Muchas personas ven los baches como un obstáculo, por eso nunca aprenden a pasarlos. Si a eso le añadimos la persecución que sufren las bañeras por parte de la mayoría de estaciones y los mitos que giran alrededor de su práctica, podemos entender el desinterés general sobre esta técnica tan divertida y tan educativa.
Los baches, lejos de ser un problema, son una zona del terreno que ayuda a esquiar, a frenar mejor y a iniciar los virajes más fácilmente. Si observamos la ilustración, vemos que el chichón del bache es una zona más plana que la propia pista, por tanto, facilita la frenada. Además, cuando estamos sobre él, los esquís quedan prácticamente en el aire, con lo que podemos iniciar los virajes, pivotando, con increíble facilidad.
Cuando hemos frenado, y como ya sabemos, el simple hecho de mirar cuesta abajo y lanzar el bastón hacia el siguiente bache hará que los esquís apunten adonde miro, me apoye en el exterior, me equilibre con control y, debido a esa actitud hacia la pendiente, recupere la posición y las puntas de los esquíes se dirijan hacia abajo, como vemos en la foto. Solo quedará extender las piernas hacia el siguiente bache, lo que hará equilibrarnos con naturalidad y nos dará recorrido para absorber mejor.
Si queremos comprobar que todo esto es cierto, llevemos a cabo la siguiente progresión:
- Elijamos una bañera aislada en una pista fácil y aprendamos a pasar esa sola. Ensayemos esa sensación de frenar contra ella y pivotar fácilmente cuando estamos encima.
- Para conseguirlo, es imprescindible llegar con el bastón antes que con los pies. Es lo único que nos hará mantener y recuperar la posición, una vez hayamos pasado el bache.
- Este llegar con el bastón antes de con los pies, es el foco que tendremos que mantener para enlazar varios baches. La razón por la que la gente se sale a la segunda o la tercera bañera es porque se les olvida el bastón y se preocupan de girar. Es un error, ya que, por mucho que giremos, si el bastón no está adelantado llegaremos retrasados a la siguiente y perderemos el control tarde o temprano.
Solo con eso se puede bajar el carril más difícil del mundo sin salirse. El resto de las habilidades, como absorber o ir con las piernas juntas y demás, vendrá después, pero de eso ya hemos hablado en otros artículos. De todas formas, seguiremos dando la matraca en el futuro, juas, hasta que los baches recuperen el puesto que les corresponde por sus ventajas técnicas, tácticas, físicas, mentales y la diversión que proporcionan en cuanto dejamos de verlos como un problema.
¡Buenas huellas!
Carolo, febrero de 2024