Hace cuatro años hablábamos sobre el fenómeno del upload y de cómo hoy es posible acceder de manera gratuita a una cantidad inconmensurable de información. Se dice de manera un poco cursi y hasta frívola que esto nos hace más libres y, en efecto, creo que es exactamente así. Mi opinión es, por supuesto, que ello también repercute en el mundo del esquí.
En la época en que empezamos con este blog hace casi quince años muchos se pusieron nerviosos, como suele ocurrir ante todas las novedades. De repente la gente podía opinar, encontrar información, bajarla, subirla, contrastar opiniones y secundarlas con datos. Se había acabado la época de los gurús y los guardianes del fuego y, cualquiera que tuviera tiempo y ganas, podía acumular tantos cuantos conocimientos quisiera sobre esquí. De la noche a la mañana, un alumno que se lo propusiera podía llegar a saber más de esquí que un profesional del deporte. Tocaba, pues, ponerse las pilas.
Este fenómeno global ha tenido una enorme repercusión ética sobre la profesión: el que la información circule ha obligado a todo el mundo a formarse mejor y a mantenerse actualizado, a colaborar, a intercambiar información y a crear sinergias positivas dentro de la "industria", incluso entre supuestos rivales. Parafraseando a nuestro campechano y agudo colega Robert Puente, ahora, para ser mejor que los demás compañeros no basta con ser bueno; hay que ser buenísimo; juas y, bromas aparte, sobretodo, contribuir a que los otros prosperen, a ti también te hace mejor por una pura cuestión de retroalimentación.
Por otra parte, el exceso de información puede presentar algunos problemas, pero las ventajas son mucho mayores. Para discernir el grano de la paja ya no basta con acumular conocimientos sin contrastar. Hay que irse a los fundamentos, hacerse un poco el antropólogo y aprender de física, biomecánica, sociología, sicología… todo para comprender cómo funcionan los sistemas complejos en los que nos relacionamos con el entorno, y así, desprendidos de prejuicios, tics culturales y reacciones viscerales, poder sacar el máximo partido del aprendizaje con honestidad intelectual, con responsabilidad, sin perdernos en lo superficial o lo irracional.
También, internet ha supuesto una herramienta fabulosa para aprender a conocernos conductualmente. El anonimato de los foros y de los comentarios de los blogs hace que todo el mundo actúe con gran naturalidad y, de camino, nos permite saber cosas que, de otro modo, la gente jamás se atrevería a decir en público. El profesor, el entrenador o el negocio del tipo que sea, tiene ahí una poderosa máquina de Rayos X para saber cómo son y qué piensan de verdad sus clientes o sus compañeros. Además, ello genera reacciones interesantes que mueven al optimismo, al observar que la sociedad virtual tiende espontáneamente a moderar los comportamientos incívicos y a premiar los provechosos.
Todos estos elementos que hemos descrito: obtener información inmediata y variada, poder opinar y argumentar con fundamentos, tratar de emplear el rigor y, finalmente, comprender mejor y, por ello, enriquecer la forma en que nos relacionamos, nos dan, pues, un grado mayor de libertad, pues no sólo nos permite elegir con mayor criterio, sino que nos pone a todos a una altura similar en el proceso de intercambio de información y de aprendizaje de nuestro deporte. Si nos fijamos bien, todo este conocimiento a nuestra disposición nos confiere derechos pero, también, elegir, interactuar con ética y emplear provechosamente la información tiene peajes y nos exige obligaciones. Exactamente igual que el concepto de la libertad.
En fin, asistimos a un hito en la Historia de la humanidad como pudo ser la invención de la imprenta en el Renacimiento: de repente, la información se hace más fluida y la libertad individual crece al mismo tiempo junto con nuevas oportunidades. Ello, cuidado y desarrollado con inteligencia nos permitirá sin duda afinar los resortes de la convivencia y, a la par que un mayor grado de independencia personal, nos permitirá también elegir – a los que tengan el arte suficiente - un mayor grado de felicidad.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2011