Los ocho años transcurridos entre la idea primera de Turín como sede olímpica invernal, que se le ocurrió en 1997 a un general de los ´carabinieri´ ya fallecido, y el momento presente, con las pruebas en pleno desarrollo, han sido vividos al minuto por Evelina Christillin, vicepresidenta del Toroc, el comité organizador de Turín 2006. Licenciada en Historia, Christillin, de 50 años, formó parte en su juventud del equipo italiano de esquí alpino y considera que los Juegos dan a la ciudad otra cara además de la industrial conocida hasta ahora.
Usted ha vivido todas las etapas del proceso olímpico, desde que se planteó la candidatura hasta ahora. ¿Qué recuerda con más intensidad?.
Pienso a menudo en cómo me sentía cuando la candidatura triunfó en Seúl, en 1999, y en los ocho años de trabajo entre la primera idea y el momento actual. Habíamos logrado ser elegidos al primer intento, lo cual no es normal en las designaciones olímpicas. Decía Napoleón que hacen falta generales competentes, pero también afortunados. Ese fue nuestro caso. Además, Gianni Agnelli (patriarca de Fiat fallecido en el 2003) fue nuestro brazo armado. Lo primero que hizo fue conseguirme dos citas, una en Ginebra con Jean-Claude Killy (copresidente del comité organizador de Albertville´92), y otra en Lausana con Juan Antonio Samaranch (presidente del COI). Yo no conocía a nadie, y fue una gran ayuda.
Resulta paradójico que los Juegos que Agnelli apoyó contribuyan ahora a desdibujar la relevancia de su empresa en la ciudad.
En realidad, Fiat es uno de los patrocinadores olímpicos, lo cual no evita que Turín haya dejado de ser hace tiempo una ´one company town´, que vivía y respiraba en torno a una única empresa de automóviles.
Nosotros no renegamos de ser una ciudad industrial, pero ahora, con los Juegos, Turín tiene más de una cara. Además, Turín fue la primera capital de Italia cuando se unificó el país en 1861, y tiene una historia política y cultural que queremos contar también.
Los Juegos otorgan gran visibilidad mundial gracias a la televisión.Y, además, eso ayuda a cubrir gastos. El presupuesto para estos Juegos, entre infraestructuras y organización, es de 3,4 millones de euros, de los cuales 2,2 millones proceden de financiación pública. El resto ha sido recabado por el Toroc gracias a la imagen: el 40% en derechos televisivos, que para Europa son de la RAI y para Estados Unidos de la NBC; otro 40% en patrocinio; y el 20% restante en venta de entradas y merchandising olímpico. Por poner un ejemplo a menor escala; sólo el 8% de los ingresos del Juventus viene de las entradas para los partidos. La televisión es muy importante.
Durante los Juegos se celebra también una Olimpiada Cultural, y asalta la duda de si quien va a ver las competiciones tiene tiempo o ganas de ir luego a otro tipo de actos.
Hay que recordar que una cláusula del contrato olímpico obliga a la ciudad anfitriona a organizar una Olimpiada de las artes y la cultura. Al confeccionar el programa, nuestro problema era más bien qué dejar fuera, no saber qué incluir, porque en Italia hay tantísimo arte. Al final elegimos el cuerpo como idea central, para expresar la convivencia ambivalente entre lo local y lo global, que es muy característico de unos Juegos Olímpicos. Son 52 eventos repartidos en cinco áreas: arte visual, música, teatro y danza, cine y literatura, e historia y sociedad. Los eventos se han distribuido también por las montañas; no queríamos crear un gueto olímpico en la ciudad.
En estos años de preparativos, ¿han tomado ejemplo de alguna ciudad olímpica?.
De Barcelona, sin duda, como modelo de reestructuración urbana, y de su aprovechamiento posterior. Nosotros también queremos dar un destino postolímpico a las nuevas infraestructuras, y esperamos también más flujos turísticos hacia Turín después de los Juegos, como pasó en Barcelona.
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