El Ejecutivo de Mariano Rajoy se plantea ahora suprimirlo junto al 1 de noviembre para que España se adecue a la media europea. Así, el 6 de diciembre sería laborable a todos los efectos y se mantendría el acto oficial en el Congreso de los Diputados. En todo caso, este paso no se dará en este 2012 ni en 2013, año en el que los españoles contarán con ocho festivos nacionales -Año Nuevo (1 de enero), Viernes Santo (29 de marzo), Fiesta del Trabajo (1 de mayo), Asunción de la Virgen (15 de agosto), Fiesta Nacional (12 de octubre), Todos los Santos (1 de noviembre), Día de la Constitución (6 de diciembre) y la Natividad del Señor (25 de diciembre)-, lejos de los 14 días que hubo, por ejemplo, en el citado 1986. Y sin contar los propios festivos de cada comunidad autónoma y los locales.
La festividad del 6 de diciembre sustituyó aquel año de 1986 al Lunes de Pascua. Una laica por una de carácter religioso, quedando muy próxima al 8 de ese mes, día de la Inmaculada Concepción, y que es feriado en España desde que se firmó el primer concordato con la Santa Sede. La consecuencia más inmediata de ese cambio fue que los españoles han disfrutado desde entonces de puentes o acueductos en esas fechas.
La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría negocia el nuevo calendario de festivos con la Conferencia Episcopal, los sindicatos y la patronal. La ventaja es que en 2013 “viene bastante ordenado por sí mismo”, ya que solo unas pocas fiestas caen entre semana, de ahí que los cambios se empezarán a aplicar en 2014. El presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles, Ignacio Buqueras, cree que hay festividades “intocables”, como el día de Navidad, el 1 de enero o el Viernes Santo, pero no las de diciembre. “Para el 6 y 8 (de ese mes) pedimos que se agrupen” al lunes o viernes más próximo, afirma.
Por su parte, el catedrático de Derecho Constitucional por la UNED, Antonio Torres del Moral, cree que los países deben tener un día festivo “en el que todos se vean identificados, pero no dos o tres” como es el caso de España, en el que conviven el 12 de octubre y el 6 de diciembre. De elegir, se queda con la fiesta “cívico-popular” del segundo.