Hay muchas personas, que cuando escuchan hablar sobre la unión de estaciones de Candanchú, Astún y Formigal, piensa que no es aceptable el impacto ambiental que supone la instalación de nuevos remontes para llevarla a cabo.
Entre otros motivos, opinan que el nuevo dominio esquiable que se crearía, no supondría un cambio positivo suficiente, como para justificar ese impacto ambiental, y por tanto concluyen que quizá sería mejor modernizar los centros invernales “tal y como están” y de esta forma evitar ocupar nuevas áreas como el Valle de Canal Roya.
En esta misma línea, también hay muchas personas que a pesar de rechazar la unión entre Astún y Formigal por el hecho de instalar un remonte en un valle como el de Canal Roya (por el que actualmente no hay remontes), en el caso de la unión de Astún y Candanchú no la ven tan mal, ya que esta unión es sencilla, al estar ambas estaciones tan cerca una de la otra, y viable al discurrir el remonte proyectado por entornos ya de por sí bastante humanizados.
Pero, ¿por qué creemos que sí es necesario que se unan no solo Candanchú y Astún, sino las tres estaciones de: Candanchú, Astún y Formigal? ¿Y por qué estas tesis que hemos descrito en los párrafos anteriores no solucionan los problemas actuales y desde luego no permiten desarrollar el verdadero potencial que tienen las áreas esquiables del los altos valles de Aragón y Tena?
El motivo fundamental es que, la unión de las tres estaciones, no significa solamente su unión física, es mucho más que eso. Unir las tres estaciones de Astún Candanchú y Formigal, supone la creación de un dominio esquiable nuevo, que sería el más grande de España, que podría competir con Andorra, Sierra Nevada y Baqueira (los líderes del mercado peninsular actual) y que entraría en los circuitos de los touroperadores nacionales e internacionales con paquetes de “esquí de semana completa”. En definitiva, la unión de estaciones es un cambio de modelo total.
Y es que como bien sabemos, el esquí de nuestros días no es el mismo que el de los años 80 y 90 cuando por ejemplo Candanchú estaba entre la élite nacional de las estaciones. Los esquiadores actuales, demandan dominios grandes y remontes rápidos.
Y además de esto, lo que el esquiador demanda actualmente es un destino vacacional de nieve, que le permita una estancia de una semana (de sábado a sábado) como pasa en Los Alpes o también en Andorra. Y esto quiere decir que para entrar en estos circuitos de turismo internacional de semana completa, hay que ofrecer un dominio esquiable lo suficientemente grande como para que, durante esa semana, puedan ir saltando de pista en pista sin aburrirse.
No solamente eso, sino que además de kilómetros y variedad de pistas, el esquiador demanda un elenco completo de servicios complementarios y actividades asociadas, gastronómicas, culturales, etc. para completar una “experiencia total”. Todas estas características que el mercado del esquí demanda hoy en día, solo las conseguiríamos uniendo las TRES estaciones.
Pero este proyecto, no solo permitirá el marco en el que se generarán los recursos para actualizar y modernizar las estaciones en sí mismas, sino que generará recursos y los puestos de trabajo para poder invertir en muchas otras cosas, como mejorar infraestructuras, dotar a los valles de muchos más servicios, fijar población, etc.
O en otro orden de cosas, por ejemplo generar las estructuras que permitan la implantación de formación en esquí profesional de las que se beneficiaría la juventud local con becas e innumerables posibilidades para ganarse la vida en el futuro, y por qué no, optar también a poder traer competiciones internacionales como la copa del mundo FIS o el Freerride World Tour que ahora ya van a Andorra o Baqueira, y beneficiarnos de la enorme repercusión mundial que tienen este tipo de eventos.
En definitiva, con la unión de estaciones, el cambio de paradigma es de tal magnitud, que miremos en la dirección que miremos de la realidad social de los valles de Tena y Aragón, solamente podemos encontrar oportunidades de futuro, riqueza y esperanza para sus habitantes. Además todo esto puede hacerse sin duda respetando al medio ambiente, y poniendo la naturaleza en primer plano del proyecto.
Y esto no es ciencia ficción, seguro que muchos de nuestros lectores habrán viajado por muchos valles de los Alpes o de Andorra en los que este “milagro” de la nieve ya ha ocurrido, y continuará en el futuro. También ocurrió en nuestros valles hace 30 o 40 años a otra escala, pero no hemos sabido subirnos al tren del futuro. Ahora es el momento de hacerlo y de llevar a cabo este proyecto de unión.
Por eso, no es suficiente con modernizar y actualizar las estaciones “tal y como están”. Es necesario unirlas, ya que por separado, las estaciones no cumplen características necesarias para dar ese salto actualmente. De hecho, en el caso de Candanchú, estación que más dificultades tiene ahora mismo debido al envejecimiento de sus instalaciones y por los problemas que tiene de innivación por su baja cota de arranque, solamente podrá acometer las inversiones necesarias para “ponerla al día”, si se unen las tres estaciones, ya que este nuevo dominio, sí que generaría los recursos necesarios para llevar a cabo las inversiones necesarias en esta estación con garantía de retorno de la inversión.
Pero no solamente tendría problemas Candanchú. De no unirse las tres, ninguna de ellas llegará a ser, ni de lejos, lo competitivas que podrían ser unidas y esto llevará aparejado que todas las expectativas de atraer nueva población, generar más servicios para los habitantes de los valles, construcción de nuevas infraestructuras, y un largo etc., no se harán realidad.
Entonces, ¿estamos dispuestos a unir las tres estaciones y entrar en una nueva etapa de oportunidades o preferimos un futuro incierto y sin garantías? Ahí está el dilema, y a la vez la respuesta a tantos problemas que actualmente tienen las estaciones altoaragonesas. La oportunidad está encima de la mesa y está al alcance de la mano. ¿Estamos dispuestos a atrapar este tren, o lo vamos a dejar pasar una vez más? Dependerá de la voluntad de todos los implicados, empezando por cada uno de nosotros como ciudadanos, pasando por la sociedad civil y las administraciones públicas.
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