Navacerrada, una experiencia vintage
Hubo un tiempo, afortunadamente muy lejano, en el que todo tenía que pasar en Madrid por decreto. Ahora, cuando uno visita lugares históricos como el Circuito del Jarama o la Estación de Esquí de Navacerrada, parece justo lo contrario: una gran historia es lo único que se encuentra… Las inversiones ya no están y cuando uno quiere buenas instalaciones deportivas (que no sean de fútbol), las encuentra en todas partes menos en la Zona Centro.
Esquiar en Navacerrada es emocionante. Muchos sostienen que las laderas de Guadarrama son las primeras donde se esquió en España (tiene club de esquí desde 1907), pero eso mismo se dice en Vall de Nuria, La Molina, Candanchú… Es indemostrable quien empezó. Pero no tiene gran relevancia: lo que cuenta es que en todos esos sitios se respira algo especial, fueron los precursores.
Navacerrada es una experiencia vintage y, digamos, “peculiar”. En ninguna de las 33 estaciones visitadas hemos encontrado un camino abierto y transitado que cruce transversalmente una pista (el camino Schmidt). Ni que, para pasar de un remonte a otro, te tengas que quitar los esquís para cruzar una carretera nacional.
La única forma de esquiar en Navacerrada es aceptarla tal y como es. La comparo con el Circuito del Jarama porque como madrileño me produce la misma impresión. Un escenario donde han sucedido grandes cosas, donde ha nacido un deporte, pero donde no se han hecho inversiones públicas para cuidar la instalación, sino que se la ha abandonado a sus supervivencia confiando en que la gestión privada haga milagros.
Sin embargo, resulta emocionante (y de calidad) bajar desde la Bola del Mundo, los contados días que hay nieve (en esta visita no había). Y más aún deslizarse bajando el Bosque, una pista preciosa entre los pinos. Una lástima que la servidumbre de paso del Camino Schmidt la cruce transversalmente. Nosotros, bajando en un día con niebla, nos encontramos a una familia plantada en la nieve, en mitad de la pista, tirándose bolas. Supongo que una pasarela elevada de madera, o cualquier otra solución, resultaría polémica… Igual que lo de la carretera. Se habló de un bulevar peatonal superior y que la carretera pasara por un túnel… Pero eso es un obra considerable y encima Navacerrada tiene la peor maldición posible en este mundo politizado: pertenece a dos comunidades autónomas, tres municipios, dos confederaciones hidrográficas, está en medio de un Parque Nacional…
Y además, cada año nieva menos.
Así que podemos quejarnos de la falta de esfuerzo público o admitir Navacerrada como lo que es y rezar para que no desaparezca. Porque bajar por Escaparate, por ejemplo, es una experiencia intensa. No es larga, ni pendiente. Pero es una pista que te traslada al esquí clásico. Ahora no puede imaginarse una pista de esquí con un montón de árboles en medio. Probablemente debe ser peligroso. Pero en una pista dulce como Escaparate, tiene un fantástico atractivo vintage, mucha personalidad.
Repito, no sé si ponerme crítico con lo que podría hacerse y no se hace (que no es fácil) o rendirme a los encantos de la naturaleza de Guadarrama y de la personalidad de una estación histórica, aunque abandonada. La encontramos bien pisada pese a la poca nieve y con personal amable, excepto la persona que atiende el teléfono, que en dos ocasiones nos dijo que “no tenía tiempo de informarnos a los periodistas” y casi nos colgó… Por eso no podemos daros información “oficial” sobre si algún año de estos se abrirán de nuevo las pistas que cada temporada están “en recuperación” (Estación, Pluviómetro, Arroyo Seco, Stadium…) que han quedado para las grandes nevadas y para valientes.
Sabemos, eso sí, que esta temporada se trabajó en ventisqueros y en mejora de las pistas. Poco más… Una pena esa dejadez, en el lugar en el que parece ser que se innivó artificialmente por primera vez (1960) y que llegó a tener 10 remontes, 13 pistas, un circuito de fondo, un trampolín de saltos de 30 metros…
La realidad se impone: cada vez hay menos nieve en el Sistema Central, menos recursos en la estación, el parking está tomado (con todo el derecho del mundo) por plastiqueros y turistas, y la convivencia entre colectivos y organismos lo complica todo. Pero eso mismo lo vemos en algunas otras estaciones de otras comunidades y parece que no se rinden y que defienden a capa y espada su esquí y su historia. Aquí no hemos visto ni rastro.
Para ser sinceros, lo hemos pasado bien en esta visita a Navacerrada. Primero, porque llegamos entre semana y a primera hora. Segundo, porque la poca nieve que había estaba muy bien aprovechada. Tercero, porque conocedores de lo que nos esperaba, nos calzamos los esquís de travesía y también disfrutamos las subidas zigzagueando por mitad de los pinos. Pero, cuarto, y sobre todo, porque esquiar por Navacerrada es una experiencia vintage, en lo malo, pero también en lo bueno. Es como jugar al fútbol en Maracaná.