Un meme en los foros sobre la ultracorrección en el habla me ha hecho reflexionar sobre este fenómeno en el esquí. La hipercorrección lingüística es lo que nos hace decir “Bacalado de Bilbado”, pensando que el que dice Bilbao y bacalao es un bruto que se come las “des”. En el esquí también pasa, y te sorprendes tanto de ver a gente preocupada sin necesidad por fallos inexistentes, como a otras afeándoles cosas que, en realidad, no hacen mal.
Los dos ejemplos más habituales son levantar el interior y llevar los pies juntos. Sobre la separación de las piernas hemos escrito media docena de artículos argumentando que depende de factores como el estilo propio, el terreno, la velocidad e incluso el material; y que una traza estrecha, lejos de un error, puede ser una tremenda ventaja. Respecto a levantar esquí interior, reprobarlo es una herencia del dogmatismo reduccionista de finales de los 90. El gesto tiene su propio nombre (phantom move) y es un recurso que utilizan sistemáticamente los atletas de élite de cuaquier disciplina. Con todo, rara será la temporada que no veas a alguien comentar que estas u otras cosas como derrapar, inclinar, rotar, contrarrotar, usar o no usar el bastón están mal.
El origen de esta ultracorrección innecesaria es seguramente que, a nosotros, en su día, también nos afearon algo y, con toda nuestra mejor voluntad, tratamos de ayudar a otros a que no caigan en esos supuestos fallos. Es algo que se realimenta y se perpetúa. Y tiene que ver con esa manía de buscar pequeños errores anecdóticos donde hay, globalmente, un gesto suficientemente funcional y bien ejecutado. Ese perfeccionismo mal entendido, unido a la tradición de soportar la enseñanza de los deportes en lo que se hace mal, y no en lo que hay que hacer bien, nos lleva a cometer ese error aun peor que todos los anteriores: ultracorregir lo que no necesitaba ninguna enmienda.
¡Buenas huellas!
Carolo, septiembre de 2020