Estación newschool
Hoy en día aparecen muchos jóvenes que renuevan nuestro concepto del esquí. Sin embargo, “young blood” no son solo nuevos riders. Sino también otra forma de ver el trabajo de fotografía y el riding. Para demostrar este estado de hechos, nos fuimos a una de las estaciones que más ha rejuvenecido su imagen esta última temporada: Cerler.
Texto y fotos: Scarface
Cerler es, sin duda, la estación con más tradición de montañismo y alpinismo en nuestra geografía. No cabe duda que es debido a su excepcional ubicación en el centro de los Pirineos, rodeada por los picos más emblemáticos de nuestra cadena montañosa.
Aun así, el valle de Benasque, que es conocido por su tradicional aislamiento, se ha convertido en uno de los centros de esquí que más valora y desarrolla el freeski.
Así que la temporada pasada, después de una copiosa nevada, nos dirigimos a Benasque para disfrutar de dos días de riding entre colegas. Nuestro equipo se componía de cuatro verdaderos “oldschoolers”: Guy Diaz, Carlos Domínguez, Leo Tarrat y vuestro narrador. Cada uno partimos al valle desde nuestras respectivas bases. Es decir: Andorra para Guy, el valle de Aran para Carlos y la Cerdanya para Leo y para mí. Nos reunimos en un pequeño hotel de montaña con mucho encanto y rememoramos viejos tiempos delante de una sabrosa cena.
Seguimos nuestra conversación frente a la chimenea y discutimos sobre nuestras formas de entender el esquí. Evidentemente, nuestras visiones difieren del uno al otro. Aunque se mantiene un noción general que es disfrutar de nuestro riding. Así que decidimos que ésta sería la dinámica de nuestro viaje, ripar sin forzar y sin trabas…¡simplemente riding!
La mañana siguiente nos dirigimos a la estación. Después de la copiosa nevada, los accesos principales a las mejores zonas permanecen cerrados y decidimos darnos una vuelta para inspeccionar la estación. Realmente nos asombra el enorme potencial de este centro de esquí, aunque lo que más nos complace es el ambiente general que existe en la estación.
Hay que destacar que, por lo general, en las estaciones españolas existe mucho powser: gente que va maqueada de pies a cabeza y que se las da de súper-pro o de rata parkera, pero que a la hora de la verdad demuestra muy poco esquí.
Sin embargo, aquí es todo lo contrario. La estación está totalmente volcada en el freeski más puro y más cercano a nuestros orígenes. El ambiente es muy cordial y distendido, la gente simplemente se dedica a esquiar y el nivel es muy alto. Nadie intenta demostrar nada, solo disfruta al máximo del entorno que les ofrece posibilidades infinitas.
Acto seguido, nos dirigimos al snowpark shapeado por el equipo de SnowparkDivision. Ahí nos encontramos con Macheto, el responsable del park, y unos cuantos locales. El snowpark se compone de una línea de tres kickers medianos muy divertidos. Una línea de rails para debutantes y módulos aislados.
Una vez más el ambiente es muy bueno y nos sorprende la acogida que recibimos por parte de los locales. Enseguida se vienen a ripar con nosotros y no tardan en mostrarnos que nuestra visita ha creado una gran expectativa.
Hablando con los locales nos enseñan los mejores spots y donde se mantiene mejor la nieve. Así que decidimos ir a ripar un poco. Para ello nos dirigimos al famoso Gallinero. Este remonte es un mítico telesilla que conduce a varios accesos de freeride y backcountry. Desde ahí cargamos los esquíes en la mochila y nos ponemos a caminar un poco.
Pronto escogemos nuestras líneas y empezamos a macar surcos en la nieve. Hace mucho que no gozamos de unas condiciones de nieve como estas y saboreamos al máximo cada instante. Curiosamente no hay stress. Posiblemente sea el ambiente general de la estación que se nos haya contagiado.
Carlos, fiel a su filosofía, busca una línea rápida y agresiva. Baja, como siempre, a dos mil por hora con una técnica impecable. En dos minutos se ha tragado el desnivel y cuando finaliza su ride se da la vuelta con su característica sonrisa de “me lo he petado todo, je, je…” Mientras tanto ha dejado una línea pura y estilizada en la montaña, digna de un gran freerider.
En cuanto a Guy, se pega a lomas, cornisas y aristas. Con mucha clase aprovecha la velocidad de las pendientes para entrar de natural en los cambios de terreno, marcando un trick aquí y ahí. Planchado suavemente prosigue su ride siguiendo una arista que aprovecha en forma de spine natural. Dos curvas más con velocidad, una windlip y se dirige a una cornisa en la que entra de butter para salir en rotación plana. No cabe duda en que Guy siempre ha sido unos de los riders más completos y con más feeling de nuestro país.
Leo es un chico muy sereno con una gran visión de riding. La palabra “smooth” es una característica de su personalidad. Es tranquilo por naturaleza y lo demuestra en su riding. Desde el pico Gallinero de 2728 metros, se lanza en switch en una línea depurada. Entra los turns uno tras otro. Suave, exquisita y grácilmente, la línea de switch empieza a marcarse en un surco profundo en la nieve. Demostrando que “young blood” no es solo símbolo de nuevas generaciones, sino una visión y una filosofía del riding.
Siguiendo la dinámica del día, Guy se para en una loma mientras subimos a Cibollés. Saca la pala de la mochila y dibuja un kicker plano en cinco minutos. Los chicos se lanzan con toda la tranquilad. Dos o tres tiros, una buenas revolcadas y unas risas nos dejan un buen sabor de boca. Volvemos al hotel con un buen día de esquí por detrás.
Por la noche, Carlos y vuestro servidor decidimos salir para inspeccionar el ambiente nocturno. Quedamos con los locales y nos dan una vuelta por los bares. Unas cuantas cervezas más tarde, nos dejamos llevar por el ambiente y acabamos en un barreto bailando como locos hasta el amanecer. Una vez más nos sorprende la buena onda que reina en el valle. Siempre es peligroso salir con Carlos, le gusta la noche y es fácil acabar a altas horas de la mañana…
Después de unas pocas horas de sueño, un copioso desayuno y algo de resaca subimos al snowpark motivados por Macheto que nos ha preparado unas sorpresas. Engorilados por nuestra presencia los locales han armado un cajón en la recepción de un kicker y Macheto nos ha construido un wallride en una estructura de la estación. El día empieza con una sesión de 450 en el park. El transfer mide unos 5 metros y el cajón más de lo mismo. Carlos es el más motivado por el módulo. Pero la noche anterior ha hecho estragos y nos ofrece varios crashs de antología. Acaba la sesión con un moratón en la nalga que le dejará un buen recuerdo durante varias semanas. Mientras, los locales se han marcado varios tricks bien planchados. ¡Vaya resaca!
Descansamos un rato y acabamos el día en una sesión en el Wallride. No entran grandes trucos, sin embargo aquí también los locales se juntan con nosotros y acaba en una divertida tarde. Intentamos varios tricks, pero las ostias se suceden y la piedra de la estructura no permite mucho deslizamiento. Así que nos contentamos con algunos apoyos planchados.
Volvemos a casa con una visión del reportaje cambiada. Sin necesidad de dibujar grandes tricks en la caja negra, con un ride tranquilo y suave que demuestra que el estilo no ha muerto. Sin duda, la fotografía también debe evolucionar y ofrecer nuevas perspectivas y no tiene porque seguir esquemas predeterminados. Simplemente ripar con los colegas y disfrutar de lo que el esquí representa para cada uno.
Aprovecho para agradecer a la estación de Cerler, SnowparkDivision y su gente por la increíble acogida que hemos recibido. Es evidente que han sabido como integrar las nuevas generaciones de freeski en una estación con gran tradición de montaña.
¡good riding… good sensations!