¡Hola!
¿Qué tal? ¿Cómo estáis? Yo… resignándome a guardar los esquís. Además, algo ha nevado en la Val d’Aran así que… ¡todavía se pueden hacer Caps de Baqueira! 😉
El pasado sábado 20 de abril regresé de una semana de viaje a Tignes Val d’Isère y he de reconocer que tengo una (¡otra!) nueva obsesión. Pese a lo que me apasiona el esquí, jamás había estado más allá de Baqueira, y he alucinado. No sé si todos los Alpes son así, algo que espero ir descubriendo cada año a partir de ahora, pero Tignes Val d’Isère me ha enamorado. Con la buena suerte que tuvimos que, de 7 días de esquí, 5 llevamos esquís anchos. ¡Nos nevó prácticamente toda la semana! Así que cada mañana nos despertábamos con una media de 20 cm de nieve nueva. Lo que no había visto ni disfrutado en toda la temporada en Pirineos. Un auténtico regalo.

Le Village Perdu.
Viaje y alojamiento
Reservé el viaje con Esquiades y fenomenal. De seis días de forfait, el séptimo era gratuito, así que el sábado esquiamos hasta las 15 y después nos fuimos. 8 horas desde Vielha en coche, ni tan mal.
Nos alojamos en L’Aiguille Percée, un hotelito en Tignes Le Lac a 2 minutos de pistas, que, al final, para mí es de lo más importante. No necesitamos grandes lujos, que la habitación esté limpia y sea correcta, que así lo era, que el desayuno (buffet en este caso) esté bueno, y ya si tiene una pequeña piscina, baño turco, sauna, y una terraza cubierta, para después de esquiar, ¡qué más se puede pedir! Así que el hotel, de 10.

Tignes Val d’Isère
Por trabajo he estado varias veces en Chamonix, y en febrero fuimos a La Clusaz, pero nunca esquiando. Así que he de decir, antes de nada, que desde que llegué a Tignes Val d’Isère parecía "Paco Martínez Soria" en Alpes. Lo de esas montañas no es ni medio normal. Siempre me sorprenden y me hipnotizan. Son maravillas de más de 3.000 metros, y te hacen darte cuenta de lo insignificantes que somos.
La estación es increíble. Lo tiene todo. Es moderna pero vintage al mismo tiempo. Con telecabinas de hace “200” años, y funiculares como el de La Grande Motte que te lleva hasta 3.656 metros por dentro de la montaña. Con el diseño cuidado al mínimo detalle de Val d’Isère, y los trajes de los profes de la escuela de esquí francesa que parecen de los años 80. Eso sí, ni uno con casco… Algo que me sigue sorprendiendo a estas alturas, más cuando trabajamos con peques… Pero este es otro debate.

La Grande Motte.
Por supuesto fuimos al Tunnel, sobre todo después de leer que se abría después de 15 años cerrada. Pista desde mi punto de vista sobrevalorada. Lo mejor es el paso por debajo del túnel. Después llegas a una pista en peralte. Una mitad está llena de bañeras, con piedras, por lo que no se puede bajar, así que no queda otra que ir por un caminito lateral, lleno de gente, que hay que bajar derrapando. Así que mucha gracia no tiene. Me quedo con la Olympique, que es una negra larguísima, con una muy buena pendiente, y que es una auténtica pasada.

El Tunnel.
Como decía a lo largo de la semana, Tignes Val d’Isère es una estación que pone a cada esquiador en su sitio, porque no es nada fácil. Tiene muchísimas pistas negras y rojas, muchas de ellas sin pisar, así que aprendes cada día, y también, para qué negarlo, te das cuenta de lo que te queda para ser un buen esquiador. Es super exigente y por eso, entre otras muchas cosas, me ha fascinado.
Para los peques tiene muchísimas opciones. Tienen pistas con palos, pequeños puentes por los que pasar, muñequitos… Detalles que no requieren mucha inversión y que, sin duda, facilitan el aprendizaje y que los niños se lo pasen bien.
Además, hay pistas con bumps, snow parks, eslalon para todos (pagando 2 euros, pero yo por bajar palos, los pagaría). Es otro nivel que, perfectamente, y salvando las distancias en cuanto a dimensiones, podría trasladarse a las estaciones españolas.

El domingo 14 de abril fue nuestro primer día de esquí. Hizo muchísimo calor y la nieve estaba primavera, que era lo que yo esperaba para toda la semana dadas las fechas. A mediados de abril no vas a pretender que te llegue el invierno. Pero así fue. A partir del lunes comenzó a nevar, y creo que la semana pasada siguió nevando. Con temperaturas de menos 10 grados, así que ¡imaginaos cómo estaba la nieve!
Tignes Val d’Isère no es solo su dominio esquiable, 300 kilómetros de pistas, sino sus fueras de pista. Entre árboles, entre pistas, con poca gente en las fechas que fuimos… Seguías haciendo líneas a las tres de la tarde. En Baqueira después de una nevada, a las 11 ya hay poco dónde rascar, y los que trabajamos, la nieve polvo ni la olemos, jejeje. ¡Pero no me quejo! ¡Me apasiona estar con mis niños enseñándoles lo que más me gusta!
Dos glaciares, 1.900 metros de desnivel, 10.000 hectáreas, 76 remontes, 2 snowparks, 159 pistas. Sencillamente… ¡brutal! Un auténtico paraíso.

De Après-Ski
Cuando haces un viaje de esquí lo principal es, precisamente eso, el esquí. Pero también influye todo lo que le acompaña. Ya sean las cervecitas cuando acabas el día, o la gastronomía. Cada temporada veo que el número de extranjeros en Baqueira aumenta. Este año incluso di clases a una brasileña que venía exclusivamente desde Sao Paulo a pasar una semana en el Valle, además de mexicanos, ingleses, franceses… Y no es de extrañar, porque aquí encuentras una estación maravillosa y un valle que es un espectáculo, donde comes muy bien, y esquías aún mejor.
En Tignes Val d’Isère también, ¡pero lo pagas! Jejeje. Las cervezas cuestan 9 euros, y cenamos fenomenal la mayoría de los días, pero no bajábamos de 50 euros por persona (la vez más barata). Un día fuimos a un italiano, dos cervezas, botella de vino, un primero para compartir, y dos platos de pasta… 160 euros. Eso sí, el sitio era “monísimo”, la comida buenísima, y se lo curran mucho (Julietta 23 😉).

Julietta 23.
La Casserole en Val d’Isère es otro restaurante que recomiendo. De hecho, fuimos dos veces y estaba a tope. Nosotros pedimos la Fondue Bourguignonne, que es de carne y estaba espectacular, pero también hacen raclettes, y muchos otros platos.
En Mendikoa también nos atendieron muy bien. El dueño es hijo de vascos, así que de ahí el nombre y lo bien que se come. Y en L’Escale Blanche, muy cerquita del hotel, donde nos lo recomendaron, también comimos y cenamos, y nos atendieron fenomenal. ¡La Burguer Gourmand es brutal!
En Tignes Le Lac, cuando terminábamos de esquiar, más allá de las cuatro porque nos tienen que echar de las pistas, íbamos siempre a La Palette des 2 boules, una cervecería muy “local”, donde al final ya éramos parte de "la familia", y nos daban la mano al entrar, y nos servían sin pedir. Un local en el que se solían reunir profes y gente de la zona, con un personal de lujo, y en el que se respiraba muy buen ambiente.

La Palette des 2 boules.
Con el forfait también nos daban acceso a la piscina Le Lagon. Me acerqué una tarde, pero estaba tan llena que me fui. No obstante, esos detalles se agradecen.
Y así fue nuestra semana en Tignes Val d’Isère. Un auténtico paraíso que me ha marcado, y al que espero no tardar en regresar.
