Mucha gente se pregunta si hay que contrarrotar o si hay que rotar. Mucha más, juas, se pregunta qué es eso de la contrarrotación porque no ha llegado a entender en qué consiste. La tradicional manía de querer verlo todo en blanco y negro, bueno o malo, conmigo o contra mí, no ayuda mucho a entender el concepto. Vamos a intentar explicarlo desde el punto de vista de la función que desempeña.
La parte superior del cuerpo puede ir en la misma dirección de los esquís o, como tiene la capacidad de rotar, puede girar tanto en esa dirección como en la opuesta. En el dibujo lo vemos mucho mejor. Si el torso gira en la misma dirección de los esquís y la curva, rota. Si sobrepasa ese eje imaginario sobrerota. Si el torso gira en la dirección contraria a la de los esquís, el cuerpo, contrarrota. ¿Es esto bueno, malo, neutro, regular o singular? Da igual; depende de lo que queramos.
Al contrarrotar, desplazamos la masa del cuerpo sobre el esquí exterior, es decir, aplicamos más presión y generamos más fricción, en consecuencia, tendemos a frenar. Al rotar, tendemos a apoyarnos sobre el esquí interior, o sea, repartimos más el peso sobre mayor superficie y, por tanto, minimizamos la fricción. Es decir, tendemos a correr más. Pues dependiendo de qué persigamos, podremos elegir hacer una cosa u otra. Por ejemplo, si vamos por una pendiente grande o una nieve dura, y buscamos el control, podremos contrarrotar un poco más. Si vamos por una nieve honda o pegajosa, podremos ir más de frente a los esquís, incluso rotar un poco, y ello favorecerá el deslizamiento.
Si queremos analizarlo a fondo resulta algo más complejo, pero para esquiar bien no es necesario este esfuerzo teórico. No obstante, para los que quieran comerse la cabeza, o hablar de técnica en el bar, la contrarrotación tiene algunos matices interesantes. Nos anticipa para iniciar la siguiente curva lo que supone cierta economía de movimientos, por ejemplo, si nos mantenemos todo el rato mirando a la pendiente. También genera una falsa angulación que, junto a la rotación interna del fémur respecto a la dirección que llevamos, aumenta aún más la fricción sobre la nieve. Si es excesiva, esta rotación interna del fémur desaparece, pasa de la aducción a la abducción, y hace que se suelten los cantos. Ello puede inducir una pérdida de agarre, justo lo contrario de lo que tal vez vayamos buscando. Podemos probarlo ahora mismo, de pie, en casa.
En cuanto a la rotación, es obvio que nos puede hacer tomar diagonales indeseadamente largas e incluso quedarnos en el interior, perdiendo el apoyo. Junto con la inclinación, el exceso de rotación es la principal razón de la falta de agarre, las piernas excesivamente separadas, la divergencia de esquís o las piernas en equis por falta de un apoyo sólido en el esquí exterior. Como no quiero enrollarme más, la semana que viene seguiremos ahondando en el asunto. Mientras, los aficionados a la física o a la anatomía pueden divertirse imaginando cómo cambian los vectores de fuerzas, o cómo se inervan distintos grupos musculares, si se ponen de pie ahora, en casa, y cambian de una postura a otra, rotando y contrarrotado.
En fin, como decía arriba, casi nada de esto es necesario para aplicar bien la rotación o la contrarrotación del torso según necesitemos. Creo que basta con tener claro que la contrarrotación favorece la fricción sobre el exterior y, por tanto, el control, mientras la rotación favorece repartir mejor la presión sobre ambos esquís y, por ende, ayuda al deslizamiento. Dependiendo de qué busquemos podemos aplicar una u otra, en mayor o menor medida, y en la misma bajada. La semana que viene daremos más detalles.
¡Buenas huellas!
Carolo, febrero de 2020