El otro día me contaba mi amigo Jesús Orduña que un médico se quejada de que hoy, como todo puede buscarse en internet, la gente se autodiagnostica enfermedades y luego se le presenta en la consulta exigiendo que le cure lo que creen tener. Todavía peor, otros se auto recetan directamente un genérico - de esos que fabrican en la India y en un par de días llegan discretamente a casa - y se lo toman tan contentos, volviendo a prescribirse otro cuando el primero no les hace efecto. “Lo malo e el interné” decía el doctor, juas, y en parte con razón.
Todas las cosas buenas pueden emplearse mal, está claro. Internet, este milagro tecnológico del talento en libertad, la cooperación y la generosidad humanas, que quizás no tenga parangón en la Historia y que por eso, tal vez, posiblemente marque en el futuro un antes y un después en nuestra memoria, también tiene sus cosas negativas, su lado oscuro, sus peligros.
Al mundo del esquí también le afecta, naturalmente, y no creo que haya aficionado, profesor de esquí, dependiente de una tienda, pistero o incluso director de estación al que algún lector ligero de la Wikipedia no haya intentado dar una lección sobre su propio trabajo, con ese incauto y a la vez soberbio “qué me vas a contar a mí, chaval, que lo he leído ayer en Internet”... "Lo he visto en los foros".
A mí también me ha pasado como no podía ser de otra manera, y he metido la pata con lecturas superficiales y conclusiones apresuradas sobre cosas que no conocía en profundidad, aunque lo creyera. En fin, algo humano y hasta cierto punto inevitable, pero que también con el tiempo aprenderemos a controlar: la capacidad de distinguir, entre tanta información, la que conocemos superficialmente y sólo alcanzamos a intuir, la que comprendemos pero aún no controlamos verdaderamente y la articulada con los conocimientos que realmente dominamos, de modo que efectivamente se suma a nuestra maestría sobre una materia.
Los derechos conllevan obligaciones; la información está ahí, es gratis y podemos tomarla, pero sin olvidar que tenemos la responsabilidad de manejarla bien, con sensatez, con perspectiva, con humildad... El buen juicio, unido a esta capacidad de discernimiento que comentaba arriba, es lo que nos hará sacar el mejor partido de internet; lo que nos hará oír más a menudo en el futuro la frase “lo bueno, eh el interné”, juas, juas
¡Felices vacaciones y buenas huellas!
Carolo © 2013
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