Siempre estoy dando la plasta con las sensaciones, así que
hoy vamos a entrar al trapo y a comenzar una serie de articulillos sobre
las fuerzas externas y el modo en que nos pueden ayudar si aprendemos a
sentirlas. Hoy le va a tocar a la fuerza centrífuga de la que tanto
hablo.
Supongamos que hemos leído los articulillos sobre la
inclinación y el balanceo y estamos ahí, en lo alto de la pista, sin
tener todavía muy claro cuánto y cómo podemos angular e inclinar sin
pegarnos una castaña. Recordemos cuando aprendimos a montar en bici cómo nos
decían que no hacía falta girar el manillar, que si íbamos a la suficiente
velocidad sería suficiente con inclinarse... uno lo intentaba y ¡magia!
aquello giraba; no con mucha precisión, sin sentirnos demasiado seguros, pero
aquél chisme infernal de dos ruedas describía, más o menos, una
curva.
Ése día descubríamos la fuerza centrífuga, una mano
invisible que nos sostenía mientras sentíamos el goce inconmensurable de
la danza por los límites del equilibrio. Cuanto más rápido nos atrevíamos a
ir, más seguros nos sentíamos inclinándonos dentro de la curva.
Muchas veces cuando intentamos conducir un viraje nos
preocupamos de poner los cantos o las piernas de un modo u otro, pero nos
olvidamos de esa ayuda externa que nosotros mismos generamos a medida que
vamos avanzando y girando. Basta con sentirla y balancearse al interior de la
curva, intentar llegar al final de la cuerda invisible que nos sostiene para que
el viraje se describa. Merece la pena probar cuánto somos capaces de
tumbarnos ayudados por esa fuerza, y desplazar cada vez un poco más nuestro centro
de gravedad al interior de la vuelta, mientras disfrutamos de esa sensación
incomparable.
Notemos la diferencia entre sólo inclinarnos o inclinarnos y angular; cómo un mayor agarre multiplica ésa fuerza, cómo más velocidad es, curiosamente, más estabilidad. Empleemos los conocimientos técnicos y sobre física que tenemos y asociémoslos con la percepción de estas sensaciones.... Si reparto el peso en los dos pies y obtengo un mejor apoyo ¿No noto que aumenta esa fuerza externa y me sustenta mejor? Si miro con el rabillo del ojo y reduzco el radio de giro ¿no aumenta igualmente y me mantiene más estable? ... percibir todas estas cosas nos permitirá analizar mejor cómo hacer los virajes, pero lo más interesante es que, el simple hecho de sentirlas, nos proporcionará lo que hemos ido a buscar a la montaña: la satisfacción de deslizarnos, girar, tumbarnos; el placer de esquiar.
Je, ¡Buenas huellas y buenas curvas!
Carolo © 2002