Los tiempos cambian, siempre ha sido así, y hoy estamos asistiendo a una de las revoluciones que marcarán a la humanidad. Pasarán años hasta que podamos ver con perspectiva las dimensiones reales del fenómeno de Internet, pero, de momento, podemos ir señalando algunos cambios significativos y bastante interesantes. Hace poco, el deseo de la gente era principalmente “bajarse cosas” de Internet, hoy, sin embargo, el mayor interés es “subir cosas” a la red. Compartir, contar cosas, darse a conocer… la enseñanza del esquí, como no podía ser de otra manera, no es ajena a éste fenómeno del uploading.
Sólo hay que ver la multitud de canales formativos que hay en este portal – Nevasport – para hacerse una idea de la cantidad de personas que, más o menos altruistamente, dedican horas y días de su tiempo a compartir información con los demás. Si nos centramos en los que se refieren a la enseñanza encontramos decenas de ellos: Malaltsdeneu, Desde Jaca con Amor, La tienda Nívalis y, los últimos en incorporarse, el blog de Robert Puente y la escuela de Grandvalira. Todos ellos nos regalan cada semana valiosísimos minutos y conocimientos que podrán aprovechar, en cualquier rincón de mundo y en cualquier momento, cientos de miles de personas.
Con todo, aún hay gente que ve algo negativo en ello. Muchas escuelas y profesores ven en esto una amenaza en lugar de una oportunidad. Piensan que, si la gente puede acceder gratuita y fácilmente a esta información, ellos van a perder clientes. Nada más lejos de la realidad; la praxis económica demuestra que cuando la información fluye el mercado se estimula o, dicho en palabras más simples, el hecho de que aquí haya gente hablando de técnica y de enseñanza en el plano teórico, hace que la gente se motive para, cuando llega a su estación de esquí favorita, ir en busca de clases prácticas.
Hay que quitarse de la cabeza esos prejuicios al estilo de los antiguos sacerdotes que querían mantener su dominio gracias a la ignorancia y a la superstición de los demás. El mercado virtual está ahí para competir libremente, sin privilegios para nadie y sin miedos hacia el producto que vendan los demás. Internet está aquí, es gratis y es, de momento, libre para todo aquél que quiera disfrutarlo.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2007