Entre las conclusiones de la última encuesta, resaltaba la sensibilidad que muestran los alumnos al nivel de esquí de los profesores, y dábamos una recomendación obvia que, por otra parte, siempre han existido en las escuelas: organizar entrenamientos formales y facilitar a los instructores que practiquen y mejoren en su tiempo libre.
Hoy día esto no resulta tan fácil por una serie de cuestiones; principalmente tiempo y costes (la competencia, las grandes cargas impositivas y otros costes hacen hoy las clases de esquí muchísimo menos rentables que antes) además de otras barreras que tienen que ver con la evolución de la industria del esquí, por ejemplo, que la mayoría de los profesores considere las clases no una profesión, sino una actividad temporal accesoria a sus principales motivaciones, y por ello permanezcan muy pocas temporadas en las escuelas.
Hasta el peor día puede convertirse en uno divertido y educativo, a veces inolvidable. Aquí, en un día de mal tiempo, construyendo con los compañeros un carríl de entrenamiento de baches en Hochkar, Austria. Foto Patricio Williams.
No obstante, las ventajas de organizar entrenamientos formales - aun para profesores que pretenden abandonar la escuela en un par de temporadas- son muchas:
- Aumentan el nivel de esquí y sus conocimientos, además de la coherencia entre los distintos estilos de enseñanza, lo que repercute en la percepción positiva de los clientes
- Es una extraordinaria oportunidad para los responsables de la escuela de mostrar con el ejemplo práctico cómo se imparten las clases reales, qué se espera de un profesor en cuanto a esquí, capacidades de comunicación, comportamiento, etc.
- Fomenta las relaciones entre el personal de la escuela, ayudando a crear vínculos e impulsar la filosofía de la empresa, si es que la tiene.
- Proporciona imagen de cohesión y profesionalidad a la escuela frente a la estación, los competidores y los clientes
- Motiva a los profesores, mejora su autoestima profesional y los hace partícipes de algo mucho más transcendente que un simple trabajo remunerado
Como decíamos al principio, los tiempos no siempre son favorables a la organización formal de entrenamientos. No obstante, los directores de escuela pueden buscar - y de hecho muchos lo hacen - soluciones creativas para estimular a los profesores a organizarlos, incluso premiando de algún modo las horas dedicadas a ello. Entre decenas de anécdotas recuerdo, hace más de veinte años, la escuela de Chapelco donde el director, Alfred, nos daba vales gratis de comida si asistíamos a los clinics matitunos; a Lorenzo Cruz con sus incansables entrenamientos en Sierra Nevada o, más recientemente, cuando en Mammoth el equipo motivaba a organizar sesiones o charlas para el resto de los entrenadores. Hoy, con perspectiva, no sólo no concibo mi trayectoria profesional sin todo ese trabajo acumulado en varios países, escuelas y clubes, sino que a veces sería yo el que pagase por haber recibido esa formación de la que guardo tan buenos momentos y tan buenas relaciones.
¡Buenas huellas!
Carlo © 2014