Como decía en el resumen del artículo, ya hace años que han ido apareciendo mil y una nuevas escuelas y clubs de esquí en la mayoría de las estaciones de nuestro país. Muchos clientes me preguntan el por qué de este 'fenómeno' y, de hecho, no es raro escuchar a los profesores más veteranos quejándose de este hecho, argumentando que si el mercado está saturado, que si les ‘roban’ las horas, que si revientan precio, que si son ‘piratas’…
Yo, por mi parte, no creo que este tipo de iniciativas sean por sí mismas un problema, más bien son el resultado de la evolución del mercado (y de la demanda actual) junto con la ‘abertura’ del ‘mundo’ del esquí a nuevas generaciones y maneras de entender el negocio.
Cada caso es diferente y debería analizarse de manera detenida pero, muchas veces, estas nuevas escuelas o clubs nacen de las ganas de algunos profesores entusiastas, jóvenes y capaces, que están ‘hartos’ de trabajar mucho y, a veces, sin poder dar la calidad del servicio que querrían, para que otros ganen mucho dinero de cada clase (especialmente de los grupos o ‘colectivas’ ) mientras ellos no ganan suficiente como para vivir de la que es su pasión…
Para que nos hagamos una idea, si una escuela de esquí puede estar cobrando entre 35 y 65 euros por una hora particular de clase con un alumno, quizá, en los mejores casos, se paga entre 16 y 25 a los profesores más veteranos y con más titulación.
En el caso de clases colectivas o jardines de nieve la diferencia puede ser aún más radical, por hacer números redondos pongamos que la escuela cobre 15 euros por hora a 10 alumnos (150 euros en total), ¿cuanto creéis que recibe el profesor? Pues exactamente lo mismo que si tuviera un solo alumno, otra vez, como máximo, de 16 a 25 euros por hora… De hecho, en algunos casos extremos, si el profesor es ‘solamente’ nivel 1 y es su primer año trabajando puede estar cobrando 6-10 euros la hora.
Si a todo ésto además le sumas que algunas escuelas te hacen pagar el forfet de temporada, el traje y un seguro de responsabilidad civil, el resultado es que los profesores se acaban planteando que para poder vivir del esquí quizá es mejor probar suerte y ‘montar algo’.
Entonces, se juntan 4 compañeros, buscan un ‘target’ potencial, se plantean un producto innovador (o no), un nombre resultón, alquilan un pequeño local (o ni eso) y se lanzan al mercado buscando rentabilizar más la corta temporada que tenemos en nuestro país…
Una de las nuevas escuelas que ha irrumpido en los últimos años en Masella BEMOUNTAIN
Visto así, ¿no es de extrañar que aparezcan tantas nuevas iniciativas no creéis?
Por otro lado, y en contraposición a estas pequeñas iniciativas de las que hablaba hasta ahora, empiezan a aparecer también en muchas estaciones de esquí grandes ‘escuelas-franquicia’ que buscan que, vayas a esquiar a un sitio o a otro, puedas encontrar siempre la misma escuela y servicio (como un Mac Donald's de las clases de esquí vaya).
¿Representará esto el final de las escuelas tradicionales tal y como las conocemos? ¿O quizá será solamente un incentivo para que todos los profesionales del esquí se replanteen el modelo de negocio y funcionamiento?
Quizá ha llegado el momento de empezar a plantear la búsqueda de la innovación y la calidad del servicio. Quizá (tan sólo quizá ) las escuelas deben dar menos horas pero asegurarse de que estén mejor impartidas, quizá deban existir escuelas más pequeñas pero más especializadas, menos profesores pero más capacitados, mejor seleccionados y, sobretodo, mejor remunerados.
Debemos tener siempre en cuenta que, gracias a webs como Nevaport, los clientes cada vez están más informados y tienen acceso a más recursos a través de internet para conocer mejor lo que contratan y por lo que pagan.
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Sam Suarez,
Técnico deportivo superior