastante decente en lo anímico, lo meteorológico y lo físico.


Nos lanzamos a la nieve, sin prisa pero sin pausa, con intención de conocer (por mi parte) lo que falta de estación, llegar hasta Risoul y disfrutar de ello. Y lo hacemos. A pesar de las pistas de enlace, excesivamente planas en ambos sentidos, que implican unas remadas de Canal Olímpico.

El resto de la estación, que aun no había visitado, sigue la misma linea. Magníficas pistas, estupendas zonas sin pisar, tanto dentro como fuera de ellas y remontes tirando antiguos y lentos, quizá algo mejores en la zona de Risoul que en la de Vars.



Especial mención al teleski “Lievre”, largo y complicado, con varios cambios de dirección, y con una arrancada de esas que no se olvidan. Como ya dije, solo en Pajares había conseguido un remonte levantar mi cuerpo esférico medio metro del suelo al arrancar. Este va en la misma lista.

Parte del recorrido del mencionado instrumento.

Los paisajes y pistas espectaculares no cesan. Y no cansan. Curioso.
Hoy si que sale el día apañado, a pesar de que mis carencias, que lastran un tanto al colega, nos hagan discurrir por itinerarios paralelos, los facilitos para mi, claro. Arboles, pistas azules y rojas muy simpáticas, entre árboles, asequibles y entretenidas.




Una pausa para reabastecimiento.



Vuelta a Vars, ultimas bajadas y cerramos otro día disfrutado, que iba siendo hora.


En casa, jamoncito, que no falte. Ya hemos llegado a darle la vuelta, esto va sobre ruedas y quizá hasta esta vez si lo acabemos en la quedada.


Dia 25, martes 20 de marzo del año del señor 2018
Otro día bueno. Entre claros y nube, terminamos de recorrer el último tramo de estación que nos faltaba. Como curiosidad, vemos la preparación para las pruebas del kilómetro lanzado. Estos tipos se lanzan ladera abajo por lo mas inclinado que han podido encontrar. El record, 254,958 kmh. Estan locos, estos romanos.


Por fin veo el rincón del autocaravanista con buen día. No me resisto a enseñarlo.

Mas y mas y mas.
Vuelvo enamorado de la pista “Grand Vallon” una preciosa bajada muy larga, entre árboles, con pendientes variadas, muy divertida a mi nivel de turista.


Y, como sucede en casi todas las estaciones donde hemos andado, incluso esquiado, detrás de un monte, otro monte, detrás de un monte, otro monte, igual que el anterior. Y curiosamente, con pistas de esquí. Las estaciones son infinitas, grandes y pequeñas, con mas o menos medios, pero cuanto mas conozco, mas consciente soy de todo lo que me queda por conocer.



El cansancio acumulado va haciendo mella, cada día descansamos mas o acabamos mas pronto. Así que también este día nos recogemos a horas prudentes.


Me queda por terminar alguna chapucilla en la máquina, las acumulaciones de hielos y nieves debajo han hecho mella en algunas partes del sistema eléctrico poco protegidas, y me paso media tarde tirado en la nieve debajo de la trasera, cambiando parte del cableado para recuperar las luces traseras. Por suerte, prueba conseguida.
Y nos vamos a dormir, cansados pero satisfechos. Mañana es el último día aquí.
Día 26, miércoles 21 de marzo, año 2018 de nuestro calendario, 4 de rajab de1439 según el calendario islámico.
Pués aquí seguimos. Vuelve la nieve y la nube. Pocas ganas. Y según Salva, ya ha visto todo lo que había que ver en este lugar. Y que es culo de mal asiento. Todo junto suma que nos vamos para casa, o cerca.
Proa a Panticosa, entre la nieve. Todo recogido, dejamos Vars. Bueno, antes quitamos las cadenas, parece que hoy escapamos de los problemas de carretera.
Eso si, el tiempo mejora en nuestro camino al sur, lo que se agradece para una conducción mas descansada, naturalmente por parte del profesional de volante, que no soy yo.
Poco mas que contar de este día. Carretera, carretera, carretera.

Carretera......

...carretera...

...y carretera.
Por fin, tras aguantar mucho viento, que con este aparato se hace muy incómodo, pasamos Narbonne y enfilamos hacia el Pirineo, que empieza a vislumbrarse en lontananza pero no hay manera de fotografiar ni a tiros, oiga.
Llegamos al area de servicio de Comminges, donde hacemos reabastecimiento de los seres humanos participantes y alto para la noche. Mañana, en Panticosa. Vuelta a casa, que va siendo momento.
Resumiendo esta semana.
Decir que es una estación ya bastante conocida en estos foros, cómoda, familiar, Grande para una semana, con estupendas pistas de todos los niveles(sigo enamorado de “Grand Vallon”, todavía) mucho terreno alrededor para los que gozan de estas cosas (también espero que me llegue mi momento), incluyendo pistas sin pisar para los que necesitamos sentir algo mas de seguridad pero queremos probar la nieve no tratada, en fin, adecuada para la señora y el caballero, la niña y el niño, el experto y el mas nuevo.


Cercana a España, fácil de acceder y con variedad de alojamientos y zonas. La mejor, si no se busca mucha vida tras el esquí, es Vars Sainte Marie, con los accesos mas cómodos a pistas y a los enlaces hacia Risoul. Aunque lo de remar un rato no te lo quita nadie. El punto negro está en los remontes, una mayoría lentos o muy lentos, con “alternativas” en los teleskís sin domesticar que cunden por ese monte.
En fin, como pasa en otras facetas de la vida..... me gustan todas.