Acaba de empezar la temporada y hay que ir reencontrándose con las habilidades que no hemos puesto en práctica durante el verano. Veamos pues hoy, ocho consejos generales que nos pueden servir para esquiar mejor o, sencillamente para refrescar lo que ya sabíamos y disfrutar con más eficacia este invierno que comienza.
1. Imagina y planifica el itinerario
Ya conocemos cómo funciona nuestro sistema mente-músculo. Si imaginamos un movimiento nos programamos para llevarlo a cabo. Si pensamos en movimientos erróneos corremos el riesgo de cometer errores, pero si visualizamos vívidamente la bajada, previendo las dificultados e imaginándonos esquiar eficazmente, todo irá mucho mejor.
Además de ello, al imaginar el descenso no sólo nos programamos para ejecutar mejor los movimientos, sino que podemos anticipar problemas, aprovechar el terreno, hacer mejores elecciones tácticas y planear así más eficazmente la estrategia de la bajada.
2. Elije itinerarios de dificultad suficiente para progresar, disfrutar y fluir
Fluir mola, y además es más fácil de lo que parece. Si elegimos desafíos demasiado grandes corremos el riesgo de estresarnos e incluso cometer errores fatales. Si los desafíos son muy pequeños corremos el riesgo de aburrirnos. El truco está en conocer nuestro nivel, explorarlo y tratar de elegir dificultades que sean, a la vez, accesibles pero suficientemente desafiantes. Es ahí donde, gracias al grado de compromiso y concentración que implica, tenemos la oportunidad de acceder a esos estados sublimes en los que el tiempo parece pararse y todo fluye con nosotros.
Adaptado de (2002) Jackson, Cziksentmihalyi; Fluir en el deporte
No siempre entraremos en esos estados fantásticos de fluencia, pero frecuentando “esa parte de la gráfica”, nos resultará más fácil encontrarnos de repente fluyendo dentro uno de esos "momentos mágicos".
3. Convive con los errores
Los errores son parte del esquí, del deporte y de cualquier actividad humana. Pensar en ellos, lamentarse, obsesionarse con corregirlos o no cometerlos sólo nos apartará del presente, distrayéndonos de lo que estamos haciendo. Reparemos en ellos sólo cuando estamos aprendiendo, y veámoslos no como fracasos, sino como instrumentos para comprender los gestos correctos. Durante la práctica, asumamos que vamos a cometer infinidad de ellos, aceptémoslos y, cuando notemos que estamos cayendo en uno, descartémoslo en seguida del pensamiento, concentrados en el siguiente gesto – el correcto – que queremos llevar a cabo.
4. Esquía en el presente
Tanto recrear los aciertos u errores que hemos cometido como prever los que podamos cometer en el futuro o las consecuencias que nos puedan acarrear, nos aparta del presente. Acotemos el esquí - en lo posible - a la curva que estamos describiendo y a la siguiente, pensando en lo que “sí hay que hacer”. Hagamos elecciones tácticas y anticipémonos a los acontecimientos, por supuesto, pero sin perdernos en especulaciones ni una farfulla mental demasiado complicada. Permanecer en el presente es, justamente, lo que nos permite actuar con eficiencia y disfrutar la sensación de deslizarnos cuesta abajo superando dificultades.
5. Siente qué pasa
Conocer la técnica está bien, pero para ponerla en práctica hay que adaptarse al medio cambiante de la montaña y para eso hay que sentir. Sentir los distintos grados de fricción de la nieve, sentir las fuerzas externas, sentir la presión que ejercemos sobre los esquís y cómo responden ante los gestos que llevo a cabo… Aprendamos a desarrollar nuestros sentidos, interactuaremos mejor con la nieve y esquiaremos mejor experimentando, además, sensaciones más ricas e intensas.
6. Ten un foco externo
Sabemos que las sensaciones nos ayudan a esquiar mejor, pero centrarnos sólo en ellas puede llegar a ser contraproducente al no captar información relevante del exterior. Necesitamos focos externos para hacer cálculos espacio-temporales, por ejemplo, en los baches o en eslalon mirando dos bañeras o dos palos más abajo, en las bajadas entre árboles para focalizar el paso entre ellos, o incluso también pude ser un foco externo el perseguir aumentar o decrecer la presión que experimentamos, si la relacionamos con sus efectos sobre la velocidad o el desplazamiento. Los estudios demuestran que el foco externo ayuda a llevar a cabo los movimientos con mejor rendimiento y economía de esfuerzos.
7. Habla, comparte, aprende ¡Y descansa!
El cultivo de una actividad requiere de cuidados constantes, de estar atento a las innovaciones, de compartir el conocimiento y de realimentarse con los de otras personas. Hace no tanto tiempo el conocimiento del esquí se transmitía de “boca a boca” en un modo ciertamente primitivo y muy limitado, a veces, incluso entre lo secreto y lo misterioso. Hoy día, sin embargo, la información de calidad fluye abundante y accesible; hablar de esquí, compartir lo que se sabe y contrastarlo con otros aficionados nos ayudará a interiorizar mejor las habilidades.
Junto a ello no olvidemos el descanso, tanto el físico como el mental. Apartarse de vez en cuando, tomar perspectiva, esforzarse en no convertir el esquí en un trabajo o una obsesión manteniendo viva la llama de la diversión y el placer contribuirá a que, relajados, lo asimilemos mejor y lo disfrutemos más.
8. Visualiza un buen día: Planea, ejecuta y recuerda
Visualiza para recrear aciertos y conjurar errores, pero también, como hemos visto, para planificar mejor, ejecutar con mayor eficacia y, por qué no, para disfrutar en el recuerdo. Recordemos que las experiencias memorables se disfrutan antes, durante y después: mientras las preparas, cuando las llevas a cabo y al retenerlas y evocarlas en el recuerdo. Graba en la memoria los gestos, los momentos o las bajadas buenas, coméntalas, recréalas en la imaginación hasta fijarlas en tu “archivo de favoritos” juas, así las automatizarás y te resultará más fácil volver a llevarlas a cabo en el futuro.
Y creo que es suficiente por hoy, juas, juas... Buen comienzo de temporada y
¡Buenas huellas!
Carolo © 2013
Fotos Jan Vokaty, Mammoth Mountain 2011 y Patricio Williams, Hochkar, Austria 2013.
Las fotos aquí publicadas no son "demostraciones de escuela" y no tienen la intención de servir como modelo, sino como mero refuerzo gráfico para el texto. Tanto las ideas vertidas como las ilustraciones sólo muestran la visión y el estilo personal del autor. El esquí es un deporte complejo y que puede ser arriesgado; su aprendizaje y perfeccionamiento es un proceso continuo en el que todos, autor incluido, estamos inmersos; el lector debe interpretar estos artículos según su mejor criterio de prudencia.