Su reconversión a estaciones de cuarta generación no es fácil ya que los recursos son limitados y en muchos casos con problemas para mantener su propia explotación. Por otro lado, la propiedad, la gran mayoría de ellas públicas, tienen sus arcas vacías, debiendo aportar dinero al final del ejercicio ya que algunas dan pérdidas y con el predecible y previsible “ruido” político de la oposición, muchas veces impidiendo avanzar hacia un modelo estable y lógico. Hay que recordar que las estaciones no pueden gestionarse con planes o ciclos políticos de 4 años (que es lo que dura una legislatura)
En cierta manera en España está ocurriendo lo mismo, aunque quizás esta reflexión no ha llegado del todo a los políticos, que son quienes toman las decisiones finales sobre el futuro de las mismas en el caso de que sean públicas, es decir, la gran mayoría.
- 1ª Generación: aparecidas a principios del siglo pasado. Los remontes salían de los mismos pueblos.
- 2ª Generación: los remontes suben cada vez más alto. De esta manera aseguran más días de esquí y se van incorporando servicios. Antes de la II Guerra Mundial ya encontramos en los Alpes este tipo de estaciones.
- 3ª Generación: se construyen núcleos artificiales en cotas altas y consecuentemente carreteras, grandes aparcamientos, apartamentos para alojar a los esquiadores, etc. Se desarrollan a partir de la década de los 50 y 60, siendo Francia su máximo exponente.
- 4ª Generación: la estación vuelve a la población originaria, se acerca el dominio esquiable mediante grandes inversiones a través de remontes de gran capacidad y nieve producida. Existe un mayor respeto hacia el medio ambiente.
Por supuesto existen variantes en cada una de las generaciones. Hay modelos que se han mantenido inalterables a lo largo de los años, como las estaciones peatonales, etc. aunque para ser claros y transparente, una gran mayoría de destinos han carecido de él. Sin ir más lejos en España no han existido modelos de destinos turísticos de esquí con porcentajes de construcción de camas frías o calientes, lo que ha significado que antiguos clientes de hoteles se hayan comprado apartamentos que sólo utilizan unas semanas al año y los hoteles gran parte de la temporada están semivacíos por falta de nuevos clientes, debiendo bajar precios para obtener de nuevos, afectando al producto y al servicio y por lo tanto, al destino.
En un anterior artículo hablábamos de que desde hace unos años el cliente ha integralizado su experiencia en una estación de esquí. La falta de modelo puede afectar por la tanto a todo un territorio.
¿Y qué estaciones serán las que sufrirán más en un futuro?, Balsells lo tiene claro:
Si analizamos cuales son las necesidades actuales de los esquiadores no debutantes del sur de Europa nos encontramos que preferimos grandes estaciones, tener la sensación de viaje, pasar de un valle a otro, además de buenos y sólidos servicios. Sólo hemos de respondernos a la siguiente pregunta: cuando viajamos a los Alpes, ¿a qué tipo de estaciones vamos? La publicación por parte de algunos centros españoles de ofrecer x kilómetros de pistas, uniones, etc. responde a esa necesidad.
En un mercado maduro las pequeñas estaciones pujan entre ellas para quitarse clientes que corresponden a familias, grupos, niños y colectivos movidos en gran parte por la variable precio. Una solución para alguna de estas estaciones reside en la proximidad en el caso de que estén situadas cerca de grandes núcleos de población, algo que todavía no está del todo explotado en nuestros centros, pero sí en otros países o continentes.
Para conseguir nuevas metas, el conjunto de empresas que forman la industria turística como pueden serla intermediación, el alojamiento, el transporte y el resto de oferta complementaria deben ayudar a las estaciones para ser un gran polo de atracción, con lo que todos saldrán beneficiados. Si a ello le añadimos una buena accesibilidad, su supervivencia en muchos casos estará garantizada.