Como sabéis los que habéis leído artículos anteriores, me he enamorado del “freeride”(1). No me preguntéis por qué. No lo sé. ¿Por qué te enamoras? Supongo que influyen muchos factores, pero hay uno que es definitivo e indispensable, al menos en mi caso fue así: el tercer giro bueno y limpio en polvo. A partir de ahí ya no hay más, estás perdido. Si eso lo has vivido ya sabes la respuesta, quieres eso para siempre. Estás pillado, enamorado, loco, no puedes dejar de pensarlo, una necesidad te invade y te puede. La semana pasa como un trámite y el fin de semana haces lo necesario por calzarte unos esquís y disfrutar de la nieve.
El día que haces uno, el primero, no sabes ni qué pasa, vas a girar y quedas un momento, justo un instante, una ínfima y efímera fracción del tiempo de tu vida suspendido en una nube que no te deja llegar al suelo, esa relación que se crea entre tú y los copos que están debajo de ti te catapultan al siguiente giro y, no sabemos si por suerte o por desgracia, te llevan al paraíso, al lugar donde querrás estar a partir de ese momento.
En mi caso recuerdo perfectamente el momento, la pista, el lugar exacto y la situación entera. Pero es algo que contaré más adelante, si es que os interesa. Hoy me gustaría contar cómo está siendo mi relación con el polvo blanco en estos principios, cómo estoy dando los pasos de “turista pistero” a “turista fuera pista”. Me gustaría dar algún consejo a los que venís detrás y también, y perdonar la inmodestia, también a algunos de los que vais por delante.
En otra ocasión ya hablamos de lo importante que es llevar el equipo adecuado, y nos referimos no solo al conjunto de ropa, esquís, botas, casco y todo lo necesario para esquiar, sino también al uso (al buen uso) del ARVA, la pala, la sonda, en una mochila adecuada. A estas alturas parece tonto decirlo, pero el teléfono móvil es indispensable también.
Además, hoy os pongo un video con una introducción al uso de las mochilas “airbag”. En este caso Stephane, de Viladomat (Andorra) nos da una breve pero instructiva explicación en un video de Evasión TV. Creo que vale la pena verlo. Yo no he probado ninguna de las de “airbag”, y no creo que la necesite de momento, porque no me expongo apenas, no hago grandes palas, no busco espacios fuera del dominio de la estación, normalmente más protegido. Eso no quiere decir que no esté expuesto a sufrir un accidente, lo sé, pero de momento creo que puedo pasar sin ella.
Stephane Codjia es un magnífico asesor en temas de esquí, especialmente de "freeride".
Una vez dicho esto, y al hilo de algunos debates que se generan muchas veces cuando se habla de seguridad en la montaña, hay que recordar que todos estos elementos que señalamos, son elementos de seguridad PASIVA. Muchísimo menos importantes que los que nos proporcionarán los elementos de seguridad activa. En este caso y en mi opinión, la medida de seguridad más importante nos la proporcionará nuestra propia prudencia. Dicho lo cual, queda claro que las medidas de seguridad pasivas también me parecen imprescindibles, un accidente lo puede tener cualquiera y, fuera de la seguridad de la estación (o incluso dentro), en casi cualquier lugar. Hay otras medidas de seguridad activas, como es el conocimiento del medio, la buena información de los pisteros, la información del riesgo de aludes, el no salir de pistas sin compañía …
En la foto podéis observar varios pequeños aludes a pocos metros de las pistas. Una conocida zona de GrandValira. En esa ocasión nadie resultó perjudicado.
Ya sé que aquí hablamos de esquí, pero ¿alguien se imagina que fuéramos a comprar un coche en pleno 2015 y lo pidiéramos sin cinturones, sin “airbags”, sin ABS, ESP, reposacabezas, y todo el compendio de medidas de seguridad que la ciencia, la técnica y la cabeza de los ingenieros ponen a nuestra disposición? Máximo utilizando como excusa que nosotros nunca nos chocamos.
Actualmente, en una mochila muy práctica y por un precio razonable (en algunos casos no llegará a la mitad de lo que valen unos esquís a principio de temporada), tenemos un equipo mínimo que nos puede ir muy bien en caso de accidente. Si eres del tipo “muy egoista” también te puedes comprar solo un ARVA, pero se entiende que en la montaña reina el compañerismo.
Bueno, como he dicho que iba a contar cómo están siendo mis primeros contactos con el fuera pista, voy a ello. Supongo que si surge debate en torno al material y a las modas lo podremos solucionar en los comentarios o en otros artículos.
Pues los primeros contactos, realmente, comienzan en la pista, y no ahora, sino hace ya mucho tiempo. En realidad, entiendo que para poder esquiar fuera de pista debes tener unos fundamentos que se han ido consolidando con el paso de los años y de la práctica. El esquí, como sabéis, es un deporte que requiere de una técnica, y esa técnica no te llega de la noche a la mañana, hay que echar muchas horas para conseguir esquiar con cierta suficiencia. Unos necesitarán más y otros menos, pero todos necesitamos un tiempo. Y no poco.
Los primeros devaneos con la nieve polvo fueron en pista. Los típicos días que vas a esquiar y ha nevado la noche anterior. Esos días que, cuando tienes menos técnica y práctica, se te hace dificilísimo poder esquiar y te atascas cada dos por tres, cuando no te pasas la mañana revolcándote como un cochino por el barro. Esos días son buenos, aunque duros, y hay que pasarlos, ahí se aprende, no cabe duda. De alguna manera te das cuenta de qué puedes hacer y qué no para esquiar en nieve sin pisar. Aunque sea en pista.
De manera mucho más reciente, recuerdo haber comprado unos esquís con patín de 70 mm. (unos Elan M12) y que el vendedor ya me dijo que iban muy bien “en nieve sin pisar” y “en fuertes pendientes”. Y eso me puso alerta. -En fuertes pendientes de nieve sin pisar-. Pintaba bien. A aquellos esquís (que todavía conservo y que no hace mucho usé ) les metí muchas horas, los recuerdo con mucho cariño, como a casi todos. ¡Cómo ha cambiado el material!
Al final ya de los días de actividad de aquellos esquís recuerdo que cayó un paquetón interesante, y yo ya andaba a vueltas con el material, quiero decir echando la culpa de mis pequeños fracasos al material (el mérito de mis evoluciones era mío, pero la culpa de los fracasos era del material, je, je. ¿A quién no le ha pasado eso?). Como digo yo andaba con la mosca detrás de la oreja porque yo no “iba” en nieve polvo y me decidí a alquilar un material “específico”. Por aquel entonces estaba muy de moda el Volkl AC30, fijaros que no hace tanto tiempo. Y es lo que alquilé. Si no recuerdo mal, creo que tenían un patín de 75 mm.
Un éxito.
Aquel fue uno de esos días en los que todo te sale, uno de esos en los que hay nieve nueva y muy buena, hace sol, hay poca gente en pistas y tú estás solo, (con lo que me gusta esquiar solo), con tu material nuevo y con las ganas de un adolescente enamorado. ¡Vamos! Desde el principio todo te va bien, giras donde quieres y los esquís no se te hunden ni se te cruzan. Estás disfrutando a tope y te felicitas por el enorme avance de tu técnica, un día de esquí hasta el límite de tus fuerzas. Pero cuando todo va bien y buscas las causas de tu mejoría te pones a pensar ¿Qué está pasando aquí? ¿Cuál es el cambio? Me bajo al coche y cojo mis viejos M12, esos que tenían la culpa de mis fracasos, subo con ellos dispuesto a hacerles culpables de todos mis males pasados y desterrarlos para siempre a lo más profundo del trastero… Cuando resulta que con ellos también esquío bien. ¿Qué pasa? Mis esquís viejos también esquían bien.
La nieve.
Me podía haber ahorrado el dinero del alquiler, aunque a lo mejor lo pagué bien pagado, ya sabemos que el efecto placebo en el esquí es muy importante. Me gustaría saber qué hubiera pasado si desde primera hora hubiera esquiado con los esquís viejos. ¿Me hubiera sentido igual? Con la experiencia que tengo ahora podría decir que sí, pero entonces me hubiera parecido imposible. La nieve, ese magnífico y caprichoso elemento. La nieve es la clave. Un día de nieve fresca y suelta caída sobre pista pisada, esquías con dos leños bajo los pies. Si encima hace sol, estás solo y tienes ganas…
Recuerdo los primeros giros flotando en auténtico polvo, fue bastante tiempo después, con otros esquís mucho más anchos, ya nos vamos a 89 mm. También la técnica ha mejorado un poco y la experiencia es mucho mayor… Pero hemos dicho que eso será otro día, y si a los lectores les interesa.
En este y otros capítulos me gustaría contar mis evoluciones, como os he dicho. Uno de los motivos de mi evolución viene de la mano de la lectura. En este caso os recomiendo este librillo súper interesante y fácil de leer. La verdad es que yo lo tengo desde hace mucho, pero supongo, y espero que siga a la venta. Todos conocéis a su autor, que tanto nos ayuda: Carlos Guerrero Castillo, Carolo en esta casa.
Dedico estas líneas a los foreros Mestreskirace, Yorri y Scratch21, los tres lesionados en las pistas. Esperamos vuestra pronta recuperación. No tengáis prisa en volver, y hacerlo recuperados al 100%. Ánimo.
(1) De momento lo que yo practico no puede denominarse “freeride”, podríamos denominarlo, de una manera mucho más justa “aproximación al fuera pista”.