Muchos quisiéramos que existiera una pastillita mágica, de esas que te tomas y sales esquiando estupendamente. Lamentablemente no existen, pero hay cosas parecidas - además obvias - que, aunque normalmente no reparemos en ellas, nos pueden ayudar a esquiar mejor.
En el segundo artículo de esta serie hablábamos de que hay diversos campos de mejora, que pueden ser absolutos o relativos. Los subjetivos los dejaremos de momento para centrarnos en el terreno del progreso objetivo, donde encontramos una gran cantidad de oportunidades de progresar: la técnica, que incluye también la estrategia y la táctica, el estado físico con sus muy diversos elementos susceptibles de entrenamiento y, finalmente, la condición mental, incluido el estado emocional.
Progresar en alguno de estos aspectos seguramente supondrá también una mejora global en nuestro nivel de esquí - lo cual ya es bastante - pero es que, además, la cuestión tiene implicaciones interesantes. Se cre que para alcanzar estados óptimos de rendimiento tanto en el aprendizaje durante la práctica deportiva, el nivel de habilidades debe ser proporcional al nivel de desafío al que nos enfrentamos. Las tareas muy fáciles aburren y las muy por encima de nuestra capacidad estresan demasiado. Obsérvese que la palabra “desafío” implica, en si misma, que la actividad que hagamos tiene que ofrecernos alguna dificultad.
Gráfico adaptado de Jackson, S. A., Cziksentmihalyi, M.; (2002) Fluir en el deporte
Pero es que ocurre algo más. Estos escenarios llegan a producir estados de gran motivación e incluso de fluencia, que, además de proporcionar un enorme gozo por si mismos, generan una sinergia positiva con el proceso de aprendizaje. Nada nuevo, por otra parte, pero que se olvida con frecuencia.
Es fácil imaginarse a uno mismo en la tesitura de ir mejorando en todos y cada uno de esos campos que hemos citado arriba. Lo difícil es levantarse y ponerse a hacerlo, juas. Todos, sin embargo, habremos experimentado alguna vez que, enfrentarse a un quehacer desafiante pero dentro de nuestras posibilidades es lo más parecido a la magia de “la pastillita”. El miedo y la desconfianza dan paso a la absorción en la tarea, comprobar la valía de nuestras habilidades al entusiasmo, y superar las dificultades a la euforia que nos motiva a seguir dando pasitos más allá, junto con la certeza de tener realmente la capacidad... ¡Y en seguida uno quiere ya tomarse otra!
¡Buenas huellas!
Carolo © 2012