Este invierno no ha nevado prácticamente en nuestras estaciones de esquí. Pero es que tampoco ha llovido. Ni aquí, ni en la mayoría de Europa. Nuestro continente se enfrenta a un segundo año dramático y entra en niveles desconocidos. No solo se espera un incremento del precio de los alimentos, especialmente de los cereales, sino también 'guerras por el agua' como el que se vive estos días en Doñana.
La sequía es tan grave en algunas zonas de Francia que Ayuntamientos han prohibido la construcción de nuevas viviendas durante los próximos cuatro años. A pesar de la grave escasez de viviendas, nueve municipios del sur del país afirman que no merece la pena construir más casas por la necesidad de recursos hídricos que ello supondría.
Es sólo una de las muchas señales de que Europa se está quedando seca. "Estamos ante algo parecido a una sequía plurianual", afirmaba esta semana Rohini Kumar, del Centro Helmholtz de Investigación Medioambiental de Alemania en uno de los diarios de ese país. Este invierno se han registrado precipitaciones y nevadas inusualmente bajas no sólo en Francia, sino también en el Reino Unido, Irlanda, Suiza, España y partes de Italia y Alemania. La situación actual se produce tras las sequías europeas de 2018, 2019, 2020 y 2022.
El verano pasado, la sequía agravada por temperaturas récord en todo el continente fue noticia. El posterior invierno seco ha provocado que muchos acuíferos y embalses no hayan podido recuperarse. Ahora se acerca de nuevo el verano, y los expertos temen que una grave escasez de agua ponga en peligro la vida, la industria y la biodiversidad.
El Observatorio Europeo de la Sequía hace un seguimiento de los indicadores de sequía en todo el continente, muchos de ellos con mediciones por satélite, y aseguran que vastas regiones están mucho más secas de lo que deberían.
Calcula que los embalses de Francia y el norte de Italia están entre un 40% y un 50% más bajos de lo que deberían. El río más largo de Italia, el Po, está un 60% por debajo de su nivel normal. Y no sólo eso, en los Alpes ha nevado aproximadamente la mitad de nieve de lo normal, solo recuperada en parte por una primavera con más nevadas de lo habitual en estas montañas. Es un gran problema, porque gran parte de Europa Central depende cada primavera del agua del deshielo de los Alpes, conocidos como los embalses de Europa.
No hay que olvidar que la nieve aposentada en las montañas, representan millones de litros de agua que esperan a la primavera para discurrir valle abajo para alimentar ríos y pantanos. Un sistema de reserva natural crucial para poder gestionar los recursos hídricos.
Francia acaba de experimentar el invierno más seco desde 1959. En algunas poblaciones han tenido que recurrir a camiones cuba para repartir agua potable hasta 10 veces al día desde julio, sin interrupción durante los meses supuestamente más húmedos.
En el Reino Unido muchos ríos están en mínimos históricos. También ya en el continente, el Rin, que nace en los Alpes y fluye por múltiples países hacia el Mar del Norte, el año pasado descendió considerablemente causando enormes quebraderos de cabeza a las barcazas que lo utilizan para transportar mercancías. Ahora mismo, el nivel del río está entre 1 y 2 metros por debajo de la media para esta época del año, según algunas estimaciones y se están evaluando diversas medidas para ayudar a la navegación a hacer frente a la sequía en el futuro.
Lo que ocurra durante los próximos meses será realmente importante. Unas precipitaciones abundantes podrían aliviar la situación y alejar el peor de los escenarios. Pero Europa necesita mucho. Hannah Cloke, de la Universidad de Reading (Reino Unido) comentaba en una entrevista en AP que
"Estamos hablando de un mar, de un mar de agua. En términos de volumen, tendría que llover cientos de millones de litros en todo el continente para colmar el déficit. Tendría que caer precipitaciones superiores a la media en Francia y otros lugares, incluidas algunas zonas del Reino Unido. Desgraciadamente, no hay muchas posibilidades de que eso ocurra."
La agencia meteorológica británica, Met Office, calcula que hay un 10% de probabilidades de que marzo, abril y mayo sean más lluviosos de lo normal. Por el contrario, hay un 30% de probabilidades de que este periodo sea más seco que la media, y eso es 1,5 veces la probabilidad normal en esta época del año. La Oficina Meteorológica subraya que se trata de una "perspectiva amplia" y que podría haber zonas muy húmedas aunque el tiempo siga siendo seco en general. También advierte que
"Siempre existe la posibilidad de que, si llueve todo en dos días, se produzcan inundaciones muy graves. Lo que queremos es ver lluvias sostenidas y razonablemente suaves durante los próximos meses".
Otro factor importante es el calor que haga este verano.
Las olas de calor disparan el consumo de agua y aumentan las tasas de evaporación. Cammalleri indica que las previsiones europeas no apuntan a temperaturas tan altas como las del año pasado, aunque también hay cierta incertidumbre al respecto.
Dado que las probabilidades de sequía este año no son desdeñables (por decirlo suavemente), los expertos aconsejaron prepararse ahora para evitar los peores efectos de un verano seco. Reducir el consumo de agua es una medida obvia pero crucial. Francia no es ni mucho menos el único país en el que se aplican restricciones al consumo. En el Reino Unido, la prohibición del uso de mangueras introducida el verano pasado se ha mantenido durante todo el invierno en el condado suroccidental de Cornualles y parte del vecino Devon.
En Cataluña se han aplicado nuevas restricciones en el uso del agua: las granjas deben reducir el consumo un 40% y la industria un 15%. Ya no está permitido limpiar las calles con agua potable. Y en Suiza, algunas autoridades locales están distribuyendo folletos en los que se pide a los residentes que no derrochen agua.
En los últimos años, varios países, entre ellos Suiza, han intentado proteger sus fuentes de agua cubriendo los glaciares y la nieve de las montañas con telas gigantes que reflejan el sol. Esto puede ser eficaz en zonas pequeñas, pero para garantizar los recursos hídricos de muchos millones de personas esto no es una opción sostenible.
La parte positiva es que estas situaciones ayudan a los europeos a tomar conciencia sobre el uso del agua y de la gestión de las sequías según apuntaba hace unas semanas un informe de la Unión Europea.
Suiza, por ejemplo, está a punto de crear un sistema nacional de detección y notificación de sequías. Los países de la UE también deberán controlar las fugas en sus tuberías: aproximadamente una cuarta parte del agua potable de nuestro continente se pierde por este motivo.
También es posible que pronto bebamos más aguas residuales recicladas, también llamada regenerada. Así se está estudiando en Barcelona donde tienen uno de los mejores sistemas de gestión del agua en Europa. Además de usar desde hace años exclusivamente aguas freáticas para regar parques y jardines y el uso de fuentes ornamentales, ahora se está ampliando el sistema de embalses subterráneos situados bajo las calles de la ciudad. Pensados en su origen para limpiar las aguas provenientes de las lluvias antes de soltarla de nuevo al mar, ahora se bombea a una planta potabilizadora para el consumo humano.
Un proyecto apoyado por el programa DESSIN de la Unión Europea que se está replicando este año en otros países como Alemania, Noruega, los Países Bajos y Grecia, donde Atenas también reutiliza sus aguas.
El 20% del agua de Barcelona se puede regenerar y usar en épocas de sequía como la actual. Cuando no es necesaria se vierte a los ríos Llobregat y Besós y llega hasta el mar. Con las inversiones en marcha y las que se encuentran en proceso de planificación en el ámbito metropolitano, la ACA y la AMB calculan que en el 2050 no habrá déficit de agua potable. Ahora bien, los cálculos pueden variar si la emergencia climática se continúa agravando.
Son muchos años por delante, pero los expertos advierten que la adaptación a este tipo de sequías no puede resolverse con medidas a corto plazo. Y aunque el cambio climático antropogénico no es el único factor de la actual situación hídrica en Europa (la variación natural de los niveles de agua también influye), las temperaturas altas de estos veranos empeorarán la situación.
Por otra parte el aire más cálido provoca que se evapore más humedad de la superficie de la Tierra durante los eventos secos; de forma que el aire cálido también puede contener más humedad para alimentar nevadas severas y lluvias que podrían caer en Europa o irse a otras partes del planeta como está ocurriendo estos meses de invierno y primavera en Arabia Saudí, Oman y algunos paises de aquella región, donde lluve constantemente y se han formado grandes ríos. O en el lago Victoria de Africa, donde en 2019 comenzó a llover de forma muy intensa y todavía siguen igual. Hoy sus aguas han subido más de un metro e inundan algunas aldeas y ciudades de sus costas.
La sequía también afectará este año a la agricultura y cosechas de primavera de productos como tomates y frutas. La producción de soja y maíz también estará en riesgo, lo que aumentará los gastos de los productores de carne y aves.
Mediciones de los satélites de la NASA reflejan que el lago Victoria ha crecido durante estos cuatro años