Me contó el incomparable Mauri que, un día, Gustavo Thöni -tres medallas olímpicas, cinco campeonatos y nueve copas del mundo- escuchaba a un entrenador en el comedor del hotel que él mismo había fundado en el Passo dello Stelvio. El entrenador describía minuciosamente y con extraordinaria precisión movimientos muy complejos, dejando a todos boquiabiertos con su erudición sobre cómo esquiar. Thöni, tras dejarlo explayarse, tomó la palabra y dijo “impresionante charla; si, cuando era chico, llego a saber que esquiar es tan complicado, ni lo intento”.
Explicar las cosas con sencillez debería ser un objetivo de cualquier docente. Brevedad, simpleza y significancia. Muchos opinamos esto desde hace tiempo y podemos estar equivocados, sin embargo, hay un consenso cada vez más amplio sobre ello. Los deportes, más cuanto más complejos y dinámicos son, deberían enseñarse de forma implícita, sin exceso de análisis, con focos muy concretos y, en la medida de lo posible, de manera motivadora o, al menos, de modo que no desanime.
Según esta visión, los profesores de esquí serían más eficaces si ordenaran los mensajes de la siguiente manera:
- Que usaran palabras comprensibles, pues el propio proceso de aprendizaje ya es lo suficientemente estresante como para añadir confusión.
- Que usaran un solo foco de atención cada vez y, más importante, que se limiten a trabajar sobre esa sola cuestión.
- Que expusieran las frases de manera positiva, pues las negativas generan ansiedad y desvían el foco a lo contraproducente, describiendo lo que “no hay que hacer” y distrayendo de "lo qué hay que hacer”, que es lo verdaderamente importante.
- Relacionado con lo anterior, que no usaran juicios de valor, ya que las cosas no son buenas o malas en si mismas, sino que cumplen o no la función que perseguimos al esquiar. Tampoco las personas son torpes o hábiles, sino que se encuentra en un escalón concreto de su progresión.
Brevedad, simpleza y relevancia. En el fondo, son las máximas de la emisión de cualquier tipo de mensaje eficaz; la habilidad esencial de todo docente.
¡Buenas huellas!
Carolo, febrero de 2020